Opinión
Ver día anteriorJueves 18 de marzo de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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El gran show
E

l Legislativo es el más escénico de los poderes públicos, como muestra la arquitectura misma de sus instalaciones, a menudo denominadas palacios. Pocas veces distan de proporcionar un marco adecuado para los debates, pues fueron diseñadas para acoger grandes espectáculos: desde los solemnes informes anuales de los ejecutivos hasta la teatralidad extrema de no escasas sesiones parlamentarias. En las dos últimas semanas hubo notables puestas en escena en dos legislaturas que apenas tienen algo en común: el Congreso mexicano y la Asamblea Popular Nacional (APN) de China. Sobre la primera, que merece el apelativo de show en el peor sentido que le atribuye la Real Academia de la Lengua –acto en que se llama la atención generalmente por lo ridículo o escandaloso–, ya se ha escrito demasiado y esta no es una crónica de sketches bufos. La segunda, en cambio, sin haber pasado inadvertida, no ha recibido atención suficiente, al menos en la prensa mexicana. Todos los años, en vísperas de la primavera, se celebra la reunión anual de la APN en Pekín. Se abre con el informe de gobierno del primer ministro y se cierra con una amplia conferencia de prensa a cargo del mismo funcionario. Dado el estatus de China como potencia global, la sesión anual de la APN merece ser analizada con no menor atención que ninguna otra legislatura. En el mejor sentido del término, constituye un gran show.

Es natural que uno de los temas dominantes en el extenso informe de Wen Jiabao haya sido el económico. Entre las grandes economías, China fue, por mucho, la que mejor libró la crisis internacional en los últimos dos años. No registró contracción de la actividad económica en ninguno de los ocho trimestres, aunque su tasa de crecimiento se desaceleró en el último de 2008 y el primero de 2009. Si se examina el comportamiento de las economías del Grupo de los 20 ampliado (G20 plus) se halla que otros tres países (India, Australia e Indonesia) escaparon a la recesión. La mayoría de los restantes sufrió entre cuatro y siete trimestres sucesivos de contracción económica. En algunos, con reducciones superiores a 10 puntos: Turquía, -13.8 por ciento en el primero de 2009, Rusia (-10.9 por ciento) y México (-10.3 por ciento) en el segundo.

En relación con 2007, la tasa de desempleo en China se incrementó en 0.7 puntos porcentuales para cerrar 2009 en 10.2 por ciento. Sólo otros cuatro del G20 plus registraron niveles mayores al cierre de 2009: Sudáfrica, 24.3 por ciento; España, 19.5 por ciento; Turquía, 13.1 por ciento, e India, 10.7 por ciento. En China, dada la magnitud de la fuerza de trabajo, aparecieron varios millones de desocupados, sobre todo entre los trabajadores emigrados del campo, que perdieron sus puestos en las empresas orientadas a la exportación. Fue el riesgo de desestabilización política asociada a este problema el mayor incentivo para echar a andar un formidable esfuerzo anticíclico, predicado en un espectacular aumento de la inversión, sobre todo en infraestructura, y la reactivación de diversos estímulos directos e indirectos al consumo. Destacan entre estos últimos las devoluciones de gastos asociados a la salud, la educación, el equipamiento doméstico y la adquisición o mejoramiento de viviendas, tanto en las ciudades como, en especial, en las zonas rurales, que incrementaron el ingreso personal disponible y estimularon el consumo de las unidades familiares como principal factor de impulso de la demanda. Se compensó así en buena medida la caída vertical de las exportaciones y se evitó la recesión.

El comportamiento expansivo de la actividad económica en China ha sido reconocido como el principal factor que evitó que la recesión global de 2009 fuese más profunda y, si se buscase un motor de la más o menos generalizada reactivación de finales de año, éste se encontraría también en China. Las importaciones y la inversión directa en el exterior fueron los principales vehículos para apoyar la reactivación de otras economías, incluida la estadunidense. Este estímulo seguirá presente pues, para sostener el crecimiento, se restaurará el rápido aumento de las adquisiciones chinas de materias primas, energéticos e insumos industriales en el exterior. En 2009 el comercio exterior se deterioró, con caídas de 16 por ciento en las exportaciones y de 11.2 por ciento en las importaciones, que, sin embargo, se mantuvieron por encima del billón de dólares. Por cada dólar exportado, China importó 0.86 dólares. Las inversiones chinas en el exterior aumentaron en 6.5 por ciento para alcanzar 43 mil 300 millones de dólares. En estas condiciones, es por lo menos discutible asegurar que la alegada subvaluación del yuan sea un factor global de desestabilización o freno. La paridad fija yuan-dólar es una de las anomalías que deben corregirse, pero no es la única ni la más grave en las finanzas mundiales.

Wen fue sumamente cauteloso al evaluar lo ocurrido y apreciar la perspectiva. Los calificativos que usó para caracterizar el crecimiento de 8.7 por ciento alcanzado en 2009 fueron los de inestable, en términos de su dependencia respecto del fortalecimiento de la recuperación económica en el mundo; desbalanceado entre las diversas regiones y, sobre todo, por la expansión de la brecha urbano-rural, y difícil de sostener sin alterar a fondo los patrones de uso de recursos y energía en que se ha basado hasta ahora.

En especial, preocupa al gobierno chino, como expresó Wen, que la crisis financiera global sigue expandiéndose y empeorando. La demanda continúa estrechándose en los mercados internacionales; es evidente una tendencia hacia la deflación global, y resurge el proteccionismo. El ambiente económico externo se ha tornado más desfavorable y las incertidumbres son cada vez mayores. Es esta una de las visiones más sombrías de la perspectiva económica global pronunciadas al inicio de la primavera boreal de 2010, proveniente del país que mejor transitó la recesión reciente y muy contrastada con el optimismo irreflexivo que domina las apreciaciones oficiales en algunos países que más la sufrieron. ¿Habrá que leerla como una muestra del realismo socialista, con características chinas?