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Alexandre Petion, libertador haitiano, apoyó a Bolívar con armas, dinero y combatientes

Para pagar una deuda solidaria, la labor de los socorristas venezolanos

Fueron los primeros en llegar a Haití y desde entonces no se han detenido en su tarea de rescate

La brigada de búsqueda que envió Caracas tras el sismo, modelo tomado de los topos mexicanos

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Varios incidentes se produjeron ayer en algunos bancos de Puerto Príncipe, que volvieron a atender a sus clientes tras haber cerrado después del sismo del día 12 de este mes. En la imagen, un policía de Unibank golpea a un haitiano que intentó ingresar por la fuerza a ese centro financieroFoto Reuters
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Destrucción y la aparición de algunos atisbos de comercio en la capital, a 11 días del terremotoFoto Reuters
Enviada
Periódico La Jornada
Domingo 24 de enero de 2010, p. 16

Puerto Príncipe, 23 de enero. Bombero del municipio de Caracas, licenciado en emergencias médicas y jefe de la fuerza de tarea de rescatistas de Venezuela, el capitán Manuel Medina entra al patio de su embajada en un camión atestado de voluntarios cubiertos de polvo. ¡Huelo a muerto!, grita uno.

Llegan blancos de polvo y exhaustos. Desde ayer trabajan en una enorme demolición en la populosa área de Thour, una fábrica de camisetas que tenía cuatro pisos y se desplomó dejando las losas de los grandes galerones encimadas, como sandwich. Y entre sus capas, a entre 200 y 300 obreros y obreras, según la nómina del patrón. Cuando todo se vino abajo, el día 12 de enero, todavía no concluía la jornada laboral.

En los primeros nueve días no se iniciaron las labores de rescate. Al décimo llegaron los rescatistas venezolanos, que no aceptan moverse con escoltas. Nadie los ha agredido hasta ahora.

Empezaron removiendo losas con grúas. Sacaron tres cuerpos. Hoy llegaron más abajo y el rescate de cuerpos se elevó a 36, entre hombres y mujeres.

Pero antes de las dos de la tarde su trabajo fue interrumpido. El dueño de la fábrica llegó y demandó que la maquinaria pesada acelere la remoción de escombros, porque a él lo que le urge es demoler todo y reconstruir.

Ésta es una brigada de Búsqueda y Rescate en Espacios Confinados (BRIC, modelo tomado de los topos mexicanos) que aterrizó en la zona de desastre apenas 14 horas después del temblor. Ellos fueron los primeros.

“Yo estaba en una clase a las cinco de la tarde en Caracas –dice Medina, quien también es instructor– cuando me alertaron. Nos preparamos, nos subimos al Hércules C 30 de nuestra fuerza aérea y fuimos los primeros en aterrizar aquí, 14 horas después del sismo”. Apenas aterrizaron fueron conducidos a Delmás. Y sacaron a cuatro mujeres vivas.

Desde entonces no han parado.

Con ello, dice Medina, estamos pagando una deuda histórica con Haitì. Una deuda del siglo XIX, que se contrajo cuando Alexandre Petion, uno de los libertadores de Haití, apoyó la causa de Simón Bolívar para la independencia de Venezuela. La primera república de esclavos liberados (1804) envió armas, dinero, 300 combatientes de elite y una imprenta al puerto de Angostura, donde se hizo fuerte la causa insurgente latinoamericana.

Pedro Canino, embajador de Venezuela, también está en la correa de transmisión para el pago de esta deuda en moneda solidaria. Nos conduce al bodegón de una fábrica. A puro lomo de hombre, sin montacargas, un contingente de haitianos y venezolanos han descargado varios tráileres con alimentos, los primeros paquetes de ayuda alimentaria. Son 6 mil 100 toneladas de frijol, maíz, aceite, arroz, azúcar y otros insumos que van llegando en largos convoyes de tráileres.

Otros convoyes vienen en camino. Vienen de cuatro grandes buques de la marina venezolana que fondearon en el puerto dominicano de Barahona y han recorrido los corredores especiales que se abrieron para estos efectos solidarios. En cantidad es al menos seis veces más que la ayuda que llegó de México en el Huasteco y el Papaloapan.

Todo esto se reparte directo a la población, sin escoltas ni operativos externos. En el exterior de la bodega, por un lado, se alinean los triáileres, y por otro, todo tipo de vehículos más pequeños, pick-ups y camiones de tonelajes limitados.

Los envían las organizaciones comunitarias que desde hace dos años trabajan con Haiti. Ésta es una ayuda que va directo, de Venezuela a la población.