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Toros

Arturo Macías recibió una cornada en Mérida, en festejo que acabó en pachanga

A toreros de pocos recursos como Chávez, Lúevano y Capea, les echaron toros-toros

Los mansos de Bernaldo de Quirós arruinaron la actuación de El Juli y Castella en Guadalajara

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José María Luévano, a punto de ser cornado durante la corrida dominical de la Plaza MéxicoFoto Notimex
 
Periódico La Jornada
Lunes 8 de febrero de 2010, p. a42

Ahora sí, a tres toreritos como José María Luévano, Pedro Gutiérrez El Capea y Juan Chávez, la empresa de la México les soltó un encierro con trapío y cara, del hierro de La Punta, y la emoción surgió, como era de esperarse, no a la hora de los trasteos de muleta sino cuando picadores y banderilleros pasaron aceite en los primeros dos tercios, ante reses descaradas de pitones que imponían respeto y obligaban a extremar precauciones.

Qué distintas habrían sido las cosas si ese ganado hubiese protagonizado la corrida del aniversario 64 del pozo de Mixcoac, el pasado viernes, cuando el público montó tremenda bronca en protesta por la insignificancia de los novillos de Los Encinos que le tocaron a Sebastián Castella y a Rafael Ortega. Éste, por cierto, corrió con suerte, pues en lugar de llevarse una cornada de tres trayectorias, como se temía inicialmente, sólo sufrió una herida interna, 10 centímetros, y se repondrá pronto. Enhorabuena.

Luévano, por su parte, estuvo a punto de irse ayer al hule, durante el decimoquinto festejo de la temporada 2009-2010 en la México, donde el primero de su lote le destrozó la taleguilla sin lesionarlo, de manera que el de Aguascalientes se levantó para matarlo de un espadazo, que le valió una tibia petición de oreja y una vuelta al ruedo que tal vez no merecía.

El Capea, muy medidito en todo sentido, le corrió la mano con limpieza por la derecha al segundo de la tarde, lo mató bien y le cortó una oreja ratonera, como las que acostumbran a regalar, en tanto empleados de la empresa que son, los jueces de Herrerías, Roberto Andrade, que obedeció ayer, y Eduardo Delgado, que fue el lacayo en turno el viernes.

Juanito Chávez sorprendió por la buena evolución de su toreo, pero opacó sus dos intentos de faena por la falta de personalidad que lo achica ante el público, incluso cuando él se crece ante los bovinos.

En medio del sopor de la corrida, que se acentuó en la segunda parte, excepto cuando a Luévano le salió un toro-toro con el que se jugó la vida pero no pudo estructurar su propuesta, los aficionados comentaban que la noche del viernes, después de la bronca, un grupo de inconformes rodeó el palco del empresario para reclamarle cara a cara la pésima calidad de los novillos que echó.

Nadie recuerda bien a bien en qué paró la cosa, pero lo cierto es que Rafael Herrerías tuvo que salir de la plaza escoltado por los granaderos, mismos que jamás intervienen cuando él insulta o agrede a los jueces que se no someten a sus dicterios.

En el Nuevo Progreso de Guadalajara, Jalisco, donde ayer se presentó el cartel más interesante de la fecha, una vez más los mansos descastados de Bernaldo de Quirós defraudaron al público congregado para ver a Alfredo Ríos El Conde, Julián López El Juli y Castella. Pese a que los tres intentaron hacer lo que saben, las reses frustraron sus propósitos. No obstante, la gente los aplaudió aunque los europeos anduvieron de cabeza con la espada.

En la Monumental de Mérida, Arturo Macías fue cogido durante la lidia del tercero de la tarde y terminó hospitalizado, antes de irse a España, donde tiene firmadas ya 50 corridas; a su vez, José Luis Angelino y Juan Bautista naufragaron en medio de una pachanga, en la que el público optó por reírse de los torileros, pues tardaron tanto en devolver a los corrales a los becerrotes rechazados, que un aficionado de Tulum se levantó a gritar: Esta plaza ya no es seria, parece la México. Y se llevó un sonoro aplauso.