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Remasterizan disco de la única ópera del compositor

En Aura traté de convertir lo agobiante en una burbuja sonora, señala Mario Lavista

Desilusionante, que sólo haya sido montada una vez en 20 años, dice

Por falta de libretista no ha concretado su versión de Macbeth

 
Periódico La Jornada
Sábado 3 de julio de 2010, p. 9

Basada en el libro de Carlos Fuentes del mismo nombre, a la fecha Aura es la única ópera de Mario Lavista, a pesar de que ese género ha estado presente en su vida desde edad muy temprana y de definirse como un enamorado del mismo, en particular del repertorio italiano.

Y aunque asume que ha sido muy frustrante que esa obra haya sido puesta en escena sólo una ocasión, hace 21 años, cuando se estrenó, el compositor rechaza que tal desilusión sea la causa por la que no ha vuelto a incursionar en esa vertiente.

Comenta que por su mente ha rondado desde hace años la idea de componer una versión de Macbeth, aunque no ha podido concretarla por falta de un libretista, aspecto –el de la ausencia de libretistas especializados–  que sitúa entre los principales problemas del arte operístico nacional, en lo que concierne a la creación.

“Sería un Macbeth en un acto. Es una historia que me atrae mucho, una vez más –como en Aura– por la atmósfera: la cantidad de sangre que hay en ella. Mi interés no es seguir de manera lineal la historia de Shakespeare, como lo hizo Verdi, sino como si fuera el ensayo de un crimen.”

Otra posibilidad que el también docente se ha planteado en ese mismo terreno es emplear algún relato del jalisciense Juan José Arreola, en particular el cuento Parábola del trueque, del libro Confabulario.

Por una segunda oportunidad

En entrevista con motivo de la redición del disco compacto de Aura, realizada por el sello Tempus, Mario Lavista sostiene que fue durante el siglo XX cuando se edificó en México una sólida tradición de ópera en español.

Eso fue posible, explica, gracias a la estrecha relación que se fincó entre los ámbitos de las letras y la música nacionales, sobre a todo a partir de la segunda mitad de la pasada centuria.

Como ejemplos cita que José Pablo Moncayo escribió su única ópera a partir del relato La mulata de Córdoba, de José Villaurrutia; Daniel Catán hizo lo propio con La hija de Rapacini, de Octavio Paz; Julio Estrada compuso Los murmullos del Páramo, basado en la obra de Juan Rulfo, y Marcela Rodríguez realizó La sunamita, tomando como base un cuento de Inés Arredondo.

Es llamativo ver cómo los compositores mexicanos nos hemos interesado por la literatura y el teatro nacionales para convertirlos en ópera, y ópera en español, que además es algo difícil de entender, porque nosotros no teníamos una tradición de ópera en nuestro idioma, subraya el músico.

Hasta el siglo XIX, asevera, toda la ópera de compositores mexicanos, como Melesio Morales o Ricardo Castro, se hacía en italiano o francés, los lenguajes operísticos por excelencia en ese entonces.

Para Lavista resulta desilusionante que hayan transcurrido más de dos décadas desde que escribió Aura y sólo haya sido puesta en escena una sola ocasión.

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Mario Lavista, durante la charla con La Jornada, carga a su mascota EmmaFoto Roberto García Ortiz

Considera que toda obra tiene derecho a una segunda oportunidad, porque sólo así las nuevas generaciones pueden conocer y juzgar, a partir de lo cual, afirma, se continúa o construye una tradición musical.

En México es bastante sencillo estrenar obras. De hecho se estrenan muchas todos los años, el problema son las segundas audiciones, que prácticamente no ocurren.

Lejanía con la tradición italiana

Rencontrarse con Aura, lo cual sucedió al remasterizarla para el citado disco, suscitó varias reflexiones en Mario Lavista: la principal es que si la escribiera ahora sería muy diferente, porque uno no es el mismo 20 años después.

Sin embargo, si algo considera bien logrado en esa obra es la atmósfera de la música: “Lo que más me atrajo del cuento de Carlos Fuentes es la espléndida atmósfera que crea. Es un ambiente cerrado, todo ocurre dentro de una casa.

“Quise crear esa atmósfera en la cual el tiempo transcurre de manera diferente, no es el tiempo cotidiano. Un tema que me atrae mucho es el tiempo y es claro que en esa casa el tiempo corre de manera no lineal; es un tiempo que se muerde la cola, dando la sensación de eternidad; es una atmósfera muy agobiante.

Mi idea fue que esa atmósfera se convirtiera en una burbuja sonora dentro de la cual los personajes cantaran. De allí que no existan las grandes arias; todo el lenguaje está manejado desde el punto de vista silábico, lo cual aleja a mi obra de la tradición de la ópera italiana.

Otro aspecto del texto de Fuentes que cautivó al compositor fue que Aura es también una historia de amor: “Aura tiene que ver con ese famoso poema de Francisco de Quevedo titulado Amor constante más allá de la muerte. Es decir, cómo el amor entre una pareja trasciende la muerte y las de los amantes seguirán siendo cenizas enamoradas”.

Lavista indica que, desde el punto de vista estructural, musical, lo que hizo en su ópera fue crear un sistema, un tipo de estructura armónica que fuera como un mecanismo que comienza a avanzar, pero que inevitablemente da la vuelta sobre sí mismo y vuelve a empezar.

No es un sistema abierto, sino cerrado. Al terminar la obra, perfectamente puede encadenarse con su principio, dice. La música es el narrador, además de que los motivos que identifican a los personajes surgen de la orquesta, no de la voz.

El creador resalta que, por provenir de una familia melómana, la ópera ha estado siempre muy cercana a su vida, aunque no se considera un autor de ese género.

“Soy un compositor de música instrumental, de música de cámara, de orquesta, eso a pesar de que adoro la ópera. Además, éste es un arte muy especial, porque pide a priori que aceptemos todas las convenciones habidas o por haber. Es quizá el género más convencional que existe, en el que debemos aceptar todas las convenciones para que guste.”