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Collage de preocupaciones en Francia
P

arís, 18 de septiembre. Si tratara de simplificar lo que la prensa, la radio y la televisión francesas difunden con mayor frecuencia e, incluso, mayor debate y discusión parecen provocar, podría decir que son cuatro cinco los puntos de tensión y atención en la Francia de hoy. Por una parte la delicada y controvertida decisión del Ejecutivo francés de expulsar a los gitanos de las tierras galas, que no sólo lo ha enfrentado con la oposición al interior de Francia, primordialmente con el Partido Socialista Francés, sino con varios jefes de gobierno de la Unión Europea, encabezados en su debate con Sarkozy por la canciller alemana Angela Merkel, y que somete a severo cuestionamiento la asunción de la presidencia de la Unión por el presidente galo, en noviembre próximo, a pesar del apoyo del italiano Berlusconi.

Un segundo punto de discusión –no menos agudo y debatido en los medios franceses– es el de la decisión de la Asamblea Nacional del miércoles 15 de septiembre (329 votos contra 233), de alargar dos años más la edad legal tanto para pedir la jubilación parcial (con 10 por ciento de descuento por los años laborales faltantes respecto de los fijados) o la jubilación total, de 60 a 62 años en el primer caso y de 65 a 67 años en el segundo. Alargamiento de la jornada, debaten ya en Francia, socialistas para quienes hay mayor explotación y oficialistas que aseguran la imposibilidad de financiar los retiros. Pero también y para sólo mencionar un tercer punto de interés, está el del deterioro de la vida social francesa (bajos salarios, pérdida de empleos y prestaciones), explicada por algunos a partir de la pérdida de competitividad gala en el mercado mundial, primordialmente en la concurrencia internacional de productos industriales. Muchos se preguntan si la declinación industrial francesa es o no inexorable.

Primordialmente frente al fenómeno de la relocalización industrial, es decir, de la integración de productos industriales finales con insumos provenientes de todo el mundo, sin más lógica que el abatimiento de costos de producción, trátese de bienes de consumo duradero como los automóviles o los equipos electrodomésticos. Pero también de maquinaria y equipo para la producción, o de medios de transporte estratégicos como los barcos de carga y los aviones. Y qué decir también –para sólo dar dos ejemplos más– de las preocupaciones francesas sobre el manejo internacional del tipo de cambio, especialmente el de países como China o India, que no sólo les ha permitido un incremento notabilísimo de su capacidad de exportación (sin duda con costos sociales terribles), sino también de un incremento de su tasa de ahorro y, consecuentemente, de su creciente capacidad de colocar fondos en el mercado mundial de capitales. O también la problemática vinculada a la seguridad energética, la persistente dependencia de los hidrocarburos y el cambio climático, que del 12 al 16 de septiembre se han discutido en la Conferencia Mundial de Energía en Montreal, Canadá, y cuyo presidente es el ex director de Electricidad de Francia, Pierre Gadonneix. Éste, por cierto, debió abandonar su puesto en noviembre de 2009, luego de impulsar un aumento de las tarifas eléctricas y defender la necesidad (así lo dijo y lo dice todavía) de que el fluido eléctrico se entregue a los usuarios a un precio que refleje sus costos y nada más que sus costos.

Pero no quisiera terminar esta breve nota sin mencionar que, al menos, hay otra inquietud social que permea el ambiente de los medios franceses. Me refiero a la atención con la que se analizan las modificaciones del régimen de seguridad social en Suecia (el país en el que uno de cada cuatro diputados tiene menos de 40 años, a diferencia de Francia en el que apenas 25 de 577 son menores de los40), y que parecen prefigurar cambios más drásticos que el del alargamiento de la jornada vital de trabajo, o la baja de prestaciones para conservar empleos, en gremios tradicionalmente sensibles como el de la aviación, el automotriz para sólo señalar dos de los que han preocupado recientemente a las centrales obreras francesas, la CGT y la CFDT.

Por eso, acaso por eso, la aguda atención francesa a las elecciones legislativas de este domingo en aquel país nórdico. Acépteseme, entonces, que hoy y aprovechando la generosidad de nuestra Universidad Nacional Autónoma de México que me envía con varios compañeros a un Congreso Internacional en la Universidad de París, presente este collage de preocupaciones económicas y sociales que descubro en la prensa, la radio y la televisión de Francia, luego de escuchar, leer y observar durante algunos días Radio Francia Internacional, el diario Le Monde, el semanario L’Express, y los programas de televisión de La Chaîne Info (LCI) Demaine a la Une y Club de l’Economie. Y es que –casi podría jurarlo– las preocupaciones que se muestran en este collage francés, son preocupaciones que también en México existen, acaso menos publicitadas y discutidas, pero ahí están. Sin duda.