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Creó iconos que en la era de la publicidad mantienen su atractivo, indica experto

Botticelli cumple 500 años; inmortalizó la condición femenina de una época

Casi 370 mil visitantes recibió una gran exposición montada en el Museo Städel, de Fráncfort

En 2004, las obras maestras del artista renacentista regresaron al Palazzo Strozzi de Florencia

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La primavera (1481-82), figura entre los cuadros más célebres de Sandro Botticelli
 
Periódico La Jornada
Sábado 15 de mayo de 2010, p. 4

Roma, 14 de mayo. Sus hermosas mujeres parecen tener una actitud un tanto fría y distante; las madonnas se nos hacen frágiles con esos ojos colmados de melancolía. Hace siglos, el maestro italiano del Renacimiento, Sandro Botticelli, plasmó para la eternidad un tipo de mujer llena de gracia y marcada por una expresiva individualidad que sigue impresionando en la actualidad.

Las exposiciones de obras del pintor florentino atraen a las masas debido a que Botticelli, de cuya muerte se cumplen 500 años el 17 de mayo, no sólo es uno de los grandes artistas, sino además sinónimo de la época de oro de los Medici bajo el régimen de Lorenzo el Magnífico.

Al servicio del Vaticano

Cuando el Museo Städel de Fráncfort inauguró el año en homenaje a Alessandro di Mariano Filipepi –conocido como Botticelli– con una gran exposición, el acto se transformó en un éxito. La exhibición fue visitada por casi 370 mil personas, récord en 200 años de historia de esa pinacoteca.

El director del Städel, Max Hollein, dijo saber por qué: el gran pintor del apogeo del arte florentino del siglo XV creó iconos femeninos que actualmente, en la era de la publicidad, siguen resultando atractivos.

Para Hollein, hoy siguen existiendo mujeres Botticelli: la modelo Kate Moss y la actriz Uma Thurman, por ejemplo, tienen un estilo muy relajado y al mismo tiempo se muestran inaccesibles y hermosas, comentó.

Y es que, cuando un museo consigue reunir suficientes obras de Botticelli procedentes de todo el mundo como para montar una exposición, ésta suele convertirse en un acontecimiento relevante.

En 2004, las obras maestras de este florentino nacido en 1444 o 1445 regresaron, tras cinco siglos, al Palazzo Strozzi de Florencia.

En esa ocasión, El nacimiento místico, de la National Gallery de Londres, tuvo que ser asegurado por 55 millones de euros, cifra récord.

En el caso de la Virgen con el niño y san Juanito, de la National Gallery de Edimburgo, hubo que abonar 40 millones de euros.

Pero los cuadros atrajeron a los seguidores y las obras maestras volvieron a estar expuestas en un imponente palacio renacentista, algo que sólo puede ocurrir en Italia.

El sensible pintor y dibujante trabajó principalmente para las casas señoriales de la metrópolis toscana. Un ejemplar magnífico de esta producción es Retrato de Juliano de Medici, que se encuentra en la National Gallery of Art de Washington.

Pobreza y olvido

Experto en todo lo que fueran imágenes religiosas, representaciones mitológico-alegóricas (como Minerva y el centauro) y los retratos, Sandro Botticelli también puso sus habilidades al servicio del Vaticano.

En dos años pintó tres importantes frescos de la Capilla Sixtina, entre ellos La tentación de Cristo y Hechos de la vida de Moisés. Para hacer estas pinturas murales, el artista interrumpió su trabajo, tan productivo como exitoso, en las coloridas imágenes de madonnas.

Pero también hubo etapas oscuras. La gran época llegaría a su final en el siglo XV, debido tanto a la muerte del gran Lorenzo de Medici, en 1492, como a la gran sombra apocalíptica que arrojaba el sombrío predicador Girolamo Savonarola (1452-1489).

Botticelli comenzó además a preocuparse por los valores de la sociedad florentina y sus pinturas pasaron a ser más serias y sobrias. Al morir el maestro, en 1510, en medio de la pobreza y el olvido, ya había comenzado una nueva era.

Sin embargo, su genio sobrevivió los avatares del tiempo. Un destacado ejemplo es el acabado y delicado Nacimiento de Venus, una interpretación muy lírica del mito clásico, que se ha convertido en uno de los grandes favoritos del público del pintor.

Muchos consideran que se trata del primer desnudo femenino de la pintura moderna. Puro y melancólico.