Opinión
Ver día anteriorDomingo 17 de enero de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
A la Mitad del Foro

Cómo elegir entre gemelos tras el espejo

Foto
LABOR EN HAITI Un grupo de rescatistas mexicanos logró sacar de entre los escombros de una universidad de Puerto Príncipe, a Patrick Alhston, de 25 años de edad, quien permanecía allí desde el día 12Foto Reuters
H

aití ya era una tragedia. El terremoto derrumbó el viejo palacio de Papa Doc; llevó al mundo entero las imágenes dantescas de la destrucción, el abandono y la muerte. Llega ayuda del mundo entero y nada se entrega a las multitudes sonámbulas. Ya lo harán las tropas de Estados Unidos, junto a cascos azules de la ONU que incrementan la intervención para dar semblanza de orden a un poder constituido sobre los cadáveres del pueblo y la disolución, la desaparición absoluta del Estado. Y los antiestatistas mexicanos de la democracia sin adjetivos, derraman lágrimas ante la amarga respuesta a su vanidoso desdén: ahora que no tenemos al Estado, ¿qué haremos sin el Estado?

Padecer el caos del estado de naturaleza y ofrecer la solidaridad obligada frente a desastres humanos de esa magnitud. Nadie puede negarse. Pero aquí nadie tiene derecho a escenificar dramas mediáticos en los que lamentan la ausencia del Estado y exhiben la desesperanza de las multitudes en el abandono. Hobbes no tuvo necesidad de un terremoto devastador para decirnos que el hombre es el lobo del hombre. Haití ya era el infierno por la bestialidad depredadora del y la explotación devastadora del hombre y la naturaleza. Hay que ayudar a nuestros hermanos en desgracia. Y de inmediato hay que ayudarlos a lograr el acuerdo social, constituirse en el poder del Estado.

Llegó 2010. Hace frío y en los corredores de Los Pinos hacen las cuentas del Gran Capitán: superamos la crisis; ha empezado la recuperación. Tres años dejados de la mano de dios y mientras aumentan el desempleo y el hambre, los purpurados de la clerigalla violan las normas constitucionales con intolerancia insolente. Este año hay elecciones en 15 estados de la República; en 12 de ellos, de gobernador: Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, Sinaloa, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz y Zacatecas. Y en febrero del año entrante, los guerrerenses elegirán gobernador para un periodo de cuatro años. En México hay elecciones todos los días y los presidentes del priato tardío argumentaban que esa presión obligaba a posponer toda iniciativa de reforma. Ahora Ejecutivo y Congreso las posponen por presión de las encuestas y lo que digan sobre el estado de ánimo de los electores potenciales.

Tres años de agonía zedillista y nueve de parálisis panista amenazan con destruir las instituciones del poder constituido, al Estado laico que ha resistido el terremoto del reformismo tecnocrático y el retorno de la reacción intolerante derrotada por los hombres de la Reforma. Han vuelto. Y el Congreso de la Unión tendrá que aprobar en comisiones y llevar al pleno las iniciativas de reformas a la Constitución indispensables para contener la campaña de la clerigalla. Reformar, en este periodo de sesiones, el artículo 40 de la Constitución que a la letra dice: Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática, federal, compuesta de estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior; pero unidos en una federación establecida según los principios de la ley fundamental.

La iniciativa se resume en una adición: Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, (laica), democrática, federal... Escribí laica entre paréntesis para indicar que se trata de la adición al precepto que no ha sido reformado ni modificado desde la promulgación de la norma.

Cuestión de forma nada más. Pero los partidos de la pluralidad han atropellado la máxima que solía repetir Jesús Reyes Heroles, En política, la forma es fondo. Criaturas de la democracia sin adjetivos y partidos sin objetivos, los alternantes aglomerados en torno al poder –extrañamente resignados al papel de mozos de estribo de los dueños del dinero– cambian de chaqueta, se funden, se confunden en alianzas de circunstancia, en las más deformes formaciones de falangistas y espartaquistas de carnaval; en la desolación ideológica, ausencia absoluta de lealtad, de respeto al compromiso personal.

Desoladores prolegómenos a la batalla por Oaxaca. El conflicto de fondo es intestino, guerrita incivil entre compañeros de partido de aquellos tiempos en los que, según el sabio Carlos Monsiváis, en México todos éramos priístas salvo prueba en contrario. Diódoro Carrasco Altamirano tuvo que dejar a José Murat en el cargo y éste no dejó pasar a Gabino Cué, quien había abandonado el PRI detrás del secretario de Gobernación de Ernesto Zedillo que hoy es legislador del PAN. El que se hizo del puesto fue Ulises Ruiz, operador formidable, manipulador de fuerzas y de intereses encontrados, sobrevivió la insurrección magisterial de la coordinadora, la asonada de la APPO, la intencionada omisión federal del foxiato.

Ulises Ruiz parecía destinado a ver a Gabino Cué como sucesor, a la sombra de Andrés Manuel López Obrador y su movimiento continuo en la infinidad de municipios oaxaqueños. Pero vendría la reunificación de la izquierda que nunca fue, a cargo de Manuel Camacho, quien tampoco lo fue. No les pareció suficiente la fusión del PRD de los chuchos, el PT y Convergencia: los dirigentes del PAN, guardia mora del espurio, se manifiestan dispuestos a unir su suerte a la de los pastoreados por el presidente legítimo. Tantas vueltas y revueltas, sin otra utilidad que asegurar la continuidad del PRI en el gobierno de Oaxaca. A menos que Manuel Camacho pueda convencer a López Obrador de que vista andrajos, se arrodille a las puertas de Los Pinos y aguante el frío hasta que lo perdone Felipillo santo.

Va a ganar el PRI. O si usted quiere, van a perder los empeñados en obligarnos a elegir entre gemelos, entre siameses; los panistas ebrios de poder que acogieron a los apóstatas del priato; empeñados en subir al caballito de los Borbones a los oportunistas que se hicieron del PRD. Ni unos ni otros se dan cuenta que no es lo mismo atrás que en ancas. En Hidalgo han propuesto la candidatura de José Guadarrama, señalado por las izquierdas como maestro del fraude electoral priísta, y hasta como asesino de militantes del PRD. Y todavía hay escribanos que formulan una alianza con el PAN, con Xóchitl Gálvez, estrella rutilante del foxiato verborréico. Y más de lo mismo: en Tamaulipas, Jesús Ortega actúa como jefe de la campaña a gobernador de Lino Korrodi, el financiero de Fox el de la revolución como la cristera.

En Veracruz, homenaje involuntario de sus opositores a Fidel Herrera Beltrán, gobernador que hace política y hace políticos; y ve para adelante sin temer al fuego amigo en la lucha por el poder. Dante Delgado, de Convergencia, quien suplió en el gobierno a Fernando Gutiérrez Barrios, busca la candidatura. Y los del centrismo conciliador de Manuel Camacho proponen unidad con el PAN para derrotar al PRI. Pero aunque el panismo local no lo quiere, la carta fuerte del partido en el gobierno es Miguel Ángel Yunes. Punto a favor, el de la maestra Elba Esther Gordillo. Pero Yunes encarceló a Delgado cuando era secretario de gobierno de Patricio Chirinos. Y Dante salió de prisión como Dantés: rico y ávido de venganza.

En Zacatecas el PRI se quedó sin clientela cuando se la llevó Ricardo Monreal Ávila. PT y PRI formarán coalición para derrotar al PRD en Zacatecas, dice La Jornada de ayer sábado. Es una reconciliación, dijo un allegado. Un viejo amor...

Para el mármol, la frase del Meme Garza González en respuesta a instrucción transmitida por mensajero de Dulce María Sauri: ¿De parte de quién?