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Miembros del Servicio Secreto estadunidense y agentes mexicanos vigilaron la cancillería
 
Periódico La Jornada
Miércoles 24 de marzo de 2010, p. 7

Decenas de integrantes del Servicio Secreto de Estados Unidos, más de 500 militares mexicanos y 80 agentes federales fueron desplegados en calles aledañas a la Secretaría de Relaciones Exteriores, en pleno centro de la ciudad de México, como parte de la seguridad que se brindó a los funcionarios de ambos países que participaron en la Reunión de Alto Nivel en donde se analizaron temas como seguridad, migración y narcotráfico.

Las avenidas Independencia y Juárez, a partir del Eje Central Lázaro Cárdenas hasta la calle de Balderas, y las arterias cercanas a Relacines Exteriores, se vieron llenas de militares y también de policías encubiertos.

Los primeros vestían su uniforme verde olivo y patrullaban a pie portando armas largas. Los policías vestían de civil. Usaron desde pantalones de mezclilla hasta traje y corbata, pero sus radios y sus pláticas en clave los delataban ante traunsentes y periodistas.

Esta vez no hubo francotiradores resguardando la zona, apenas cuatro camiones militares se estacionaron desde las cinco de la mañana en las inmediaciones del Barrio Chino, y cuatro patrullas de la Policía Federal se apostaron en la entrada trasera de la cancillería, cuyo acceso principal fue cerrado y en la orilla de la banqueta se colocaron apenas unas cuantas vallas metálicas de un metro de altura.

Participantes

Los asistentes por parte de las autoridades mexicanas fueron los secretarios de Gobernación, Fernando Gómez Mont; de la Defensa, Guillermo Galván; de Marina, Francisco Saynez; el titular de la Procuraduría General de la República, Arturo Chávez, y Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública federal.

Por Estados Unidos, las secretarias de Estado, Hillary Clinton, y de Seguridad Interna, Janet Napolitano; el director de Inteligencia, Dennis Blair; el secretario de la Defensa, Robert Gates, y Michele Leonhart, de la agencia antidrogas (DEA).

No hubo calles cerradas ni limitantes para la circulación de peatones o vehículos, y los funcionarios mexicanos y estadunidenses se limitaron a utilizar camionetas blindadas ofrecidas por el gobierno de México para trasladarse del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México hasta el Centro Histórico y luego a la residencia oficial de Los Pinos.

Tampoco llegaron grupos de manifestantes, solamente dos hombres solitarios frente a la entrada de la cancillería donde mostraron pancartas con leyendas como Estoy en contra de las bodas gay y También hay militares y policías buenos.