Opinión
Ver día anteriorMartes 20 de abril de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad Perdida

Intereses ciudadanos y partidistas, las caras de la supervía

Dos güeras en el caso Martí

D

igamos que el golpe fue el clásico descontón, ése que se propina sin aviso y desconcierta por momentos al opositor. Se trataba, entonces, de que la respuesta fuera mínima o no se diera; pero las cosas no salen tan bien como se planean, a veces se tuercen en el camino, sobre todo cuando con el descontón, las cosas pretenden hacerse a la mala.

Para la construcción de la supervía, las autoridades del gobierno capitalino decidieron no consultar a los ciudadanos que podrían ser afectados por la obra, y llegar de un día para otro con el malicioso ¿qué creen?, para avisarles que por el bien de la capital sus casas, o sus terrenos, serían expropiados.

Mal midieron quienes aconsejaron a Marcelo Ebrard que se lanzara a tal tarea. La respuesta de la gente del sur, sobre todo los habitantes de la colonia Malinche, fue inmediata y contraria a los pronósticos que levantaron los asesores del jefe de Gobierno. La gente no se quiere ir por el dinero que les ofrecen por sus propiedades, y el asunto promete convertirse en un caos para Ebrard.

Lo más grave del asunto es que bien se hubiera podido cambiar el curso de esta tormenta. En el gobierno de la ciudad se sabía que los cambios en la ley de expropiaciones que fomentó el panismo dejarían sin oportunidad de pedir el amparo de la ley a los colonos, y eso en términos de un buen quehacer político, podría haber hecho la diferencia.

Alguien le informó, mejor dicho, le mal informó a Ebrard, de que las cosas estaban bien controladas por lo que a los llamados afectados corresponde, incluso el lunes por la mañana así se le hizo saber, y tal vez sea cierto, pero el resultado, si se mide por las manifestaciones de descontento, es totalmente diferente. Es que en el asunto intervienen ahora los intereses políticos de las corrientes del PRD, y han dado paso a que hasta los azules, que serían los primeros en aplaudir una obra que beneficie a la iniciativa privada, busquen sacar raja del asunto.

La parte beligerante del PRD que encontró en la obra el mejor pretexto para ejercer presión contra el Gobierno de la ciudad, es la que maneja René Bejarano. Sin posibilidades, por el momento, para controlar el perredismo del DF mediante la elección de comités vecinales, que rechazó la parte de la Asamblea Legislativa, y el mismo gobierno central, y donde Bejarano lleva mano, su corriente se lanzó en contra de la decisión de Ebrard, para la construcción de la supervía, y además, juran, los bejeranistas, que no dejarán de oponerse sino se cambia, y ya, el acuerdo de la ALDF que llevará a la elección vecinal casi hasta final de año, cuando otras corrientes hayan terminado el trabajo de afiliación que hoy ejecutan.

Total, que la situación de la supervía tiene dos caras. Una, la más noble, es el conflicto con los vecinos que podría arreglarse si se les llega a convencer de los supuestos o reales beneficios que traerá para la ciudad. El otro, el político, debe aclararse de inmediato, ya es hora de que se desenmascare para que las cosas no se enreden más, y para que los ciudadanos tengan los elementos clave para entender el conflicto.

De lo contrario esto puede desembocar en algo parecido a lo que ocurrió en Polanco, cuando se trató de construir allí la Torre Bicentenario, así que más vale poner las cosas en claro antes de que sea muy tarde.

De pasadita

En la Secretaría de Seguridad Pública federal se quiere salvar a la mujer conocida como La Lore de una sentencia que la haría pasar muchos años en la cárcel. Una y otra vez, desde esa instancia se ha tratado de anular la investigación que tiene la Procuraduría de Justicia del DF, y mantiene presa a la mujer. Ahora dicen que tienen a la auténtica güera, y aseguran que está confesa. Que ella fue la que estaba en el retén que frenó el paso de la camioneta donde viajaba el joven Fernando Martí. Lo malo es que el único testigo presencial de tal hecho, el guardaespaldas del hijo del empresario Alejandro Marti, no solo no reconoce físicamente a la güera de la SSP federal, tampoco dice haber escuchado la voz de la consignada por los federales, pero sí sabe que la voz de La Lore es la misma que escuchó en el retén. ¿De qué se trata?