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En 1998 había 6 mil por hectárea y ahora apenas subsisten 50 individuos, advierte biólogo

El ajolote podría desaparecer de las aguas de Xochimilco en 2013

Estamos perdiendo el eslabón más importante dentro un ecosistema que nos ofrece grandes beneficios en cuanto a clima, agua, hortalizas y paisaje ecológico, señala Luis Zambrano

 
Periódico La Jornada
Miércoles 23 de junio de 2010, p. a17

En 2008, Luis Zambrano González, jefe del Laboratorio de Restauración Ecológica del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), había advertido que, debido al deterioro del ecosistema acuático de Xochimilco, el ajolote podría extinguirse en un lustro. Hoy, dos años después, el biólogo dice que la cuenta atrás para la sobrevivencia de esta especie continúa corriendo y a partir de 2013 este animal, que cautivó al escritor Julio Cortázar, al geógrafo alemán Alexander von Humboldt y a los autores de los códices mexicas, podría desaparecer de las aguas de Xochimilco.

Aseguró que no pierde las esperanzas de que este emblemático animal de la mitología prehispánica pueda sobrevivir. Sin embargo, en entrevista sostuvo que sin la conciencia ecológica y la colaboración de los capitalinos, difícilmente el monstruo de las aguas, como lo bautizaron los antiguos pobladores del valle de México, podrá volver a nadar libremente entre las chinampas.

–¿Continúa la cuenta atrás del ajolote?

–Los pronósticos siguen su curso y los pescadores no han encontrado ajolotes desde el año pasado, cuando sacaron unos para un programa de televisión. Eso quiere decir que estamos muy cerca de la extinción en la naturaleza. Es muy probable que entre 2013 y 2020 ya estén completamente terminados y nuestros modelos dicen que desaparecerán entre 2014 y 2015.

–¿Cuál es la población actual?

–En 1998 había alrededor de 6 mil ajolotes por hectárea; en 2008 había 100 por hectárea y, si nuestros modelos funcionan, ahora habrá unos 50 individuos por hectárea.

–¿Cuáles son las principales amenazas de la especie?

–Por un lado, la urbanización, ya que, aunque no sabemos las razones, no vive en las zonas donde hay. Tiene que haber chinampa o árboles para que haya ajolote. Otro elemento es la calidad del agua: en cuanto menos calidad de agua, los ajolotes sobreviven poco tiempo. Xochimilco es diverso en ese aspecto. Y el tercer factor es la presencia de carpas y tilapias, dos especies exóticas que se comen los huevos y los ajolotes juveniles.

–¿Por qué no se ha podido cambiar el rumbo del ajolote?

–Hace años no sabíamos qué podíamos hacer para recuperar al ajolote, pero desde hace dos ya lo sabemos. Lo que ocurre es que hay factores sociales, políticos y culturales que hacen que el proceso sea lento. Por un lado, estamos intentando convencer a los chinamperos de generar en sus propias parcelas refugios donde los ajolotes puedan sobrevivir. Es más fácil y económico que sacar a todas las carpas y tilapias de los canales o mejorar la calidad del agua.

“Para hacer el refugio se ponen filtros rústicos en el canal, de tezontle y plantas, a través de los cuales ni las especies exóticas ni los sedimentos de metales pesados pueden pasar. Esto mejora la calidad del agua y los chinamperos pueden comercializar sus hortalizas con un valor agregado porque no sólo serían las hortalizas más saludables de la ciudad, sino que con su venta se estaría ayudando a salvar al ajolote. Hasta ahora hay tres refugios experimentales, pero convencer a los chinamperos es lento y el ajolote lo que menos tiene es tiempo.

Foto
Luis Zambrano y sus ajolotes en el Instituto de Biología de la UNAMFoto José Antonio López

“Por otro lado, el factor político. Como la recuperación de Xochimilco y del ajolote es de largo plazo, no interesa a los gobiernos locales. Si nuestro programa de recuperación funciona, los beneficios se verían en 15 años y los jefes delegacionales, desde que se sientan en la silla, ya están pensando en las próximas elecciones, que son en tres años. No entienden que la ecología no funciona por trienios; la ecología es continua. Y el tercer factor es el cultural. En esta ciudad existe mucha falta de cultura ecológica.

El ajolote últimamente ha llamado la atención de los medios extranjeros y cada vez recibo más correos de zoológicos o niños de escuelas de otros países que se interesan por él. En cambio, de México no recibo nada. Los capitalinos no tenemos la responsabilidad de conservar ni el panda ni el oso polar; tenemos la responsabilidad de conservar el ajolote. Por esas tres razones no hemos podido virar el bote, y ahora el ajolote tiene una nueva amenaza que acortaría dos años su supervivencia, y es la futura construcción del acuario más grande de América Latina.

Hermano de Quetzalcóatl

–¿En qué afectaría ese acuario al ajolote?

–En todo, porque para empezar se necesitan 54 mil metros cúbicos de agua, que habrá que sacárselos a 54 mil familias. A su vez, ese tanque pesa y Xochimilco se está hundiendo 30 centímetros por año, con lo cual se generaría un desequilibrio de pesos que modificaría los canales. Y la amenaza más importante sería la urbanización que se desarrolle alrededor. Si ponen el acuario nos podemos despedir de Xochimilco y del ajolote.

–¿Qué perdemos si se extingue el ajolote?

–Perdemos parte de nuestra identidad cultural y de nuestra diversidad. La carga cultural que tiene este animalito es impresionante; fue hermano gemelo de Quetzalcóatl, que es parte de la leyenda del Quinto Sol, la cual es equivalente al Génesis en la Biblia. Pero también perdemos el eslabón más importante dentro de un ecosistema que nos ofrece grandes beneficios en cuanto a clima, agua, hortalizas y paisaje ecológico. Esos beneficios los perdemos porque el ajolote es el guardián de un ecosistema que sigue dando vida a esta ciudad.