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El conductor nació a unas calles de la sala bonaerense y ahí tocó su primer concierto

Dirigir en el Colón, de los momentos más importantes en mi carrera: Barenboim

“Pierre Boulez es el compositor más importante de la actualidad; es el que más me habla”, refiere

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Daniel Barenboim durante el concierto al aire libre con la West Eastern Divan, cerca del Obelisco, en Buenos Aires, el pasado 21 de agostoFoto Ap
 
Periódico La Jornada
Domingo 29 de agosto de 2010, p. 3

Buenos Aires. Escoltado por un asistente, el director argentino-israelí Daniel Barenboim avanza con decisión por los pasillos del Teatro Colón, en Buenos Aires, coliseo porteño donde 60 años atrás dio sus primeros pasos en la música.

¿Sabe adónde vamos?, le pregunta a su colaborador. De pronto, ingresa a un camerino. Unos colegas que ensayan quedan sorprendidos por la irrupción del maestro. Él mueve sus manos, hace un gesto como si estuviera frente a su orquesta, sonríe y se va, dejando la puerta entreabierta. Camina unos metros más y se detiene: Camerino 6-Daniel Berenboim.

Sesenta años en el escenario es una fecha importante, por eso quise celebrarlos en Buenos Aires, la ciudad donde toqué mi primer concierto y también donde nací, que fue a unas pocas cuadras del Colón. Para mí tiene una importancia sentimental muy fuerte, expresa el músico durante la entrevista.

Una semana atrás, Barenboim dirigió a la Orquesta West Eastern Divan en un concierto gratuito ante una multitud en el conocido Obelisco porteño. Fue muy especial, porque demostró que la cultura no es nada elitista en Argentina, todo lo contrario. Se hizo sin ninguna concesión al público, y se habla de que hubo más de 50 mil personas. Es algo que está al alcance de todo mundo, sostiene.

Tocamos Beethoven porque es muy representativa para la orquesta. Son obras donde se demuestra la calidad de la agrupación, y es para todos los públicos. Además, son expresiones de cosas humanas importantes, explica.

El director remarca el hecho de que la West Eastern Divan esté formada por músicos israelíes y árabes. La gente demostró que se sentía implicada en eso, porque en Argentina hay importantes comunidades de ambas partes. Eso me emocionó mucho, asegura.

Demasiados mejores momentos

En su extensa trayectoria, Barenboim dio conciertos en múltiples escenarios de Europa, América y Medio Oriente, en ciudades como Viena, Nueva York, Londres, Berlín, Salzburgo y París, entre otras tantas.

–¿Cuál ha sido su mejor momento arriba de un escenario?

–Eso no puedo decirlo, porque han sido demasiados y cada uno fue un poco diferente. Pero los conciertos en el Colón, tanto por mis 50 años como ahora por los 60, están entre los más importantes para mí.

Nadie me obligó a venir a tocar en esta fecha. Fue mi elección, y lo hago con mucho placer, manifiesta, y cuenta que está muy agradecido y contento por la ovación que recibió en el Colón.

Después de la novena sinfonía de Beethoven, aplaudieron 35 minutos, que es 50 por ciento de la duración de la obra. Es muy emocionante, dice.

En el escenario pienso en lo que está sucediendo en ese momento. Claro que estando en Buenos Aires vuelven muchos recuerdos. Fue aquí donde yo oí de niño a todos los grandes artistas: Arthur Rubinstein, Claudio Arrau, Wilhelm Furtwängler. Todo eso me formó, explica.

Barenboim considera que el director de orquesta francés Pierre Boulez (Montbrison, 1925) es el compositor contemporáneo más importante e interesante. Se habla del ciclo de Bethoven que tocamos en Buenos Aires, pero para mí fue muy importante el concierto que hicimos en el teatro Gran Rex, donde tocamos obras de Pierre Boulez. Ese fue el segundo concierto gratuito del músico durante su estadía en Buenos Aires, donde interpretó Derive II ante 3 mil 500 personas.

“Se reunieron para escuchar música contemporánea, y eso no sucede en todas las ciudades del mundo. Boulez es el que más me habla, digamos”, confiesa.

Durante la charla, Barenboim asegura que llegó a ser quien es gracias a haber nacido en Argentina. En mi país aprendí de niño que no hay la mínima dificultad de tener más de una identidad. Se puede ser judío, sirio, polaco o italiano y a la vez argentino. En otros países siempre hay problemas de tener identidades múltiples, asegura.

Argentina es un país muy abierto. Tal vez porque gran parte de la inmigración que llegó fue económica y no política. Gente que venía porque quería y veía las oportunidades que le daba este país. Esa apertura y amplitud de visión es muy importante, opina.

Los músicos de la orquesta se sorprenden. Absolutamente lo sienten. Fuimos al centro islámico, donde había chicos de la escuela judía, católica y musulmana. Eso no sucede en todos los países del mundo, afirma Barenboim.

Con los años espero que no tenga que viajar tanto. Igual, si no vienen, iré adonde estén. ¿Que si tengo pensado asentarme en Argentina? Yo no me siento, dirijo de pie, y se despide con una sonrisa.