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La opinión y el Presidente
C

onsulta Mitofski acaba de dar a conocer los resultados de su más reciente encuesta de aprobación presidencial (www.consulta.com.mx, fecha de acceso 01/09/2010). En el 15 trimestre de su sexenio, Felipe Calderón alcanzó más de 55 por ciento de aprobación. Este porcentaje es dos puntos superior al que registró el trimestre anterior, pero se mantiene por debajo de los porcentajes más favorables que el Presidente obtuvo en 2008 y 2009, y que oscilan entre 61 y 66 por ciento. La caída en la aprobación presidencial está relacionada con la apreciación negativa de la opinión pública de las perspectivas de la economía nacional, y es muy probable que las noticias del fin de semana pasado a propósito de Mexicana de Aviación hayan profundizado este pesimismo, dado que puede uno especular que de haberse levantado la encuesta el lunes pasado, el Presidente habría sido evaluado a la sombra de esa inmensa bola negra que es la desaparición de una importante empresa mexicana, y de las reacciones de autoridades que parecen súbitamente asustadas de las consecuencias de sus acciones –o inacciones– en este terreno.

Según se desprende del comparativo que ofrece la encuesta de Mitofsky de las evaluaciones trimestrales de los últimos cuatro presidentes, Carlos Salinas recibe las mejores calificaciones, una aprobación constante superior a 70 por ciento excepto en dos trimestres cuando obtuvo 64 y 69 por ciento, respectivamente; mientras que en el tercero de 1992 la proporción de la opinión que aprobaba su gobierno se disparó a 81 por ciento. En cambio, el gobierno del otro presidente priísta del grupo, Ernesto Zedillo, registra los porcentajes más bajos de opinión aprobatoria: 31, 32 y 36 por ciento. Ni siquiera Vicente Fox cayó tanto, aunque en su segundo año de gobierno registró 45 por ciento.

La pregunta que hay que hacerse es ¿cuál es la mejor manera de interpretar estos resultados y qué nos dicen? Para entender las respuestas de la opinión es preciso contextualizarlas. ¿Qué pasaba en el país cuando se levantó la encuesta? Lo que obtenemos con este tipo de investigaciones es una instantánea, la fotografía de un momento que de manera inevitable va a cambiar; así, una de las pocas cosas predecibles de la opinión pública es su variabilidad. No hay más que comparar la imagen que tiene hoy Carlos Salinas con la que tenía durante su gobierno, para comprobar cuán infieles somos los ciudadanos, o cuán desleales son los presidentes a las expectativas ciudadanas, y los riesgos que entraña gobernar a golpe de encuestas de opinión pública. El presidente que se deja sorber el seso por estos ejercicios gobernará en forma errática y contradictoria, porque así es la opinión pública, sobre todo en momentos de confusión e incertidumbre.

La evaluación del presidente Calderón ejemplifica algunas de estas contradicciones: es aprobado por más de la mitad de la opinión, pero más de 60 por ciento considera que se le están saliendo las cosas de control, 27 por ciento piensa que posee la capacidad para ejercer un liderazgo nacional, y sólo 23 por ciento considera que tiene capacidad para resolver los problemas del país. Si colocamos estos cuatro resultados uno al lado de otro, ¿qué podemos concluir? ¿Cuál es la percepción que tiene la mayor parte de la opinión pública del presidente Calderón? No es un líder, no se le reconocen capacidades para gobernar, y la mayoría tampoco cree que tenga las riendas del país. Y, sin embargo, más de la mitad de la opinión lo aprueba. Estas aparentes contradicciones pueden explicarse por consideraciones implícitas en las respuestas de los encuestados; por ejemplo, en la valoración de liderazgo y control del país intervienen factores como la evaluación de los miembros del gabinete, de suerte que la mala actuación del secretario X o Z incide sobre la percepción que tiene la opinión del presidente. En cambio la pregunta acerca de la aprobación de su gestión está concentrada en la persona de Felipe Calderón. El fracaso de los llamados presidenciales a la unidad nacional en torno a la lucha contra el crimen organizado abona el juicio negativo a propósito de su capacidad de liderazgo; de la misma manera que el bajo nivel de aprobación que recibe su política de seguridad –34 por ciento– se apoya en la percepción mayoritaria de que está perdiendo el control del país. O sea que esta foto, como muchas otras, salió movida.