Opinión
Ver día anteriorSábado 12 de junio de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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México SA

Crecimiento cada vez menor en los pasados cinco sexenios

Con mucha suerte, el presente gobierno reportará 1.75% en promedio anual

E

l Banco Mundial tuvo a bien estimar que la economía mexicana crecería 4.3 por ciento en 2010, 4 por ciento en 2011 y 4.2 por ciento en 2012, el año que concluye el sexenio del actual inquilino de Los Pinos (algo por demás esperado), con lo que –de cumplirse su pronóstico– confirma que el de Felipe Calderón sería el gobierno con los peores resultados en dicha materia de los últimos 24 años, con una tasa anual promedio de crecimiento de 1.75 por ciento, muy lejos del 5 por ciento prometido por él en campaña, y aún por abajo del raquítico resultado sexenal de Vicente Fox.

El organismo financiero multilateral recién divulgó sus Perspectivas Económicas Mundiales 2010, en las que considera que para el caso mexicano se proyecta una recuperación hasta de 4.3 por ciento en el presente año, marcando el ritmo de crecimiento más rápido en casi una década, antes de bajar en 2011 y 2012. El crecimiento en 2010 será impulsado por una fuerte recuperación de las exportaciones, la demanda de bienes de exportación más importantes, como automóviles y aparatos electrónicos, y también será impulsado por la recuperación del consumo privado. Sin embargo, la recuperación del consumo se redujo en cierta medida por la caída en las remesas de los mexicanos que laboran en otros países (fundamentalmente en Estados Unidos), los mayores impuestos, el alza de los precios administrados y los mayores precios de alimentos, que erosionan el poder adquisitivo de los consumidores.

Eso dice el Banco Mundial, aunque de entrada registra un error, pues asegura que el citado 4.3 por ciento marca el ritmo de crecimiento más rápido en casi una década. Pues no, porque resulta que el último año (felizmente) de Fox en Los Pinos la economía nacional, de acuerdo con las cifras oficiales, reportó un incremento de 4.8 por ciento, proporción superior a la estimada por el organismo multilateral para el presente año, si bien el de 2006 fue el garbanzo de libra del escuálido cuan desaseado sexenio del cambio. Así, de acuerdo con las citadas perspectivas, a México le llevaría alrededor de un año y medio rellenar, y con sus bemoles, el profundo cráter económico abierto por la crisis de 2009, y sólo a partir de la segunda mitad de 2011 (siempre y cuando las referidas estimaciones se conviertan en realidad) el país retomaría el nivel reportado a finales de 2008, el cual, dicho sea de paso, tampoco era el recomendable, panorama que no precisamente resulta halagüeño.

Con lo anterior, se puede estimar el resultado calderonista sexenal en materia de crecimiento: 1.75 por ciento anual, como promedio, proporción sólo superada por Miguel de la Madrid como inquilino de Los Pinos, cuando tuvo a bien promediar 0.34 por ciento cada doce meses. Sin embargo, hay que tomar las precauciones del caso, puesto que las perspectivas del Banco Mundial, amén de tempraneras, parten del supuesto de que la economía estadunidense –de la que la mexicana depende en grado realmente peligroso– se reactivaría sin ningún tipo de problema ni barrera, y que el llamado motor del mundo rugirá como en los mejores tiempos y salpicará beneficios por doquier, algo que se presta más a un cuento de hadas que a una realidad medianamente sostenible.

Pero más allá de los supuestos que toma como base el organismo financiero internacional, las cifras que permiten estimar un crecimiento anual promedio de 1.75 por ciento durante el calderonato sólo confirman la triste historia de los últimos 30 años: el país cada vez avanza menos, los resultados empeoran año tras año y los mexicanos cada vez viven peor. Vale la pena el recuento: después del desastroso resultado económico de Miguel de la Madrid, la tasa anual promedio de crecimiento con Salinas de Gortari fue de 3.9 por ciento; con Zedillo 3.5 por ciento; con Fox 2.3 por ciento y con Calderón 1.75 por ciento (siempre y cuando se cumplan las estimaciones que se citan), de tal suerte que el periodo 1982-2010 arroja un famélico promedio anual de 2.3 por ciento, casi tres tantos menos de lo que el país crecía antes de que el neoliberalismo se introdujera con disfraz de caperucita modernizadora. En síntesis, cada sexenio que concluye arroja un balance peor que el anterior, pero eso sí, mayor número de discursos sobre un futuro venturoso.

Para 2010, el Banco Mundial estima un crecimiento de 6.5 por ciento para la economía brasileña, el mayor en América Latina; le siguen Perú, con 6.1 por ciento; Paraguay, 5.1; Argentina, 4.8; Uruguay, 4.6, Panamá, 4.5, y México, 4.3, en la séptima posición. Para Venezuela pronostica una caída de 2.9 por ciento, y para Haití la perspectiva resulta verdaderamente dramática: un desplome de 8.5 por ciento en el año.

El Banco Mundial da tratamiento especial al caso chileno: su crecimiento será más débil de lo previsto como resultado del terremoto que afectó al país en febrero pasado. En el corto plazo, los efectos perturbadores del terremoto en la actividad económica son mayores que los positivos (el impacto de la reconstrucción). Sin embargo, a partir de la segunda mitad de 2010, se espera una reacción positiva, y el crecimiento debería registrar 4.2 por ciento para el año en su conjunto, en comparación con el 4.7 por ciento proyectado antes del terremoto. El PIB potencial se ha afectado negativamente dada la magnitud de la destrucción de la capacidad productiva, en particular de la base industrial.

Todo lo anterior, desde luego, sin considerar el riesgo significativo para los países latinoamericanos por el crítico ambiente europeo, pues los vínculos financieros con algunos de estos países son muy amplios, como el caso mexicano y su dependencia de los capitales españoles, ahora propietarios de varios de los mayores bancos que operan en la nación. Los malos resultados económicos en Europa podría dar lugar a flujos de capital fuera de las economías de América Latina, lo que pondría una presión adicional a los tipos de cambio.

Más allá de eso, asegura el Banco Mundial, el panorama es maravilloso.

Las rebanadas del pastel

Todo indica que lo único que crece en el país, sostenida y cotidianamente, es el número de asesinatos. Sólo el de ayer, el balance resulta terrorífico… ¡Uf!: rápidamente los ratoncitos verdes consiguieron su primer tercio del boleto de regreso al país.