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Moscú refuerza su base en el país centroasiático; Washington mantiene actividad militar

El gobierno interino de Kirguistán solicita ayuda material a Rusia
Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 10 de abril de 2010, p. 21

Moscú, 9 de abril. El gobierno interino de Kirguistán –constituido por un grupo heterogéneo de aliados coyunturales– aseguró este viernes que tiene bajo control la situación en este país centroasiático que a mediados de semana se alzó contra Kurmanbek Bakiyev, el depuesto presidente.

Mientras tuvo que sacar a la calle unidades antidisturbios del ejército para tratar de contener el saqueo en Biskek, capital kirguisa, el Ejecutivo provisional, encabezado por Rosa Otunbayeva, busca reconocimiento internacional y envió esta noche a Moscú al ex primer ministro Almazbek Atambayev y otros emisarios para pedir al Kremlin ayuda material, sobre todo dinero y derivados de petróleo.

El segundo en la jerarquía del gobierno interino, Omurbek Tekebayev, dio a entender que si la situación se deteriora, las nuevas autoridades podrían solicitar a Rusia desplegar un contingente de pacificación en Kirguistán, adicional a los 150 soldados que el presidente Dimitri Medvediev ordenó anoche trasladar a la base aérea de Kant para proteger al personal ruso.

Hasta el momento, la eventualidad apuntada por Tekebayev no ha merecido ningún comentario oficial en Rusia. Sin embargo, un vocero de la cancillería dijo a una agencia noticiosa local que el Kremlin está dispuesto a mantener contactos con el Ejecutivo interino de Kirguistán, pero una cooperación más amplia sólo será posible después de que se celebren elecciones y Bishkek tenga un gobierno legítimo.

Estados Unidos, si bien con más cautela, también parece asumir que es irreversible el derrocamiento de Bakiyev y ha cancelado varias citas a su hijo y frustrado sucesor, Maksim Bakiyev, cuya estancia en Washington coincidió con los acontecimientos en su país.

En lo que podría interpretarse como un primer paso de entendimiento con las nuevas autoridades, este viernes se reanudaron los vuelos desde la base aérea de Manás, arrendada por Estados Unidos y clave en la logística de la guerra en Afganistán.

En tanto, el depuesto mandatario sigue refugiado en su feudo de Markai, en la región de Dzhalal-Abad, en el sur de Kirguistán, cada vez más solo políticamente. Uno de los pocos apoyos que le quedaban, el ejército, hoy le dio la espalda y se puso del lado de las nuevas autoridades.

Bakiyev –quien se niega a dimitir con la esperanza de que el gobierno interino no pueda frenar los saqueos en Bishkek y otras localidades que adquieren dimensiones alarmantes, lo mismo que la ocupación de tierras en torno a la capital kirguisa– se dedica a ofrecer a diestra y siniestra entrevistas telefónicas con medios extranjeros y dijo estar dispuesto a negociar con el gobierno interino sobre la base de que se le garantice plena inmunidad, que por ahora le otorga la Constitución.

Otunbayeva reviró que nada tienen que negociar con Bakiyev y que a la brevedad se emitirá un decreto que debe quitar la inmunidad al presidente depuesto para que pueda ser juzgado por sus delitos, igual que su hermano Zhanysh Bakiyev, hasta hace poco director del servicio secreto kirguís, y otros miembros de su clan.

Las nuevas autoridades acusaron a Zhanysh Bakiyev de haber ordenado a sus hombres colocar tres artefactos explosivos, que fueron localizados y desactivados esta mañana en el centro de Bishkek.

También se le imputa, junto con Marat Bakiyev, otro hermano del presidente huido, haber dado la orden de abrir fuego contra los manifestantes durante los disturbios del 7 de abril anterior en la capital kirguisa, que oficialmente dejaron un saldo de 75 muertos y mil 520 heridos.