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Mi vida ha sido un huracán que causa demasiado daño

Me veo al espejo y pienso que soy un cerdo, señala Mike Tyson

No tengo dinero, dice el ex campeón mundial, quien ganó más de 300 mdd

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La bancarrota financiera y emocional marcan al campeón completo más joven de la historia, Mike Tyson, quien admite ser un adicto al caosFoto Ap
 
Periódico La Jornada
Viernes 16 de julio de 2010, p. a18

Mike Tyson se mira frente al espejo y escupe: Mi vida es un pedazo de mierda.

Después de amasar una fortuna de 300 millones de dólares en los cuadriláteros, de conquistar dos veces el título de los pesados, de ser invencible durante años, de convertirse en el campeón completo más joven de la historia, al final, nada. Bancarrota financiera y emocional, según relata en una entrevista a la revista estadunidense Details.

Es un adicto al caos –lo admite abiertamente–. La tragedia y el escándalo lo han acompañado a lo largo de su carrera. Desde joven fue huésped recurrente en prisiones y reformatorios, condenado a siete años de prisión por agresión sexual en 1992. Lleva tiempo sin pisar la cárcel, pero aún no se siente libre del todo, afirma el ex boxeador.

A continuación parte de la entrevista publicada en la revista.

–¿Cuánto tiempo después de salir de la prisión te sentiste en verdad libre?

–Nunca, no hasta ahora. Esto es lo más libre que me he sentido en mi vida y aún no lo estoy, pero es un sentimiento extraño. No poseo dinero, ya no soy un tipo glamoroso, tengo amistades con dinero, por lo que parece que yo lo tengo, pero no. El que tuve, olvídalo, nunca tuve nada. Nunca para que me hiciera sentir libre... pero tener a alguien a tu lado, ganes o pierdas o empates. Mi esposa ha estado conmigo en lugares en los que ni me pararía.

Pienso que soy un cerdo. Poseo esta habilidad de verme en el espejo y decir: este es un cerdo. Eres un pinche pedazo de mierda.

–Se escucha lastimoso.

–No, no lo es. Objetivamente soy un cerdo. Por eso es difícil para mí cuando la gente me ofrece toda esa adulación y amor. Me siento sucio. Estas personas quieren abrazarme, quieren tocarme y yo me siento con ganas de decirles quita tus pinches manos de encima.

–¿Cómo estás de dinero ahora?

–No sé, espero que bien. Vivo en una casa agradable, en un vecindario exclusivo, pero todo esto es insignificante. Mi vida es diferente, a veces no me reconozco. Regresé a Brownsville con el equipo de trabajo de mi reality show, que está elaborando un segmento sobre mi niñez y todo está muy cambiado.

Entonces pienso que mi vida debe ser una mentira porque ya no hay nada ahí que se parezca a lo que había cuando era niño. Se acerca esta mujer blanca y pienso: ¡wow! de niño ya la habrían robado, ultrajado y dado por muerta.

–¿Cómo te sentiste cuando te diste cuenta de la vida que habías construido y que llegó a su fin? ¿Fue una revelación, un alivio?

–Fue sólo una cuestión de humildad. Si no se es humilde la vida te hará visitar la humildad. Soy un ser humano bastante dañado y aún batallo, pero esta vez voy a luchar hasta el final. En serio, si dices soy humilde, te estás contradiciendo, pero lo intento deveras.

–Tu lucha ha sido pública. ¿Alguna vez dijiste que te hacía sentir desnudo?

–No hay duda. Mi vida ha sido un tornado, un pinche huracán, es como si un tornado avanzara por un poblado y causara demasiado daño. Hay tanta destrucción y cuando pasa, es como la mañana siguiente y ya estás sobrio y dices, ¿qué pasó aquí?

–¿Has considerado tomar medicamentos?

–He estado en ese camino, creo que fui el boxeador que más medicinas ha tomado en la historia del deporte. Si iba yo a tomar medicamentos, me fumaba un churro. Es un trauma que trato de enmendar y todo es por este pinche ego mío.

–¿Piensas que podrías ayudar a aquellos que han pasado por una tragedia similar a la tuya, de perder a un hijo?

–Tengo sentimientos encontrados sobre esto. Algunas veces es como que si hubiera perdido fe y me asalta ese sentimiento insignificante de pensar que otra gente debería estar muerta y ella –su pequeña hija que murió en un accidente– debería ser la que estuviera aquí.

“Intenté ser hombre –recuerda–, no el hombre, solamente un pinche hombre y presentarme al funeral de mi hija. Yo sabía que tenía que presentarme por ella. Y esto es irónico: organicé un funeral elegante y la cuenta de los médicos era elevadísima, astronómica. Fueron como 200 mil dólares y yo no tengo un quinto. Todo fue pagado mediante domativos.

–¿Qué hay detrás de tu tatuaje de Mao?

–Leí un libro cuando estaba en la prisión, pensaban que me castigaban en ese cuartito sin excusado, sin cama, así es que me propuse leer al camarada Mao y no tener nada que ver con toda la mierda que hay en la cárcel. Me enganchó su libro de citas: si no hay investigación, no hay derecho a hablar, si no vas a profundizar, mejor callate.

–¿Y el del Che Guevara?

–Sabes, el Che físicamente era insignificante, si entrara a este cuarto la gente creería que es un tipo sin importancia. No puede patear el trasero a nadie, pero su intensidad, su tenacidad... era doctor, cualquier tipo y luego fue un asesino, un revolucionario. Se convirtió pero lo agarraron y cuando le llegaron para matarlo, el tipo lo respetó y titubeo; el Che le dijo: me vas a disparar, ándale, pinche cobarde.

–¿En qué forma esperas irte a la tumba?

–Quiero irme con respeto.