Cultura
Ver día anteriorViernes 19 de marzo de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

William Kentdrige dirigió el estreno neoyorquino de esa ópera satírica del compositor ruso

Llevan al Met el humor corrosivo de La nariz, de Shostakovich

El director escénico contrasta con el apartheid esa feroz crítica social contra el estalinismo

El MoMA exhibe una muestra del artista sudafricano, que incluye el trabajo previo a esa obra

Foto
El avatar del tiempo en Times SquareFoto Pablo Espinosa
Foto
Escultura de Giacometti, en el Museo de Arte Moderno (MoMA), de Nueva YorkFoto Pablo Espinosa
Enviado
Periódico La Jornada
Viernes 19 de marzo de 2010, p. 3

Nueva York., 18 de marzo. En el mismo escenario, con pocas horas de diferencia, se encontraron Anna Netrebko y Valery Gergiev, el legendario director de orquesta especializado en Shostakovich y quien realizó aquí el estreno de La nariz, ópera satírica del compositor soviético con una clara crítica política al sistema estalinista, en una puesta en escena dirigida por una leyenda viva, el maestro sudafricano William Kentdrige, quien actualizó esa feroz crítica social hacia el apartheid y el absurdo de las jerarquías sociales de la actualidad. A unas calles de distancia, en el Museo de Arte Contemporáneo (MoMA) de Nueva York, se muestra una amplia retrospectiva de Kentdrige, que incluye, por supuesto, su trabajo previo para La nariz.

Este nuevo encuentro en Nueva York resulta relevante, porque fue en los pasillos del Teatro Marinski, de San Petersburgo, sede de la Ópera de Kiev, donde hace lustros Anna Netrebko trabajaba como empleada de limpieza y allí la descubrió Valery Gergiev, entonces director de esa casa de ópera, donde Anna vivió su historia de La Cenicienta, convertida ahora en la reina de la ópera en el mundo.

En la Metropolitan Opera House (Met) de Nueva York culmina este sábado una temporada fulgurante cantando el papel de Mimi, en La Bohème, de Giacomo Puccini.

El estreno de La nariz, ópera de apenas una hora con 44 minutos de duración que escribió Shostakovich cuando tenía 22 años, ocurrió en el Met, merced a una coproducción entre esa casa de ópera, el Festival d’Aix-en-Provence y la Opera National de Lyon, Francia, con Valery Gergiev a la batuta.

A su vez, el Met de Nueva York unió fuerzas con el MoMA neoyorquino: en el lobby de la casa de ópera se muestran dibujos y otras obras alusivas al montaje de La nariz, realizados por William Kentdrige, mientras en el el museo se muestra en estos días una amplia retrospectiva del artista sudafricano con el título Five Themes, uno de los cuales es el tema de la multicitada ópera de Shostakovich.

En escena, el joven barítono polaco-brasileño Paulo Szot encarna al personaje de Gogol, el mayor Kovalyov, quien una mañana despertó con la sorpresa de que su nariz había desaparecido, para encarnar en un oficial de mayor rango burocrático.

La escenografía de William Kentdrige utiliza el recurso de la caja negra, en cuyo interior se desarrolla la acción escénica, mientras el exterior funge como magna pantalla de proyección donde discurren las imágenes de animación dibujadas por Kentdrige, combinadas con material documental de los archivos soviéticos, donde aparecen Stalin, Trotsky (cuya desaparición se monta en paralelo a la desaparición de la nariz del protagonista), el propio Shostakovich al piano y la primma ballerina Anna Pavlova, todos superpuestos en sus rostros con una inmensa nariz diseñada por el genial artista sudafricano.

Espíritu satírico

La música de Shostakovich, de particular dificultad técnica para la orquesta entera y en especial para la sección de alientos-metales, entabla el relato sonoro en su peculiar humor corrosivo, su espíritu satírico que habría de llevar a sus últimas consecuencias en su siguiente ópera: Lady Macbeth de Mtsenks, que habría de marcar el inicio de la cruenta persecución que inició Stalin contra el compositor.

Todo eso está implícito en la puesta en escena de William Kentdrige y en la música de Shostakovich. Además, fuertes dosis del expresionismo alemán (Shostakovich escribió esta ópera luego de deslumbrarse con el Wozzeck, de Alban Berg) y las imágenes de brutal belleza creadas por Kentdrige. Por supuesto que una intensa atmósfera kafkiana sobrevuela el escenario.

En la exposición dedicada a Kentdrige en el MoMA se aprecia el genio de este artista sudafricano, su sólida formación ecléctica, la clara influencia de Francis Bacon en sus obras, la puntual documentación artística que realizó de la cruenta violencia del apartheid, además de sus filmes de animación ya clásicos.

Uno de los cinco temas que toca la exposición es un trabajo operístico previo con La flauta mágica, de Mozart: dispuestos dos teatrinos diseñados por él mismo y un pizarrón donde se proyectan imágenes alucinógenas, se explaya su muy particular visión cósmica, integral, de las ideas de Mozart, además de un deslumbrante número final con artefactos robotizados.

En salas contiguas, la exposición que dedica el MoMA al maestro Tim Burton está a todas horas pletórica de visitantes, en especial jóvenes que se atropellan, se amontonan, pelean por milímetros de espacio para degustar las animaciones de Burton, sus dibujos, los diseños de sus personajes, entre ellos los de la película Mars Atack, El joven manos de tijera y un géiser inagotable de imágenes, muñecos, artefactos de vario linaje.

Tumultos para degustar la imaginación visual, el talento creativo, el torrente de ideas en más de 700 piezas poco o nunca vistas: pinturas, dibujos, fotografías, filmes de animación, guiones, muñecos, arte conceptual, maquetas, vestuarios y todo el arsenal que rodea los filmes del director de Alicia en el País de las Maravillas.

Inevitable entonces la comparación, dado que multitudes acuden a apreciar el arte de William Kentdrige y tumultos se sacuden entre sí para degustar el del estadunidense Tim Burton; el trabajo de este último, artista mediático, parece una vacilada junto a la hondura de concepto, la altura humanística y el compromiso social del sudafricano.

Esa es parte de la magia de Nueva York, ombligo del mundo cultural.