Opinión
Ver día anteriorMiércoles 22 de septiembre de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Morralla

P

oesía es lo que queda después de que quitamos todo lo que poesía no es. Suena bien. Pero hay que agregar que una vez que quitamos todo lo que poesía no es y sólo la poesía queda, todo es en efecto poesía.

Algo quieren decir las palabras, y no necesariamente, según es uso decir, lo que quieren decir. Quieren decir otra cosa de lo que quieren decir. Quizá de lo que quieren decir están cansadas, fatigadas, aburridas. Y entonces se ponen a buscar qué es en realidad lo que quieren decir. Y entre todas las palabras, que no son todas pero todas son, hacen una sola palabra, el poema, lo que querían, al menos en ese momento, al menos mientras tanto, decir.

La poesía en primera instancia es comunicación con uno mismo, pero no menos comunicación del lenguaje con el lenguaje mismo, que así se sabe cierto, se sabe certero; se sabe, también, en cuestión, pero alegre, graciosamente, siempre librada –nunca eludida.

De no tener oído para el silencio la música no existiría. De no hacer silencio en sí el poeta, el poema discurrirá sin duda pero no correrá. Tendrá camino acaso, no fluidez.

El blanco y negro, en las fotos, en los filmes, es un poco el silencio que los ojos necesitan para imaginar. De ahí que hasta rostros tan admirables como los de María Félix, Pedro Infante, Dolores del Río y Pedro Armendáriz nos parezcan, por lo menos ahora, un tanto gritados a color, un tanto, así pudiera ser ligeramente, descompuestos.

La poesía es un lenguaje extraño, pero natural. Más bien en extrañeza, y acaso en extrañeza por naturalidad. ¿Qué tiene de extraño cualquier verso que a usted en verdad le guste, le atraiga, lo convoque? La conciencia, como instantánea, de sí (que como instantáneamente hace en usted conciencia de usted mismo, de su realidad, de lo –al fin y al cabo extraño siempre– real).

Solemos tener una idea o sólo aproximada o equivocada (aproximada mal) de lo que la poesía es, e intentamos realizar en nuestro trabajo poético esa idea, sin averiguar en ella. Sin averiguar, tampoco, por qué es que tenemos esa idea y cómo –más o menos– con ella nos hemos casado. Ninguna idea de la poesía es la poesía. Seguramente todas, más o menos, orientan. Pero a la poesía sólo lleva la poesía.