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Expertos de la UNAM y el INAH analizaron 31 fósiles marinos descubiertos en Palenque

Los mayas supieron que donde habitaron hubo un inmenso océano, revela estudio

Hace 5 millones de años no existía lo que hoy es Centroamérica, sostiene Jesús Alvarado

 
Periódico La Jornada
Jueves 1º de julio de 2010, p. 8

Un estudio elaborado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) revela que los mayas supieron que la tierra en que habitaron fue, millones de años atrás, un inmenso océano.

Gracias al análisis de 31 fósiles marinos descubiertos hace 68 años en la zona arqueológica de Palenque, Chiapas, investigadores de ambas instituciones hallaron que la cultura maya usó simbólica y físicamente diversos vestigios para ampliar su conocimiento sobre el primigenio ecosistema acuático que formó esta zona.

Los fósiles más antiguos que se utilizaron para este estudio tienen 63 millones de años y corresponden al paleoceno. Pero también hay de otros periodos.

Colapso en el continente

Cuando construyeron Palenque, hace más de mil 200 años, los mayas incluyeron en las representaciones de sus dioses elementos de especies marinas: dientes de tiburón, espinas de mantarraya y fósiles de peces y moluscos.

En un comunicado, la UNAM informó que en ese trabajo, en el que colaboran desde 2007 Martha Cuevas García, del INAH, y Jesús Alvarado Ortega, del Instituto de Geología, se han estudiado los fósiles marinos mediante microscopía de barrido, detección de huellas químicas y análisis físicos para conocer la composición de materiales como huesos y estuco. Además, los investigadores usaron pruebas de sonoluminiscencia, fluorescencia y difracción de rayos X.

Los fósiles objeto de estudio se encontraron en Palenque en 1952, cuando el arqueólogo Alberto Ruz Lhuiller descubrió el Templo de las Inscripciones.

Los arqueólogos hallaron que dientes de tiburón y espinas de mantarraya fueron depositados como parte de las ofrendas que se hacían durante los funerales.

La presencia de estos elementos era una conexión entre los dos mundos: el marino y el terrestre, apunta la investigación del INAH y la UNAM.

Los mayas utilizaron estos fósiles durante el periodo clásico tardío, entre los años 600 y 850 dC.

A partir de trabajos de prospección paleontológica, los especialistas comprobaron que las rocas que contenían los fósiles marinos y los materiales utilizados para la construcción de Palenque eran los mismos.

El terreno sobre el que se asientan las ruinas es prácticamente plano, pero se tienen indicios de que los pobladores de esa ciudad maya modificaron la estructura de la región al extraer lajas, y fue entonces cuando los mayas encontraron los vestigios.

De acuerdo con Jesús Alvarado, hace 5 millones de años no existía la parte terrenal que hoy se conoce como Centroamérica. Esta zona estaba conformada por pequeños islotes y formaba corredores que permitían pasar a los organismos vivos; por ello, hay una mezcla singular del norte y del sur, y no es homogénea.

Agregó que el cambio del ecosistema marino a terrestre ocurrió por la dinámica de la Tierra: un choque entre el norte y el sur de América provocó movimientos en las placas tectónicas que modificaron los niveles continentales respecto del mar. Este colapso favoreció la formación de una zona territorial intermedia.

La investigadora del INAH sostuvo que la existencia de los vestigios nutrió la concepción maya de una ciudad marina asociada al inframundo.