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¡Cuánto cuento!
U

n cuento, según la Real Academia Española de la Lengua, es la relación de un suceso, una breve narración (oral o escrita) de sucesos falsos o de pura invención, de carácter sencillo, hecha para fines morales o recreativos. El vocablo también se usa para dar cuenta de una trápala, un embuste o un engaño. Asimismo, puede dar cuenta de una quimera, una enemistad o una desazón.

Hay cuentos malos y cuentos buenos, según la calidad de su prosa; los hay edificantes y los hay anodinos. Hay cuentos de hadas y los hay de misterio o de terror.

Los cuentos que solemos llamar clásicos de la literatura infantil pueden tener también la cualidad de ser material de apoyo para los procesos elaborativos en la resolución de conflictos internos propios del desarrollo de la sique humana. De ello nos habla Bruno Bettelheim en su interesante libro Psicoanálisis de los cuentos de hadas.

Los cuentos han sido y siguen siendo parte de la cultura y fiel reflejo de la misma. Plasman la naturaleza humana y sus vicisitudes. Dicho género literario sigue en pie. Parece inherente a la condición humana la necesidad de narrar, contar y transmitir cuentos. Pero no hay que dejar de lado las acepciones de embuste y engaño, trápala, quimera, enemistad y desazón.

Con esas acepciones en mente, un cuento actual cargado de realismo podría ser el siguiente: Érase una vez un planeta enloquecido. Hasta el clima estaba patas arriba por obra y gracia de un grupo grande de malvados. Inmersos en la irracionalidad, poseídos de egoísmo y enfermos de poder, ejercían sus maleficios inventando atrocidades: guerras, estafas bancarias millonarias, burbujas inmobiliarias, bombas inteligentes, misiles de alto poder, armas de destrucción masiva, mortíferas sustancias químicas, terrorismo, narcotráfico y otras muchas barbaridades.

A consecuencia de tan crueles dislates, la población fue diezmada por hambre, el hambre y la inanición de muchos millones de niños y adultos, guerras terribles, desastres ecológicos y atrocidades financieras. Ni qué decir del miedo y la desesperanza de la sociedad.

En este maltrecho planeta hasta la justicia y los derechos humanos fueron pisoteados. Desde el lugar del poder, se seguían contando cuentos que no tenían nada de recreativo ni moraleja alguna. Cuentos terroríficos cargados de engaño, embuste, enemistad y desazón...

¿Cuál podrá ser el desenlace de este cuento de pesadilla o esta pesadilla de cuento?

Parafraseando a Sigmund Freud diremos que cuando el discurso se agota hay que ceder la voz a los poetas. León Felipe, quien mucho conoció y poetizó sobre los desastres humanos, a propósito de los cuentos dijo:

Yo no sé muchas cosas, es verdad./ Digo tan sólo lo que he visto./ Y he visto./ Que la cuna del hombre la mecen los cuentos.../ Que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos.../ Que el llanto del hombre lo taponan con cuentos.../ Que los huesos del hombre los entierran con cuentos.../ Y que el miedo del hombre.../ ha inventado todos los cuentos./ Yo sé muy pocas cosas, es verdad./ Pero me han dormido con todos los cuentos.../ Y sé todos los cuentos.