Opinión
Ver día anteriorLunes 18 de enero de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Melón

Tres sobre Benny

E

s de aplaudir el interés de Amín E. Naser, José Reyes Fortún y John Radonovich en escribir libros sobre La voz de oro de Cuba, es decir Benny Moré, a los cuales les encontré varias imprecisiones –por no llamarles errores– acerca de la estancia de éste en México, que, a mi juicio, fue de capital importancia para el despegue a nivel popular del después llamado Bárbaro del ritmo.

En el Salón Los Ángeles, el locutor lo anunciaba como La voz de oro de Cuba, y en el libro de John Radonovich aparece una publicidad del Waikikí donde anuncian a Benny Moré de la misma forma. Ese show, o variedad como los soneros llamábamos a esos intermedios, lo presencié en varias ocasiones.

Volviendo a los libros, empezaré por el de Amín E. Naser, al parecer la primera biografía de Moré. En la página 32 pone a Raúl de la Rosa como director del Son Veracruz, cuando que éste era José Ramírez, conocido como El argentino.

Sobre la información en la página 38, Lalo Montané fue uno de los mejores soneros que ha dado México, y el Dueto Antillano –después Fantasma– surgió en grabaciones del sello Columbia por razones de exclusividad, pues la orquesta de Arturo Núñez –que acompañó en varios números a Lalo y Benny– era exclusiva de Columbia, y Moré exclusivo de RCA Víctor. Homero Jiménez hizo coro y prestó su nombre para que la etiqueta dijera cantan Lalo y Homero, y para ocultar el de Benny.

En aquellos años la música cubana era considerada propia de gente naca, por no decirlo de forma más discriminatoria. Con la llegada del mambo de Pérez Prado la situación cambió un poco, y público de nivel socioeconómico alto empezó a interesarse en el ritmo novedoso que triunfó mundialmente.

Debo aclarar que el primer éxito de Benny Moré fue La televisión, acompañado por Mariano Mercerón; que Consuelo Velazco (sic) no es la compositora de Me voy pa’l pueblo, y que grabó Desdichado antes de regresar a Cuba definitivamente y fue conocida como Crucigrama. Este número lo grabó Benny con músicos mexicanos; el arreglista y director fue Salomón Jiménez, tabasqueño de pura cepa, gran músico y pianista sonero.

En la página 39 hay una declaración atribuida a su hermano, Teodoro, que dice que organizó su propio conjunto en México, pero tuvo que deshacerlo, pues le estaba haciendo sombra a los grupos mexicanos. En el tiempo que Moré estuvo en México, y a partir de la llegada de Pérez Prado, hubo un auge de trabajo extraordinario. Se le llamó la época de oro del son cubano: había fuentes de trabajo a granel, salones de baile con horarios de 17 a 23 horas, cabarets de las 22 hasta las 6 horas, programas de radio, grabaciones, teatros y fiestas particulares. Así que esa sombra, ¿cuál fue?

Moré nunca fue considerado príncipe del mambo, pues, salvo lo de la gira a Panamá, únicamente grabó con Pérez Prado: no fue parte de su orquesta, pero sí de la de Arturo Núñez, de Chucho Rodríguez y por muy poco tiempo de la de Chilo Morán. Grabó con Mercerón, Humberto Cané, Rafael de Paz, Pérez Prado, con su propio conjunto en RCA Víctor, y con Arturo Núñez en Columbia, así como en varias películas.

Hay confusión en cuanto a varias grabaciones: Pachito e’ché fue con Pérez Prado, Bonito y sabroso con Rafael de Paz, y con su conjunto, antes de regresar a Cuba, Mucho corazón, Desdichado y otras que irán saliendo.

Al contrario de lo que se dice en la página 40, Pérez Prado no alquiló el Teatro Blanquita –en aquel entonces se llamaba Margo–. Los cubanos que integraron la orquesta de Pérez Prado fueron Aurelio Yeyo Tamayo, Modesto Durán y Ramón Castro. Los trompetistas Periquet y Florecita nunca estuvieron con Pérez Prado. Y el dueño del teatro se llamó Félix Cervantes. La bayamesa la cantó Lalo Montané en la película El derecho de nacer, así como Callen ese cornetín, acompañado de Mariano Mercerón.

Arturo Núñez, con su orquesta, actuaba toda la semana en diferentes salones de baile: lunes en El Fénix, martes en Los Ángeles, miércoles en La Playa, jueves en el Centro Social Oaxaqueño y más tarde el mismo día en el Swing Club, viernes en El Amanecer, sábados en bailes de lugares diversos del Distrito Federal o en el Brasil, y domingo en el Oaxaqueño o el Swing Club.

Por hoy se me terminó el espacio, pero espero que algún día se escriba correctamente acerca de la estancia de Benny Moré en México. ¡Vale!