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Jóvenes de un pueblo calabrés disparan a indocumentados, que responden la agresión

Desalojan a cientos de inmigrantes africanos de una localidad italiana luego de disturbios

Años de errónea tolerancia han provocado inestabilidad, asegura el ministro del Interior

 
Periódico La Jornada
Lunes 11 de enero de 2010, p. 25

Roma, 10 de enero. Cientos de inmigrantes africanos han sido desalojados de una localidad del suroeste de Italia, informaron autoridades el domingo, luego de la peor violencia racial en Italia desde la Segunda Guerra Mundial.

El desalojo ocurrió después de tres días de enfrentamientos en el pueblo calabrés de Rosarno, que comenzó cuando algunos residentes locales agredieron a inmigrantes, quienes respondieron con ataques a vehículos, comercios y mobiliario urbano. Al menos 53 personas, incluidos 18 policías, resultaron heridas en los disturbios. Los indocumentados corren ahora el riesgo de ser expulsados del país.

Las autoridades, que ordenaron la demolición de viviendas de indocumentados, trasladaron a más de mil personas, mayormente trabajadores temporales de África subsahariana, a centros de detención de inmigrantes, en una operación que comenzó el sábado y concluyó en las primeras horas de este domingo.

La tensión llegó a tal punto que incluso trabajadores con permisos regulares de residencia abandonaron el pueblo para escapar de un clima que un comentarista político comparó a la violencia del Ku Klux Klan de la década de los 60 en Estados Unidos.

El ministro del Interior, Roberto Maroni, dijo que el gobierno había resuelto brillantemente el problema de orden público y agradeció a la policía por organizar el éxodo de un modo ejemplar.

La violencia propició un debate político sobre la inmigración. Maroni dijo que años de errónea tolerancia han provocado inestabilidad, mientras la oposición acusa al gobierno de impulsar la xenofobia.

Limpieza étnica

El titular de primera plana del diario antigubernamental Daily Fact se refirió a la partida de los inmigrantes como limpieza étnica.

El papa Benedicto XVI se apartó del texto de su bendición del Ángelus semanal para apelar a la tolerancia.

Un inmigrante es un ser humano, diferente en origen, cultura y tradición, pero es una persona con derechos y deberes que debe ser respetada, dijo a la multitud en la Plaza de San Pedro.

Los enfrentamientos comenzaron el jueves, cuando una banda de jóvenes italianos, a bordo de un auto, disparó a un grupo de inmigrantes africanos que regresaban de trabajar en granjas e hirieron a dos de ellos.

El ataque provocó una noche de disturbios en los cuales decenas de africanos rompieron ventanillas de autos y quemaron varios vehículos y cubos de basura. Eso alentó más ataques de residentes decididos a echar a los inmigrantes del área.

Nunca he dañado a nadie, no sé por qué nos atacaron, estamos aquí para trabajar, dijo Ajra Saibu, de Togo, uno de los primeros agredidos.

Cerca de ocho mil indocumentados trabajan en Calabria, la mayoría de jornaleros que recolectan frutas y vegetales.

Muchos viven en fábricas abandonadas sin agua corriente ni electricidad, y grupos de derechos humanos dicen que son explotados por la Ndrangheta, la organización mafiosa más poderosa de Italia.

El Estado no existe en Calabria, es la Ndrangheta la que regula las relaciones sociales, dijo Pierferdinando Casini, líder del partido de la oposición Unión de Demócratas Cristianos.

Roberto Calderoli, ministro del partido derechista Liga del Norte, dijo que con el índice de desempleo en 18 por ciento, el trabajo debería ser para italianos, no para inmigrantes.

El gobierno de Silvio Berlusconi ha adoptado una línea dura contra los indocumentados y ha actuado para impedir que una ola de inmigrantes que abordan barcos en África llegue a costas de la península.

Algunos barcos han sido devueltos al mar abierto, lo que ha provocado críticas al gobierno por la agencia de refugiados de Naciones Unidas. La Comisión Europea también ha expresado preocupación por esa política.