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El largo adiós de Rosa Albina Garavito al PRD
E

n abril de 2008, Rosa Albina Garavito renunció al Partido de la Revolución Democrática (PRD). Desde 1988 había participado activamente tanto en el movimiento que le dio origen como en su fundación.

Su salida no fue un asunto menor, pues durante años tuvo responsabilidades muy importantes en su conducción. Fue consejera nacional emérita del partido, integrante de su dirección nacional, diputada federal, senadora y coordinadora de su fracción parlamentaria en la LVI Legislatura, hasta que un golpe de Estado de Porfirio Muñoz Ledo la removió de ese puesto. Durante años profesó una enorme simpatía por el neocardenismo y formó parte del grupo cercano a Cuauhtémoc Cárdenas. Fue, en suma, una personalidad muy influyente en la vida interna de ese organismo.

La salida de Rosa Albina del PRD debe ser analizada como la exigencia de abandonar las ilusiones que forma parte –de acuerdo con Carlos Marx y Federico Engels en La sagrada familia– del llamado a abandonar una situación que necesita ilusiones.

Decidida a abandonar el mundo espectral en el que vivió durante dos décadas, la maestra Garavito acaba de publicar Apuntes para el camino. Memorias sobre el PRD. El libro trata, como señala la autora en su introducción, de la historia de un partido que nació para disolver el régimen priísta y terminó por reproducirlo. Lo cuento según la viví: entusiasta fundadora de ese partido, terminé por renunciar al mismo en 2008.

La obra, que tiene, como decía José Revueltas, el color y el aroma del recuerdo, no es un ejercicio de nostalgia, sino parte de un proyecto político. Según Rosa Albina, mientras en el imaginario social el PRD continúe ocupando el lugar de la izquierda que no es, más tardará en nacer la izquierda que el país necesita. Para ella, el PRD es irrescatable.

Apuntes para el camino. Memorias sobre el PRD es un amplio bricolaje textual armado con reflexiones autobiográficas, artículos periodísticos, cartas, colaboraciones en revistas y libros, análisis de coyuntura y documentos políticos. Tiene como eje articulador central la vida, obra y desgracias del principal partido de izquierda electoral en México, y la intervención de la autora en él. Abarca un periodo de 21 años: desde 1988, fecha de la irrupción electoral cardenista, hasta mayo de 2009, momento en que Rosa Albina renuncia al partido decidida a salir de una organización a la que considera fantasmagórica, después de las pasadas elecciones internas fraudulentas para nombrar dirección nacional.

Según el poeta estadunidense Peter Balakian, recuperar la memoria es un acto moral. Recordar, llamar al pasado es un acto de afirmación. El libro es, por supuesto, un acto moral y de afirmación, que toma como vía de expresión el testimonio de una aventura y un naufragio partidario. Pero va mucho más allá de eso. Las vicisitudes de su autora están acompañadas de lo que siempre caracterizó su intervención en ese instituto político: la reflexión de la problemática nacional y de la vida misma del partido, organizada desde la contradicción existente entre la esperanza concebida y lo vivido cotidiano.

Como testimonio histórico y sin ser en sentido estricto una historia completa del sol azteca, el libro es un documento de gran valor. No existe en español una obra sobre el PRD que pueda compararse a las escritas por Luis Javier Garrido para el PRI o por Soledad Loaeza para el PAN. Eso no quiere decir que no se haya escrito en tesis, artículos y libros sobre el sol azteca, algunos de ellos (no muchos) muy buenos. Por supuesto que los hay. Pero están lejos de ser definitivos. El libro de Rosa Albina Garavito es, sin lugar a dudas, una valiosa herramienta para construir esta historia.

La autora se sumó a la construcción del sol azteca convencida de que de la confluencia de las organizaciones de la izquierda socialista y del nacionalismo escindido del PRI resultaría una síntesis política que superara a ambas vertientes, me volqué al trabajo de hacer de mi tesis una realidad. Durante varios años militó con gran orgullo. Sin embargo, a raíz del desastre de la elecciones internas de 1999 su orgullo perredista comenzó a esfumarse. En más de una ocasión –cuenta– escribió su renuncia al partido. Sin embargo, siempre fue mayor su voluntad de contribuir a rescatar ese espacio, que nació como el más grande esfuerzo unitario de la izquierda del país. Pero las cartas estaban marcadas por hechos como la negativa de los senadores perredistas a reconocer a los pueblos indígenas como sujetos de pleno derecho. Según ella, en lugar de ser un momento de síntesis, la militancia de esa amplia gama de la ex izquierda socialista fue el mejor espacio para reproducir grotescamente los viejos vicios del régimen priísta. Su renuncia se volvió inevitable.

A su manera, el libro dialoga con dos actores políticos: el ciudadano que irrumpe en masa en las urnas en 1988, y el EZLN. Se trata de un diálogo en el que la analista busca al sujeto social capaz de construir la opción de izquierda que hoy no existe en el país. La izquierda partidaria –asegura– quedó arrollada por la derrota ideológica y política del viejo nacionalismo. Es un diálogo en el que se destaca el análisis de los desencuentros del PRD con esos dos actores, cuando no, de la decisión explícita del partido de aislar al zapatismo. De una reflexión en la que que el largo adiós de la analista con el partido que ayudó a fundar se combina con la búsqueda del México de abajo capaz de transformar al país.

Decía Albert Camus: Quizá mi papel sea servir, desde mi lugar, a los valores sin los que el mundo, aun transformado, no valdrá la pena de ser respetado. Al igual que se lo proponía el escritor francés, Apuntes para el camino. Memorias sobre el PRD sistematiza con claridad, más allá de los acuerdos o desacuerdos que puedan tenerse con el libro, un conjunto de tesis políticas y valores de los que la izquierda no puede prescindir a riesgo de perder su autoridad y extraviarse en el camino.