El país ¿deportado?

 

En memoria del consejo de ancianos que nos acaba de dejar más solos todavía: Carlos Monsiváis (en alguna época miembro de nuestro consejo editorial), Bolívar Echeverría, José Saramago, Gabriel Vargas, de los Burrón,
y Armando Jiménez, doctor en picardía mexicana.

 

Cruzar o no cruzar es el dilema de miles y miles hasta sumar millones de mexicanos pisando como advenedizos no deseados la tierra prometida. Hoy estamos enfrentados muy crudamente con la realidad, y más en la frontera norte, una de las regiones más peligrosas de este peligroso planeta. Allí no queda ni rastro de aquello que llamábamos inocencia. Militarizada en ambos lados, es también el reino de la criminalidad organizada, si no militar, paramilitarmente. Feminicidios en Juárez y anexas, migrantes secuestrados por sus propios polleros, asaltos mortales, redes de tráfico y adicción, la prostitución como parte de los usos y costumbres, la explotación inmisericorde en maquiladoras y comercio informal, la extorsión, la ausencia de servicios.
Es lo que ofrece el lado de acá, y eso si eres mexicano. Porque si te tocó ser guatemalteco, salvadoreño, hondureño o nica, tu infierno empieza en el Suchiate. Uno de los oficios más riesgosos del mundo es ser indocumentado centroamericano en México. Peor que el peor de los videojuegos. Policías y ladrones te pisarán los talones, te asaltarán en trenes y albergues, te quitarán todo, incluso la vida. Así que los que llegan al norte ya van de gane.
Del lado de allá esperan policías ávidos de patear y dar toques hasta la muerte a los que “obviamente no están cooperando” en California o Texas. A la vanguardia, Arizona va en camino de convertir la inmigración en delito grave que se persiga de oficio; sus policías adquieren atribuciones que dejan en mera anécdota los derechos humanos. Su presidente Obama puede hacer berrinches en Washington contra la ley SB 1070, pero quienes se la rifan en la raya con intención verdadera de parar ese engendro son los propios migrantes y los mexicanos de todo Estados Unidos. Los gobiernos regionales de San Francisco y Los Ángeles. Notables figuras y grupos chicanos. Y ahora los pueblos originales de la árida zona que ni la corona española, ni la república mexicana, ni la unión americana supieron nunca dónde poner y hoy pertenece a los bárbaros de la ultraderecha.
En la línea, resistencia: marchas, bloqueos, plantones, boicots comerciales y de artistas como Santana, Shakira, los Estefan infumables, Los Lobos y una larga lista. En protesta.
Este 29 de junio llegó a Phoenix, Arizona, una bofetada musical cuando Tom Morello, mitad del alma rabiosa de la banda Rage Against the Machine, presentó con el grupo Outernational una nueva versión de “Deportados”, de Woody Guthrie, un clásico de la canción de protesta que han cantado Bob Dylan, Bruce Springsteen o Judy Collins con Arlo Guthrie, el hijo de Woody. Es de un incidente en Los Gatos, California, en 1948. Un avionazo que acabó con las vidas de 28 trabajadores mexicanos sin nombre ni identidad, según New York Times entonces. Sólo deportados:

La cosecha llegó y los duraznos se pudren./Naranjas amontonadas en los depósitos de creosota./A ellos los regresan a la frontera con México para quitarles su dinero y mandarlos a vadear el regreso./Adiós a mi Juan, adiós Rosalía,/adiós mis amigos Jesús y María./No tendrán nombre cuando los suban al avión,/se llamarán “deportados” nomás.//El padre de mi padre vadeó ese río./Le quitaron todo lo que había ganado en la vida.//Hay 600 millas de aquí a la frontera/y los cazaron como intrusos, como ilegales, como ladrones./El avión cogió fuego sobre el cañón de Los Gatos./La gran bola en llamas hizo temblar estos cerros.//¿Quiénes son estos queridos amigos que caen como hojas al viento?/Según la radio “sólo eran deportados”.// Mueren en valles y desiertos, cerros y cañones, bosques y matorrales.//¿Ésta es la manera de cultivar nuestras huertas?/¿De sacar buenas cosechas?//Todo, para que ellos caigan como hojas secas y se pudran sin nombre en el suelo./ Deportados.

okjarasca