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El actor exhibió Abel, su primer largometraje, en festival de Cannes

Dirigir, lo más arriesgado que he hecho en mi vida: Diego Luna
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Desde la derecha, Diego Luna, Gerardo y Christopher Ruiz-Esparza, Karina Guidi y José María YázpikFoto Ap
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Sábado 15 de mayo de 2010, p. 7

Cannes, 14 de mayo. Como es natural, la mayoría de las películas que se exhiben en Cannes han querido ser reflexiones de su contenido. No se queda atrás Abel, primer largometraje de ficción como director de Diego Luna, carismático actor mexicano que saltó a la fama con Y tu mamá también. Siempre sonriente y afable, aunque un poco nervioso, Luna se mostró muy complacido por la buena acogida que le ha brindado la crítica en el certamen francés. El actor, quien debutó como cineasta en 2007 con el documental JC Chávez, sobre la vida del boxeador Julio César Chávez, admitió en esta entrevista estar fascinado con su nueva faceta profesional, que le permite confrontarse con sus propios demonios e incitar a la reflexión sobre nuestras sórdidas realidades.

Abel, proyectada en una sesión especial, trata sobre un niño que sale de un hospital siquiátrico para regresar a casa y encontrarse con que su padre abandonó el hogar dos años atrás. Un día elige sustituirlo, y empieza a asumir todo como si fuera el papá de sus hermanos y el esposo de su mamá. Cuando todo parece tomar un rumbo normal, el retorno del verdadero padre desata la batalla entre ambos por conservar su puesto como cabeza de familia. “Una locura muy bizarra, inspirada en el libro de David Trueba, El síndrome de Latimer, donde el protagonista padece una esquizofrenia ficticia”, explicó Luna.

–Al parecer estuvo muy a gusto como director.

–Sí. Fue una experiencia muy completa, demandante, intensa. Te confronta con todos tus demonios. Es un viaje muy solitario, con una responsabilidad enorme. Todos buscan una respuesta en ti, y tienes que demostrar que estás seguro de lo que haces. Fue un trabajo muy personal, un intenso proceso de introspección. Aquí todo tiene que ver contigo, y si no estás tú, no es honesto. Estoy feliz y orgulloso de lo que estoy haciendo. Sí volvería a actuar, pero por el momento mi cabeza gira alrededor de la dirección.

–¿Su experiencia como actor lo ayudó a sentirse seguro en esta nueva experiencia?

–Definitivamente dirigir es lo más arriesgado que he hecho en mi vida. Como actor, eres una herramienta del director, quien te usa para contar su historia. Como director, eres tú quien maneja todo, quien tiene el control. Tremendo desafío. Por eso es importante el proceso con los actores. En este caso, me tomé el riesgo de escoger a un niño que no sabía actuar para contar toda la historia a través de sus ojos. Muchas veces sentí el impulso de salir corriendo y detener todo. Me sentía invadido por mis inseguridades. Pero eso es lo que hace emocionante esta profesión, porque todo el tiempo te la estás jugando. Una vez que arranca el día ya no lo puedes parar. Tuve la ventaja de trabajar previamente con el director de fotografía y, durante la filmación, con el editor; eso me dio mucha seguridad.

–El guión, ¿lo escribió a partir de experiencias personales?

–Sí, tiene que ver mucho con quien soy, con mi historia. Para comenzar, gran parte se filmó en Aguascalientes, donde viví algunos años de mi niñez. Desde que yo era muy pequeño, mi papá jugaba el papel de padre y madre. Tienes que reconocerte en tu película. Abel habla de una cosa muy triste, tan común en nuestros hogares: el abandono del padre, no por necesidad, si no por estupidez. Como eso ya lo tenemos asimilado y lo aceptamos, la madre se convierte entonces en el verdadero pilar de la familia. En mi caso, la ausencia fue a la inversa (quedó huérfano de madre al año de edad). Por eso, esto es un homenaje a las madres, el papel fundamental que esta maravillosa figura adquiere, con sus enormes responsabilidades. Son ellas las que definen la educación de sus hijos, su futuro. Ahora que tengo un hijo y otro en camino, quisiera hacer conciencia al respecto. A final de cuentas, ser padre es lo más sencillo del mundo. Se trata de escuchar a la familia y de tratar de no cometer errores. Es una película optimista, más que algo sórdido.

–Irónicamente, la distorsión en la siquis de Abel lo lleva a comportarse como padre ejemplar, en contraste con su verdadero progenitor.

–La clave está en que Abel se da tiempo para escuchar a cada miembro de la familia: a la hija-hermana, a la que la planta el novio; a la mamá-esposa, quien asume la carga de llevar una casa; al hermano-hijo, a quien también le dedica su tiempo para jugar. Este es el mensaje fundamental que nos deja la cinta. Hay mucho en Abel de lo que quiero ser como padre.

–La cinta tiene dos aciertos: la sutileza en la narración muy intimista de los hechos, y que es una historia que no se centra en la vida miserable de sus personajes.

–La película no muestra una referencia exacta de la enfermedad que padece el niño. Pero la  expone a través de la relación y los conflictos con los demás personajes. La casa es pieza fundamental, pues representa el estado de esa familia. La casa define el tipo de familia que la habita, su color, su estructura, delatan si los hijos son felices o no, si conviven con amor o si tienen dinero.

–Al parecer, Canana Films, la compañía creada junto con Gael García Bernal, va viento en popa.

–Sí, comenzamos con buena estrella. Los filmes que hemos hecho han viajado por muchos lugares, varios festivales y generan ruido. Lo difícil es conseguir financiamiento. Estamos rodeados de directores jóvenes, un grupo de chavillos con ganas de hacer buen cine.