Deportes
Ver día anteriorLunes 22 de febrero de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
Toros

Nueva epidemia de apendicitis en la Plaza México, ahora a cargo del juez Balderas

Dos orejas al Zapata y otras tantas a Hermoso de Mendoza, que le fueron protestadas

Rancho Seco envió dos toros buenos; el resto no cumplió

Mario Aguilar, sin suerte

Foto
Uriel Moreno El Zapata se llevó dos apéndices la tarde de este domingo en la MéxicoFoto Notimex
 
Periódico La Jornada
Lunes 22 de febrero de 2010, p. a38

El niño sabihondo de la fila de adelante engoló la voz, miró de reojo a su alrededor, se aseguró de ser escuchado e informó a su entorno: el origen de la palabra jinete es árabe, proviene de zeneti, miembro de la tribu berebere zeneta, que adquirió fama por la ligereza de su caballería y su gran capacidad de maniobra en la batalla, incluida la defensa de Granada en el siglo XIII, aunque en estricto sentido jinete es el que cabalga montando a la jineta, es decir, con estribos cortos y piernas dobladas. Complacido, un espectador medio achispado le ofreció al chamaco una cerveza creyendo que era enano, santo remedio para que la orgullosa mamá le ordenara concluir su improvisada conferencia.

En la corrida 17 de la temporada grande en la Plaza México, ante la mejor entrada del serial que rebasó la mitad del aforo, en tarde soleada y con viento, se lidió un encierro bien presentado de la ganadería tlaxcalteca de Rancho Seco, con dos buenos –segundo y cuarto– otros mansos o que habiendo hecho una lidia prometedora terminaron parados, y algunos más desarrollando sentido y poniendo a prueba el criterio lidiador de sus matadores.

Hicieron el paseíllo Uriel Moreno El Zapata, quien logró cortarle las orejas a su primero por completa e imaginativa labor, y casi las devuelve en su segundo, y Mario Aguilar, que pechó con el peor lote, y a caballo Pablo Hermoso de Mendoza, el cual recibió las dos de su segundo, mismas que fueron ruidosamente protestadas por un público medio harto ya de la misma película hípico-taurina, en un cartel de gran expectación y considerable decepción, para no variar en estos tres lustros de ensayo y error a cargo de la tenaz empresa.

El Zapata repitió color luego de su espectacular triunfo el 17 de enero pasado ante un importante toro de San Marcos. Su primero, Berrinche, negro zaino, bien puesto, con 501 kilos, hizo una salida alegre y permitió a Uriel vistoso toreo de capa. Tras un puyazo de trámite ejecutó emocionantes tafalleras y remató a una mano.

Pero la plaza se vino abajo cuando El Zapata volvió a ejecutar, preciso y garboso, el par de su creación. De nuevo dio una merecida vuelta antes de continuar pareando. Inició su faena en los medios con una espeluznante arrucina para una pintura y un pase cambiado, luego vinieron tandas por ambos lados a uno claro y pasador que terminó con la cara a media altura. Dejó una entera en buen sitio y la plaza, emocionada sobre todo con aquella imaginación rehiletera, demandó las dos orejas para Uriel. Con su segundo ligó en tablas hasta cuatro comprometidas largas cambiadas, banderilleó con voluntad y se empeñó en torear en redondo a un astado muy violento que a gritos pedía un trasteo de dominio por la cara. Dejó una entera apresurada.

A Pablo Hermoso de Mendoza ya le pesa una década de constantes triunfos en nuestro hospitalario país y la México le exige algo más que dominio y piruetas. Si no pincha a su primero le corta una oreja y con Buscalindes, su segundo, un castaño alegre y repetidor, derrochó maestría y temple primero sobre Chenel y luego sobre Ícaro. Cuando encarrerado el juez Ricardo Balderas soltó las orejas para el rejoneador navarro, el grueso de la plaza protestó sonoramente, por lo que Pablo las tiró y sonriente dio triunfal vuelta. Todo fuera como eso.

A su mala suerte en el sorteo el joven Mario Aguilar añadió sus deficiencias con la espada. Más vale paso que dure…