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La Real Sociedad de Londres ha puesto a disposición del público el manuscrito de Stukeley

Suben a la web relato original de la manzana que inspiró a Newton

Ha pasado a la historia como el segundo de los grandes momentos eureka de la ciencia

No hay pruebas de que la teoría de la fuerza de la graveded surgió de un golpe en la cabeza

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Imagen del manuscrito Vida de sir Isaac Newton, escrito por William Stukeley, cuya versión digital fue puesta a disposición del público por la Real Sociedad de Londres. Se señala la oración histórica: does this apple fall (al referirse a la caída siempre perpendicular del fruto).Foto Ap
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Un retrato de sir Isaac NewtonFoto Ap
The Independent
Periódico La Jornada
Martes 19 de enero de 2010, p. 2

Es una de las anécdotas más famosas en la historia de la ciencia. El joven Isaac Newton está sentado en la huerta de su casa cuando una manzana le cae en la cabeza. Entonces, en un golpe de genio, se le ocurre la teoría de la gravedad.

Sin duda es una anécdota embellecida tanto por el propio Newton como por generaciones de escritores que vinieron después. Pero ahora cualquier persona que tenga acceso a Internet puede ver por sí mismo el relato de primera mano de cómo una manzana inspiró el entendimiento de la fuerza de gravedad.

La Real Sociedad de Londres ha puesto a disposición en forma digital el manuscrito original que describe la forma en que Newton ideó su teoría de la gravedad luego de atestiguar la caída de una manzana en la huerta de su madre en Lincolnshire, aunque no hay pruebas de que le haya pegado en la cabeza.

Corría 1666, y la peste había cerrado muchos edificios y reuniones públicas. Newton tuvo que dejar Cambridge y mudarse a Woolsthorpe Manor, cerca de Grantham, en Lincolnshire, la modesta casa donde nació, para contemplar los problemas estelares que lo habían apasionado en la universidad.

En particular lo obsesionaba la órbita de la Luna en torno a la Tierra, y con el tiempo llegó a deducir que la influencia de la gravedad debía de extenderse a vastas distancias. Luego de ver cómo las manzanas caían directamente al suelo, pasó varios años trabajando con las matemáticas para mostrar que la fuerza de gravedad entre dos objetos decrecía en proporción inversa a la raíz cuadrada de la distancia entre ellas.

Pero, ¿qué evidencia existe de que en verdad lo haya inspirado una manzana al caer? No dejó ningún relato escrito que lo indicara, aunque otros documentos sugieren que lo contó a otros cuando ya era anciano.

Los historiadores apuntan a un relato en particular, escrito por uno de sus contemporáneos, más joven que él: un anticuario y protoarqueólogo llamado William Stukeley, quien también escribió la primera biografía del más grande científico británico de la historia, titulada Vida de sir Isaac Newton.

Científico cascarrabias

Stukeley nació también en Lincolnshire, y se valió de esa conexión para hacer migas con Newton, notorio cascarrabias. Stukeley pasó algún tiempo conversando con el científico; se reunían con frecuencia como miembros de la Real Sociedad. En cierta ocasión, en 1726, comieron juntos en Londres.

Luego de la cena, como la temperatura era cálida, salimos al huerto y bebimos té a la sombra de un manzano; sólo Newton y yo, escribió Stukeley en el manuscrito meticulosamente elaborado que la Real Sociedad ha hecho público.

“Entre otros temas, me dijo que estaba en la misma situación que cuando se le ocurrió la noción de la gravedad. ¿Por qué esa manzana siempre descendía al suelo en forma perpendicular?, se preguntó al ver caer la manzana, sentado allí de talante contemplativo.

“¿Por qué no se iba de lado, o hacia arriba, sino constantemente hacia el centro de la Tierra? Con seguridad la razón es que la Tierra la atrae. Debe de haber una fuerza de atracción en la materia. Y la suma de la fuerza de atracción en la materia de la Tierra debe de estar en el centro de ella, no en alguno de sus lados.

Por lo tanto, ¿esta manzana cae en forma perpendicular, o hacia el centro? Si la materia atrae a la materia, entonces debe de ser en proporción a su cantidad. Por tanto, la manzana atrae a la Tierra a la vez que la Tierra atrae a la manzana.

Ésta es la versión más detallada de la anécdota de la manzana, pero no es la única de la época de Newton. El científico también la relató para entretener a John Conduitt, esposo de su sobrina y asistente suyo en la Real Casa de Moneda, que Newton dirigió en sus últimos años. “En el año de 1666 –escribió Conduitt– volvió a retirarse de Cambridge hacia la casa de su madre en Lincolnshire. Mientras vagaba pensativo en una huerta se le ocurrió que la fuerza de gravedad (que atraía una manzana de un árbol hacia el suelo) no se limitaba a cierta distancia de la Tierra, sino que debía de extenderse mucho más allá de lo que se pensaba.

¿Por qué no hasta la Luna?, se dijo. Si fuera así, eso debe de influir en su movimiento y tal vez la retenga en su órbita, y entonces se puso a calcular cuál sería el efecto de esa suposición.

Ambos relatos del incidente de la manzana fueron evocados por Newton unos 50 años más tarde. ¿En verdad ocurrieron, o fue una historia que Newton embelleció o tal vez inventó?

Sin duda Newton enmieló la anécdota con el tiempo, declaró Keith Moore, jefe de archivos de la Real Sociedad. La historia era cierta, pero digamos que mejoró con el relato. La anécdota de la manzana encajaba con la idea de un objeto de forma parecida a la Tierra que era atraído por ésta. También tenía resonancia con el relato bíblico del árbol de la sabiduría. Se sabe que Newton tenía puntos de vista muy arraigados en la religión, dijo Moore.

En Woolsthorpe Manor, hoy propiedad del Fondo Nacional, Margaret Winn, administradora de la finca, señaló que el manzano, de una variedad conocida como flor de Kent, que se usa en cocina, aún florece en el frente de la casa, y se puede ver desde la recámara que ocupaba Newton.

Cuando era anciano contaba esa anécdota, pero uno se pregunta si en verdad ocurrió, comenta Winn, quien ha cocinado con esas manzanas. Pero aun si se trata de la fantasía de un anciano, la historia de la manzana ha pasado a la historia como el segundo de los grandes momentos eureka de la ciencia, después de que Arquímedes descubrió cómo medir el volumen de los objetos cuando tomaba un baño de tina.

El documento se puede consultar en la página http://royalsociety.org/Turning-the-Pages/, que pretende reproducir la experiencia de la lectura original.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya