Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 12 de septiembre de 2010 Num: 810

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Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Jesusa Palancares: el rostro centenario de México
SONIA PEÑA

¿Hay algo que celebrar el 2010?
JORGE HERRERA VELASCO

Las fiestas del centenario de la Independencia
GERARDO MENDIVE

Bolívar Echeverría y el siglo XXI
LUIS ARIZMENDI

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Columnas:
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JUAN DOMINGO ARGÜELLES

Paso a Retirarme
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Rastreando las semillas del mal (I DE II)

EL MUFTI DE HITLER

Mohammed Amin al-Husseini (1895 o 1897-1974), el mufti de Jerusalén con siniestras simpatías nazis, se ha convertido en últimas fechas en la bestia negra de algunos teóricos de la conspiración, como los altamente ideologizados y pobremente informados autores del libro Icon of Evil: Hitler’s Mufti and the Rise of Radical Islam (Icono del mal: el mufti de Hitler y el surgimiento del islam radical). Al Husseini sentía una gran admiración por el Tercer Reich y creía que los nazis eventualmente le ayudarían a liberar a Palestina del colonialismo británico y de lo que percibía como una peligrosa invasión sionista. Su pobre capacidad de análisis, su mendacidad intelectual y su falta de humanidad fueron más poderosos que su devoción religiosa. Así, el mufti se convirtió en propagandista hitleriano, con lo que hizo un inmenso daño a la causa de su pueblo. Sin embargo, el mufti es una figura secundaria a la que ciertos militantes sionistas han querido atribuir una gran responsabilidad, llegando a la descabellada idea de que él inspiró la Solución Final, que fue pieza fundamental en el Holocausto judío y es el origen del islam político radical de hoy. Docenas de libros y numerosos artículos de comentaristas y políticos han adoptado el meme de que Al-Husseini es el padre ideológico de Al Qaeda, Bin Laden y Arafat, y esta visión aberrante e incongruente resulta muy conveniente para quienes quieren justificar políticas segregacionistas, discriminatorias, racistas y genocidas en contra de los palestinos.

SEMILLA TÓXICA


Mohammed Amin Al Husseini

Pero supongamos que es posible rastrear en el pasado la semilla del mal, el origen de los conflictos y del odio de nuestro tiempo. De ser así podríamos proponer, por ejemplo, que las catástrofes que sacuden al Medio Oriente y al mundo actual tienen su origen en un notable científico alemán, el profesor Fritz Haber, quien fuera el director científico del programa de gases de combate del Ministerio de la Guerra. Haber fue el responsable del ataque germano con gas cloro contra tropas francocanadienses en Ypres, el 22 de abril de 1915, el primer uso masivo de armas químicas en el terreno de combate. El número de muertos y heridos aún está en disputa y puede ir desde 625 heridos hasta 15 mil heridos y 5 mil muertos, dependiendo la versión. Haber personalmente supervisó el uso del cloro y fue testigo de su poder devastador. El efecto fue tal que sorprendió a las misma tropas alemanas, que no aprovecharon el desconcierto y no avanzaron todo lo que hubieran podido en territorio enemigo.

RELACIONES TÓXICAS

Haber no era un ingenuo, sabía que su trabajo violaba el artículo 23 de la Convención de la Haya de 1907, que Alemania había suscrito y ratificado. Sabía que era inmoral, a tal grado que su propia esposa, la también química y primera doctora en ciencias de la Universidad de Breslau, Clara Immerwahr, se disparó en el corazón el 15 de mayo siguiente, en protesta por su participación en esa masacre (en numerosas ocasiones ella le había suplicado retirarse de ese campo). Pero la tragedia de perder a su mujer no lo hizo reconsiderar su trabajo y, a la mañana siguiente de la muerte de Clara, Haber viajó al frente oriental para supervisar las operaciones con gas venenoso en contra de las tropas rusas. Años después, uno de sus hijos, Herman, también se quitó la vida por la vergüenza de cargar con ese apellido.

PATRIOTISMO TÓXICO

Haber era ante todo un patriota, un buen alemán que pensaba que en tiempos de paz un científico se debe a la humanidad, pero durante la guerra sólo tiene que responder a la patria. Además consideraba que “la muerte es la muerte”, por lo que utilizar venenos para convertir al medio ambiente en arma o disparar balas daba lo mismo, por lo que su campo de estudio no era en lo más mínimo inmoral. Otro descubrimiento relevante de Haber fue una simple fórmula matemática entre la concentración de un gas y el tiempo de exposición necesario para matar, que se denomina la Regla de Haber: c x t = k , donde c es la concentración del gas, t es el tiempo y k una constante que depende del gas y sus efectos.

PREMIO TÓXICO

El ataque de Ypres fue tan exitoso que Haber fue personalmente felicitado y nombrado capitán por el Kaiser (un honor poco común para un civil). Ese no fue el único reconocimiento relevante de su carrera, ya que en 1918 recibió el Premio Nobel, ante la sorpresa y furia de muchos colegas, por su trabajo en la síntesis de amonia a partir de nitrógeno e hidrógeno, un proceso útil tanto para producir alimentos (por la producción de fertilizantes de nitrógeno) como explosivos. Su biografía en la página de los premios Nobel es risible, pues omite toda referencia a la guerra química de la cual él es considerado el padre y por la que nunca se avergonzó: http://nobelprize.org/nobel prizes/chemistry/laureates/1918/haber-bio.html.

(Continuará)