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Espectacular desfile militar en la Plaza Roja de Moscú en medio de estricta vigilancia

Celebran el 65 aniversario del Día de la Victoria sobre la Alemania nazi

Explosión en una mina de carbón en la región siberiana de Kemerovo empaña los festejos

Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 10 de mayo de 2010, p. 31

Moscú, 9 de mayo. La fiesta más entrañable para el pueblo ruso, el Día de la Victoria sobre la Alemania nazi en la Gran Guerra Patria, como llaman aquí al capítulo soviético (1941-1945) de la Segunda Guerra Mundial, cuyo 65 aniversario se conmemoró con bombo y platillo este domingo, tuvo como contrapunto trágico una doble explosión de metano en una mina de carbón de la región siberiana de Kemerovo.

Como es habitual en esta fecha, pero hoy con mayor derroche de recursos, la Plaza Roja de Moscú fue escenario de un grandioso desfile militar, por primera vez con participación –aunque más bien simbólica– de soldados de Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña, en calidad de integrantes históricos de la coalición antihitleriana y nunca como unidades de la actual OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), Polonia y de diez países de la antigua Unión Soviética.

Ante los 21 jefes de Estado o gobierno presentes –entre otros, la canciller federal de Alemania; el presidente de China; los mandatarios de siete repúblicas ex soviéticas; los presidentes de Bulgaria, Croacia, Eslovaquia, Eslovenia, Israel, Mongolia, Montenegro, Polonia, República Checa, Serbia y Vietnam–, desfilaron 10 mil 500 soldados.

Rusia aprovechó la ocasión para exhibir su arsenal: 159 unidades de moderno armamento, desde tanques T-34 hasta misiles balísticos intercontinentales Topol-M, pasaron por la Plaza Roja, seguidos de 127 aparatos, comenzando con helicópteros de transporte y terminando con bombarderos estratégicos pesados escoltados por cazas, que surcaron el cielo a una altura de 300 metros.

Concebida por el Kremlin esta conmemoración también como oportunidad idónea para reivindicar el liderazgo de Rusia como una de las grandes potencias de nuestro tiempo, ausencias significativas deslucieron dicho propósito.

El presidente de Estados Unidos y el primer ministro de Gran Bretaña adujeron problemas de agenda, en tanto el mandatario de Francia y el premier de Italia se disculparon de último momento pretextando las turbulencias del euro.

Tampoco asistieron los presidentes de Georgia, Kirguistán, Moldavia, Lituania y Uzbekistán. Los de Bielorrusia y Ucrania estuvieron aquí el sábado y se regresaron a Minsk y Kiev para encabezar sus propios desfiles.

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Quince minutos duró el espectáculo de fuegos artificiales ayer en la Plaza Roja de Moscú para conmemorar el Día de la VictoriaFoto Ap

Cabe apuntar, según se pudo ver en la transmisión vía satélite de la televisión ucraniana, que el de Kiev fue menos espectacular pero más emotivo que el de Moscú, al incluir, por poner un ejemplo, la reproducción por megafonía de las palabras del legendario locutor de la radio soviética Yuri Levitán, al anunciar el 9 de mayo de 1945 el fin de la guerra y, por mencionar otro, el libre acceso de la gente a los actos conmemorativos.

En Moscú, en cambio, quizá por el temor a un atentado suicida como los que hubo a finales de marzo en el Metro, el despliegue policial impidió, por primera vez en muchos años, la libre circulación por el centro de la ciudad, no se diga ya por las zonas próximas a la Plaza Roja.

Por eso, al espectacular desfile militar de hoy le faltó algo que no es secundario en una celebración que desde las autoridades se pretende –y es, por encima de cualquier restricción– del pueblo: el público que debió estar ahí, a pie de plaza, aunque careciera de la rigurosa invitación para acceder a la tribuna de honor.

Eso sí, quienes aguantaron horas de formar fila para pasar los múltiples controles de seguridad y por la noche llenaron la Plaza Roja asistieron a un inédito espectáculo digno de competir con los mejores montajes hollywoodescos: una auténtica apoteosis de fuegos artificiales, variados en forma y color, durante 15 minutos sin interrupción.

Pero mientras la euforia festiva cerraba en Moscú los actos conmemorativos del Día de la Victoria, en la región siberiana de Kemerovo, en la mina de carbón Raspadskaya continuaban atrapados –prácticamente sin oxígeno y con cada vez menos posibilidades de salvarse ante el riesgo de una tercera explosión– 64 mineros y 19 miembros de los equipos de rescate.

Oficialmente, la primera explosión de grisú –metano altamente inflamable al mezclarse con aire– ocasionó anoche 12 muertos y 71 heridos, de éstos 57 hospitalizados.

El segundo estallido, que ocurrió cuando descendieron los rescatistas, redujo a 18 por ciento la ventilación, según informó esta noche Serguei Shoigu, titular del Ministerio de Situaciones de Emergencia.

Por la noche, Valery Korchagin, funcionario de emergencia regional, informó, en declaraciones a la agencia Reuters, que los equipos de rescate pudieron reingresar a la mina.