Cultura
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El escritor y colaborador de La Jornada recibió un homenaje póstumo en la UAM

Resaltan las rupturas de fronteras disciplinarias de Carlos Montemayor

Reconocen el quehacer pionero del maestro en la difusión de la cultura en esa casa de estudios

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Jimena y Alejandra, hijas de Carlos Montemayor, ayer en la Universidad Autónoma Metropolitana unidad Azcapotzalco durante el homenaje póstumo que se rindió a su padreFoto María Luisa Severiano
 
Periódico La Jornada
Martes 23 de marzo de 2010, p. 8

La mañana de este lunes se rindió un amplio reconocimiento a Carlos Montemayor (1947-2010), por su trabajo pionero y como fundador de una de las más reconocidas instituciones públicas de enseñanza superior a escala nacional: la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Esa labor del fallecido escritor y colaborador de La Jornada contribuyó al desarrollo y fortalecimiento de la extensión y difusión de la cultura en esa casa de estudios.

Para el homenaje que duró más de cuatro horas en la unidad Azcapotzalco de la UAM, se reunió un abundante grupo de colegas, académicos, discípulos y amigos, quienes recordaron vivencias y evocaron de manera extensa y detallada el entusiasmo, la claridad de pensamiento y el talento de Montemayor, ya fuera como docente, amigo (más de uno no dejó de recordar el gusto del maestro por contar chistes) o como tenor.

Defensor de las lenguas indígenas

De igual manera se recordó su humanismo generoso e inquebrantable compromiso social, como un hombre crítico y cuestionador del Estado y defensor de las lenguas indígenas.

Pero sobre todo se destacó su vínculo con la unidad Azcapotzalco de la UAM, ya que fue ahí donde muy joven Carlos Montemayor comenzó su fructífera trayectoria. Primero como alumno, a los 27 años, y luego como profesor cuando apenas iniciaba la década de sus 30 años.

El entusiasmo que puso a la tarea de trasmitir ya para entonces sus amplios conocimientos, así como para el desarrollo de la extensión y difusión cultural, fue determinante para esa área de la UAM.

Por ejemplo, durante el homenaje se resaltó que Carlos Montemayor fue fundador del hoy denominado Departamento de Humanidades. Creó la Dirección de Difusión Cultural Universitaria, hoy Coordinación General de Difusión.

Como encargado de esa coordinación, recordó el profesor Romualdo López Zárate, “le dio un nuevo contenido al Boletín Informativo, incorporando cuestiones de literatura y poesía; impulsó las actividades académicas mediante carteles, reavivó los talleres de teatro, música, poesía, canto coral, ballet folclórico y moderno, y buscó incorporar las actividades culturales en la formación de los estudiantes, no como una actividad superflua”.

Montemayor, abundó el académico, “inició el ciclo de lecturas dramatizadas con autores mexicanos menores de 40 años, contribuyó para gestionar el comodato del teatro Casa de la Paz, puso en funcionamiento la Galería Metropolitana, cuya primera exposición incluyó una serie de mixografías de Rufino Tamayo; fundó la Revista Casa del Tiempo y creó la colección Molinos de Viento y el Premio Nacional de Danza junto con el Fondo Nacional para Actividades Sociales (Fonapas) y el Instituto Nacional de Bellas Artes; y promovió la divulgación de poetas nacionales e internacionales, mediante la colección Carteles de Poesía”.

En el acto también se habló de Montemayor en su faceta de literato, poeta y tenor. Gracias a la tecnología, su voz se pudo escuchar, no como cantante, sino en charlas informales de sobremesa, en las que hablaba sobre sus orígenes musicales o de poesía con Alí Chumacero, cintas proporcionadas por Antonio Bravo, pianista de Montemayor.

Hombre de grandes horizontes

El trabajo interdisciplinario que realizó Carlos Montemayor, destacó en su participación José Ronzón, es de gran valía en el contexto universitario contemporáneo. Fue un hombre visionario, de grandes horizontes, de rupturas de fronteras disciplinarias en aras de la reflexión humana y social, y sobre todo un luchador de las causas justas.

En el homenaje al autor de Las armas del alba participaron también Paloma Ibáñez Villalobos, rectora de la Unidad Azcapotzalco; Jorge Ruiz Dueñas, Vladimiro Rivas, Lilia Pérez Franco, José Alfredo Sánchez Daza, de quien en ausencia se leyó un texto; Francisco Conde, Edelmira Ramírez, Leticia Algaba e Ignacio Trejo Fuentes, entre otros.