Economía
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El programa de rescate por 700 mil mdd buscó restaurar una mínima confianza en el sector

Obama denuncia ganancias y obscenos bonos en Wall Street

Crece la ira popular ante los anuncios de compensaciones millonarias a ejecutivos

El carácter sociopático de estos banqueros tiene que ser destrozado, afirma especialista

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Los ejecutivos en jefe de Goldman Sachs, Lloyd Blankfein; de JP Morgan, James Dimon; de Morgan Stanley, John Mack, y del Bank of America, Brian Moynihan, en el orden habitual, testificaron ante una comisión del Congreso de Estados Unidos, ante la cual reconocieron haber cometido ciertos errores pero justificaron sus ganancias y las remuneraciones astronómicas que cobranFoto Ap
Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 15 de enero de 2010, p. 24

Nueva York, 14 de enero. El presidente Barack Obama denunció hoy las ganancias y obscenos bonos de Wall Street, y anunció su propuesta para imponer una cuota sobre las principales empresas financieras del país a fin de recuperar miles de millones de dólares para las arcas públicas que se fueron al rescate financiero.

Al enfrentar una creciente ola de ira popular ante anuncios de ganancias masivas y el pago de bonos millonarios, algunos sin precedente, a ejecutivos de las empresas financieras, Obama afirmó que intentará recuperar todo lo gastado por el gobierno para rescatar al sector financiero de la peor crisis desde la Gran Depresión.

Mi determinación para lograr este objetivo se intensifica cuando veo informes de ganancias masivas y bonos obscenos en algunas de las mismas empresas que le deben su existencia continua al pueblo estadunidense, declaró esta mañana. El objetivo, agregó, no es castigar a las empresas financieras de Wall Street, sino prevenir el abuso y el exceso que casi causó el colapso de muchas de estas empresas y del mismo sistema financiero.

Pero aunque la retórica parece sorprendentemente severa proviniendo de un presidente, quien como candidato presidencial obtuvo más donaciones electorales de Wall Street a su campaña que sus contrincantes, la propuesta busca imponer una cuota que recaude unos 100 mil millones pero a lo largo de 10 años. Para los banqueros ese precio representa un costo con mínimas consecuencias para su contabilidad, indican analistas.

El programa de rescate financiero de 700 mil millones promovido por el gobierno de George W. Bush pero apoyado por el liderazgo demócrata, incluyendo a Obama, tuvo el objetivo de buscar estabilizar el sector financiero después del colapso de la firma Lehman Brothers y el rescate de emergencia de AIG. Con la inversión pública masiva en el sector, la idea era determinar que no se permitirían mayores colapsos y restaurar una mínima confiabilidad en el mundo financiero.

La propuesta de Obama –de la cual no se revelarán mayores detalles hasta que su iniciativa del presupuesto federal sea presentada próximamente–, busca recuperar pérdidas de ese programa de rescate, conocido como TARP, las cuales se calculan por ahora entre 90 a 117 mil millones de dólares. La cuota se aplicará a unas 50 de las empresas financieras más grandes del país –incluyendo bancos inversionistas, de ahorro, aseguradoras y más– con más de 50 mil millones en activos.

Varias de las empresas financieras más grandes ya han repagado los fondos públicos y algunas nunca los usaron. Sin embargo, la propuesta es aplicar la cuota a todas las principales empresas con el argumento de que todas se beneficiaron de la estabilidad que se logró en el sector con el programa de rescate.

Mientras tanto, el gobierno de Obama y el Congreso continúan debatiendo algún tipo de reforma del sector financiero donde continúan vigentes algunas de las prácticas que llevaron al desastre.

Hoy algunos funcionarios encargados de entidades de regulación financiera acudieron ante la Comisión de Investigación sobre la Crisis Financiera, creada por el Congreso para examinar la crisis y que emitirá un informe a fines de año con sus conclusiones, donde reconocieron que el auge financiero antes de la crisis los arrulló en la confianza de que todo estaba bien.

No sólo fracasó la disciplina de mercado en evitar los excesos de los últimos años, sino que el sistema regulatorio también falló en cumplir con sus responsabilidades, afirmó hoy Sheila Bair, presidenta de la Corporación Federal de Seguro de Depósito (entidad gubernamental dedicada a asegurar depósitos bancarios y también vigilar la viabilidad de los bancos comerciales), ante la comisión.

Phil Angelides, presidente de la comisión de investigación, informó que solicitará declaraciones del ex presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, del actual presidente Ben Bernanke, y de ex presidentes de la SEC, entidad regulatoria del mercado bursátil.

Ayer los ejecutivos en jefe de cuatro de las empresas financieras más importantes del país –Goldman Sachs, Morgan Stanley, JP Morgan Chase y Bank of America– se presentaron ante la misma comisión y aunque reconocieron haber cometido ciertos errores, rehusaron disculparse, y justificaron sus ganancias actuales y las remuneraciones astronómicas que pagan a sus ejecutivos.

“El carácter sociopático de Wall Street –una cultura en la que la gente ve sus acciones como sin asociación con el resto de la economía y de la sociedad– tiene que ser destrozado. Estos profesionales financieros han fracasado como expertos y custodios del bienestar y futuro de la nación”, escribe Robert Johnson, director de Reforma Financiera del Instituto Roosevelt, y ex director administrativo de la empresa inversionista Soros Fund Management, después de presenciar estas audiencias en el Congreso.

Esa no fue la primera vez que los banqueros han justificado sus extraordinarios ingresos personales, y varios comentaristas han expresado sorpresa por la aparente desconección entre ese mundo y los demás al crecer la ira popular contra ellos.

Es por eso que políticos electos, incluyendo a Obama, se sienten obligados a criticar públicamente a estos titanes de las finanzas, aunque no se sabe si los representantes, senadores, ministros de Estado o incluso el mismo presidente dicen lo mismo en privado.

Pero como declaró hace un año, furioso, el senador Richard Durbin, de Illinois, un promotor de reformas financieras: francamente ellos son los dueños de este lugar. El lugar es el Congreso.