Opinión
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Balance de la Jornada

La misma historia

F

ieles a la tradición mexicana de no estropear las fiestas, el Tri se tuvo que conformar con un empate cuando las circunstancias del partido le daban para conseguir su primera victoria en una inauguración mundialista. Son ya cinco aperturas con pobre saldo de dos empates y tres caídas.

La selección dejó escapar la victoria por dos de sus dolencias eternas: la falta de gol y la fragilidad defensiva. A favor de los mexicanos hay que decir que mostraron personalidad para imponerse a la presión que significa abrir el Mundial ante el anfitrión. Buscaron el triunfo con su mejor argumento: el control del balón, aunque a veces eran excesivos los pases laterales y la profundidad sólo apareció en los botines de Giovani dos Santos, sin duda el mejor, y ya repuesto de la salida de su hermano Jonathan.

Difícilmente el Tri enfrentará a un rival tan accesible como Sudáfrica, que durante toda la parte inicial no realizó un remate directo a la portería de Óscar Pérez, pero tuvo la virtud de anotar en su primer disparo a la meta.

Después de observar a los cuatro integrantes del grupo, el empate es poca cosa. Vienen los rivales más complicados. Francia desaprovechó la superioridad numérica de los minutos finales, pero acalló las bocas que lo ubicaban como un equipo decrépito, mientras Uruguay tiene empaque, la garra que les costó la expulsión y delanteros de peligro.

Javier Aguirre decidió que el futuro puede esperar. Guillermo Ochoa dejó su supuesta titularidad en los guantes de un Conejo Pérez que demostró que la elección fue adecuada. En esas ironías de nuestro futbol, el arquero titular ni siquiera tiene equipo en México.

Javier Hernández tuvo que ingresar de relevo al ser superado por un Guillermo Franco que también justificó su inclusión. El Guille logró las mejores oportunidades y un gol hubiera coronado su buen rendimiento.

Otro joven que apareció en la banca fue Andrés Guardado. El Principito perdió la titularidad en la recta final y andaba pasando de noche hasta que mandó el buen pase que significó el gol.

Tuvo que ser un defensa el que devolviera el alma al cuerpo a miles de mexicanos en Johannesburgo y millones en el país. Qué bueno por Márquez, quien ya debía una buena acción en mundiales, luego de sus yerros y expulsiones en copas previas.