Opinión
Ver día anteriorLunes 18 de enero de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Aprender a morir

Se vale soñar

L

uz Elena Zamudio, maestra universitaria, investigadora y ensayista, escribió: Querido primo Héctor: No quiero quitar el tiempo a tus más cercanos para estar contigo físicamente, doy gracias porque has ocupado un lugar importante en mi vida. Cuando niña esperaba que llegaras los fines de semana porque movías la energía y rutina de mi casa, eras parte del mundo de afuera en donde desempeñabas papeles interesantes que despertaban mi curiosidad. Te percibía muy valiente y me sentía orgullosa de tener un primo que salía en los periódicos porque era buen jugador; para entonces ya se habían construido varias anécdotas en torno tuyo dentro de la familia.

Recordé la ocasión en que me llevabas en la bici y derrapamos en la arena, no nos pasó nada, pero a tu pantalón nuevo se le hizo una zeta. Como siempre encontraste solución inmediata, lo parchaste con un papel y nadie se dio cuenta de nada. Me encantaba tu ingenio, tu valentía y tu capacidad para sacarle jugo a la biblioteca de mi papá.

Te convertiste en un héroe para mí con tu participación en el movimiento del 68. Cuando reapareciste en la cotidianeidad me llamó siempre la atención la variedad de actividades que emprendiste. Antes de tu operación en Morelia tuve la explicación cuando me platicaste lo importante que fue para ti la lectura temprana de Los trabajos de Hércules.

Sentí mucho no asistir al homenaje que te organizó un grupo enorme que por una u otra razón querían expresarte agradecimiento y cariño: amigos, discípulos, campesinos, tus hijos y en general tu familia cercana. Como te lo hice saber en su momento, leí con atención tu libro Creación de empresas agropecuarias.

Revaloraste tu nombre, eres para mí un héroe a quien hago llegar a través de tu querida hermana Dalia mi cariño. Suéltate y sigue por donde debas seguir, seguramente continuarás, como me dijiste en Morelia, con los trabajos que te quedan pendientes. Te abrazo y te bendigo amorosamente. Lucero.

Se vale soñar porque sólo soñando vislumbramos metas trascendentes por las que vale la pena luchar, dejó dicho Héctor Fernando Zamudio Fuentes (Juchitán, Oaxaca, 12 de septiembre de 1942-México, DF, 31 de octubre de 2009), uno de esos seres que consiguen dar sentido, testimonio y congruencia a su paso por este mundo. Dedicó más de 40 años a actividades sociales, económicas, políticas y culturales en el ámbito de la extensión rural y en beneficio, también, de su propio y generoso espíritu.