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La hecatombe que vive el país, resultado de la torpeza del gobierno, afirma Javier Valdez

El pincel de Goya refleja la actual realidad infernal de México

El corresponsal de La Jornada dice que sus historias le han tatuado la piel: “siento que traigo al Pipila en los hombros”

Fue finalista en la Semana Negra de Gijón con su libro Miss Narco

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El ambiente apocalíptico en el que vivimos refleja lo peor de la humanidad, lamentó en entrevista el escritor sinaloenseFoto Roberto Bernal
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 19 de julio de 2010, p. 2

Madrid, 18 de julio. A su paso por Madrid, antes de tomar el tren que lo llevaría a Gijón para participar en la Semana Negra, el periodista mexicano Javier Valdez Cárdenas visitó el Museo del Prado, y descubrió con congoja y desasosiego que la realidad infernal que vive México se asemeja a las pinturas negras y los dibujos de Los desastres de la guerra, de Francisco de Goya. Los cuerpos mutilados, los ancianos hambrientos y sin dientes, con la mirada torva y maléfica, los cuerpos colgados de árboles, cuyos frutos son la muerte y la destrucción.

Es Goya y su pincel singular los que reflejan, a juicio de Valdez Cárdenas, la decadencia en todo su esplendor y la hecatombe que está sufriendo México por la violencia del narcotráfico y la torpeza y negligencia del gobierno a la hora de diseñar una estrategia acorde con un fenómeno tan complejo.

Con su escritura, Valdez Cárdenas exorciza sus miedos y losas sicológicas. Es periodista, corresponsal de La Jornada en Sinaloa, epicentro del narcotráfico, y fundador del semanario Ríodoce. Un libro, Miss Narco (Aguilar) le trajo hasta Gijón, en calidad de finalista del premio Rodolfo Walsh al mejor libro de no ficción sobre el tema criminal.

El poder de la narca

En el libro tomé como base algunos de los trabajos que ya he publicado a manera de reportaje, y a partir de ahí trabajé mucho en un texto más narrativo. Al final creo que el resultado es un libro o unas historias que incluyen el recurso estrictamente periodístico y el narrativo o literario. A pesar de que son muchas y variadas, creo que podría ser una sola historia, si la novelamos y nos olvidamos de situaciones específicas, explicó el periodista y escritor.

El centro de la historia de Miss Narco es la mujer en ese mundo violento y hostil, donde la hombría se suele medir en función del tamaño y calibre de la pistola o del número de muertos en su haber. “La mujer tiene mucho más poder en el mundo del narco del que podamos imaginar. Nos quedamos con la idea de que la mujer del narco, o la narca, es una tipa que espera en la casa en calidad de esposa, de amante o de novia, y está ahí en labores domésticas, y que cuando llega su pareja lo recibe y le da de comer. Como si fuera un mueble o una planta de ornato. Ese tipo de mujer ya no existe. Ya desapareció en muchos ámbitos de nuestra vida y también en la del narco. Ahora asume que puede morir pronto y que la pueden perseguir, encarcelar o torturar. Es una mujer involucrada directamente en la estructura del narcotráfico; incluso dirige células, aunque todavía no ha llegado a ser sicaria... Pero sí dirige operaciones de lavado de dinero, de tráfico de droga y está al frente de negocios. Es decir, ocupa un lugar importante en la estructura del narcotráfico, tiene poder...”

El periodista, nacido en Culiacán, en 1967, explicó que sus historias le han ido tatuando el alma. “A veces sientes que traes al Pipila en los hombros, con todo y losa. Pero la escritura me ayudó a exorcizar miedos, congojas, angustias, porque es un ambiente muy pesado.”

Clima irrespirable

–¿Qué ha ocurrido para que México engendre tal nivel de violencia?

–Es verdad que el ambiente apocalíptico en el que vivimos refleja lo peor de la humanidad. Entre los factores que han desatado este clima irrespirable podemos señalar la omisión o irresponsabilidad del gobierno actual y de anteriores, así como la torpeza de los operativos del Ejército, que han cateado ilegalmente casas y asesinado a personas, incluso niños. La división de las organizaciones del narco le echó más leña al fuego a esta tragedia nacional, así como el nacimiento de otras organizaciones y células. A esto hay que añadir la pobreza, la marginación. Somos un país en el que más de la mitad de la población vive en condiciones de pobreza y pobreza extrema.

–Pero parece que ahora estamos en una especie de depuramiento de la crueldad.

–Es verdad. Ahora no sólo no se respetan las vidas de personas ajenas al narcotráfico, sino que ya se trasladó a otras esferas. Ya dejó de ser problema policiaco, de enfrentamientos y decomisos; ahora el narco es una forma de vida. La violencia y el crimen del narcotráfico ya se trasladó a prácticamente todo el país. Esto es resultado de la torpeza del gobierno, que debió prever antes de entrar a la guerra y a su juego macabro, si tenía la información necesaria y un diagnóstico real. El narcotráfico en México no sólo se ha extendido, sino que ahora gobierna: aunque haya poderes constitucionales, el que manda es el narco. Estamos en medio de una violencia que ya no tiene regreso. El país está sufriendo una suerte de hecatombe, la decadencia en todo su esplendor.

Bajo la mirada de un sicario

Con relación a las agresiones de militares a periodistas, Valdez Cárdenas, también autor de Malayerba, señaló que “desafortunadamente las agresiones a los periodistas por los militares ya no me sorprenden. Son los niveles de violencia con los que se mueve el gobierno. El Estado mexicano no se distingue por los métodos de los que se supone que deben combatir o están combatiendo. Los ciudadanos estamos en medio del fuego de los narcos y los militares. Estamos padeciendo el peligro de estar vivos. Por eso también estoy seguro de que la libertad de expresión está amenazada.

“Antes pensabas en la censura, en que alguien del gobierno te llamara por no seguir su línea, pero ahora lo que temes, y es lo menos peor, es que te amenacen de muerte. Luego está el riesgo latente de que te secuestren, te torturen y te maten. Eso permite concluir que así como el narco manda en algunas regiones, también lo hace en las redacciones de algunos periódicos, porque uno ya no piensa en el editor o en el jefe de redacción cuando escribe una nota sobre el narco, sino que piensas en que si lo que escribes va a provocar malestar, si van a ir por ti. Al final terminas escribiendo bajo la mirada de un matón siniestro que siempre, a todas horas, te está apuntando.”