Opinión
Ver día anteriorLunes 30 de agosto de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Barrancas y conservación ecológica en el DF
E

l único mérito de la señora Cecilia Romero para estar encargada de los asuntos migratorios del país es ser una devota militante del Partido Acción Nacional. Si este gobierno tuviera tantita sensibilidad social y política, debiera mandarla a su casa. Destacadamente por los 72 migrantes asesinados en Tamaulipas, por los cientos más desaparecidos y vejados por las propias autoridades. Por su probada incapacidad. Y a lo nuestro: el gobierno de la ciudad de México prometió garantizar el buen estado de las 99 barrancas que existen en las delegaciones Magdalena Contreras, Álvaro Obregón y Cuajimalpa por los numerosos servicios ambientales que prestan. Para ello existe un programa especial y recursos que resultan insuficientes, pues el programa contempla también reubicar a las familias más expuestas al peligro. Setecientas ya cuentan con vivienda en lugares seguros.

Sin embargo, las barrancas continúan ocupándose con construcciones diversas. Un caso es el de Residencial La Palma, en la delegación Cuajimalpa, donde una constructora, Baita, levanta varias torres. La obra fue clausurada por las autoridades, pero nuevamente le dieron el visto bueno. La mayor parte del territorio de esa delegación (donde más llueve en la ciudad) está clasificada de conservación ecológica. Allí existen14 barrancas, pero especialmente cinco (Milpa Vieja, La Diferencia, Vista Hermosa, Huayatlaco y El Zapote) son las más codiciadas para fincar desarrollos inmobiliarios, mientras en las otras nueve muchas familias pobres han levantado sus viviendas. Los habitantes de esta delegación tienen años luchando por conservar su entorno ambiental, destacadamente las barrancas, por ser indispensables para la recarga de los acuíferos, generar humedad, ayudar a disminuir la contaminación y ser reservorios de flora y fauna típicas de la cuenca de México. Y como las barrancas son en su mayoría muy frágiles desde el punto de vista geofísico, deben estar libres de obras públicas y privadas.

También en San Cristóbal de las Casas, en Chiapas, se atenta contra la naturaleza y sus recursos. Se trata de una de las ciudades más bellas del país, un atractivo turístico-cultural muy visitado. Hace apenas 30 años la ciudad estaba rodeada de bosques. Sin embargo, la expansión urbana sin control y la deforestación acabaron ya con más de 15 mil hectáreas, que representan las dos terceras partes de la riqueza forestal que tenía.

Esta vertiginosa y salvaje deforestación ocasiona serios desequilibrios ambientales a los que se suman otros problemas, pues los cerros ya sin árboles los convirtieron en bancos de arena y grava para la construcción. Cientos de camiones diariamente trasladan esos materiales. Sobre los daños que ocasiona la destrucción del bosque y la extracción de materiales de las áreas deforestadas advirtió oportunamente El Colegio de la Frontera Sur, Ecosur, el principal de la región, sin que fuera escuchado. Es que las propias autoridades son las que permiten y alientan dicha destrucción.

Como en otras partes del país, en San Cristóbal de las Casas los negocios fincados en la explotación irracional de la naturaleza van de la mano de los intereses de funcionarios y políticos. Eso ocurre con la explotación de los bancos de arena y grava y su uso en diversas obras. Entre los que se dedican a esa actividad figura el presidente municipal y sus hermanos. El edil dice que no explota ningún banco de materiales, que solamente compra la arena y la grava porque su familia es constructora de tradición. Otros políticos y funcionarios señalados guardaron silencio. Ante las denuncias ciudadanas y las advertencias de los especialistas, las autoridades estatales procedieron a clausurar varios bancos de materiales, pero la mayoría sigue abierta.

También en el parque nacional La Malinche, ubicado en los estados de Tlaxcala y Puebla, el binomio funcionarios-talamontes diezma la riqueza del parque. Eso afirma la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente. Lo niegan las autoridades locales y dicen proteger el bosque de sus depredadores. No lo hacen tan eficientemente, pues la tala sigue en La Malinche. Igual que en San Cristóbal de las Casas.