Opinión
Ver día anteriorMartes 1º de junio de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad Perdida

Y nos quedamos sin tranvía

Lamentable, el argumento oficial

E

l tema tal vez no dé para más, y naufrague, como muchos otros, en el mar de las incertidumbres, pero el caso es que el tranvía del Centro Histórico no se construirá.

La decisión desconcertó a todos. A las 10 de la mañana, como estaba agendado, en las oficinas de la dirección del Servicio de Transportes Eléctricos se inició la reunión para dar a conocer el fallo de la licitación que ampararía a la constructora del tranvía capitalino.

En la reunión se leyeron las bases y se dijo que el proyecto era viable, pero se pidió a la empresa Alstom que tuviera en cuenta la situación financiera del país, y de la ciudad de México en particular, y que tratara de ajustar sus precios a la baja. Para entonces las manecillas del reloj marcaban apenas unos minutos pasadas las 11 horas.

La cifra inicial propuesta por el consorcio era de 6 mil 354.3 millones de pesos, que por el pago a 25 años se incrementaría hasta los cerca de 17 mil millones de pesos. La empresa pidió unos minutos para reconsiderar su oferta y terminó reduciéndola en más o menos 16 millones de pesos, es decir, de 6 mil 354 se bajarían a alrededor de 6 mil 338.

Por parte del gobierno se hizo silencio. Minutos después la reducción para el precio de la construcción se amplió. La empresa francesa puso un nuevo precio reducido, ahora menor en 202 millones. La intención era, a todas luces, no perder el negocio.

Para entonces el reloj de Catedral marcaba la una de la tarde. Seis minutos después la voz del jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard Casaubon, llegaba desde Bonn, Alemania, a la cabina de transmisión del noticiario radiofónico de Jacobo Zabludovsky, para informar por ese medio que el trenecito del Centro Histórico no se construiría. Siete minutos más tarde la licitación fue declarada desierta.

Alstom reaccionó y para tratar de salvar el negocio quitó de su propuesta original algo así como 528 millones de pesos. Ya era tarde, el anuncio que destruía ese proyecto estaba en todos lados. El argumento del gobierno era muy simple: los recursos no alcanzan.

El anuncio fue catastrófico para la empresa, pero tal vez más para la gente. Saber que no hay recursos para una obra que se había defendido a capa y espada no parecía lo más importante, porque a fin de cuentas si el dinero hubiera estado allí, pese a todo el trenecito se hubiera echado a andar. Cuando menos eso fue lo que se nos dio a entender.

Es decir, para un político como Marcelo Ebrard, con sus vuelos, el impedimento era una cuestión de pesos y centavos. ¡Qué decepción! Cuántos defeños hubieran querido escuchar de la voz del máximo mandatario capitalino que el rechazo popular era el motivo de su decisión.

Saber que el jefe de Gobierno entiende a sus gobernados habría hecho la gran diferencia. Estar seguros de que un político es sensible a las peticiones de la gente era, sin duda, una muestra de fortaleza de gobierno. Por fin, sobre los intereses del negocio estaba el interés de la gente, pero no fue así. Cuando menos hasta ahora sólo se nos dice que se trató de una desavenencia financiera y no la razón de la gente. ¡Es una lástima!

Lo peor es que nos dice que hay un plan B. ¡Ay nanita!

De pasadita

En el enredo de la ley de antros se debe tener en consideración que autoridades como el secretario de Seguridad Pública de la ciudad, está en contra de lo que la Asamblea Legislativa aprobó, pero eso no da lugar a un veto, que entre otras cosas no está entre las facultades del gobierno de la ciudad. Las modificaciones que deberá imponer la administración capitalina van en el sentido de preservar libertades, pero sin permitir que la vida nocturna se convierta en caos. ¿Se entiende?