Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 3 de enero de 2010 Num: 774

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

La imagen
RICARDO GUZMÁN WOLFFER

Último destino
MINAS DIMAKIS

Fraternidad y política
BERNARDO BÁTIZ

¿Lo dijo o no lo dijo?
ORLANDO ORTIZ

La realidad cúbica de Juan Gris
ESTEBAN VICENTE

La incomprensión crítica sobre Juan Gris
FRANCISCO CALVO SERRALLER

Juan Gris, el poeta cubista
MIGUEL ÁNGEL MUÑOZ

Estética de la erosión
RICARDO VENEGAS entrevista con RAFAEL CAUDURO

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Columnas:
Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGÜELLES

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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Germaine Gómez Haro

Demián Flores y sus proyectos Zegache (II Y ÚLTIMA)

En su quinta exposición individual en la Casa Lamm, Demián Flores presenta veintidós pinturas, veintiocho objetos intervenidos o ready mades y una carpeta gráfica, reunidos bajo el título de Zegache que se refiere al templo dieciochesco de Santa Ana Zegache, fuente de inspiración de su trabajo reciente. Como se mencionó en la entrega anterior (domingo 20 de diciembre), Flores, en complicidad con la restauradora Georgina Saldaña Wonchee, ha sido promotor del loable proyecto Talleres comunitarios Zegache donde participan jóvenes de la comunidad en el aprendizaje de diferentes oficios tradicionales que se han perdido al paso del tiempo. La estrecha interrelación del artista con el templo y con la comunidad zegacheca lo ha llevado a desarrollar esta nueva serie que incorpora, en diversos planos de percepción, un repertorio de signos y citaciones que hacen alusión a sus tribulaciones y cuestionamientos sobre la cultura popular y urbana.

La hibridación cultural ha sido uno de los temas permanentes a lo largo del quehacer plástico de Demián Flores, cuya trayectoria, dicho sea de paso, está marcada por un asombroso ritmo ascendente. Dentro de las jóvenes generaciones de creadores oaxaqueños que, en su mayoría, muestran una suerte de altibajos en sus procesos creativos, el trabajo de Demián Flores destaca por la solidez de sus propuestas, la congruencia de su discurso formal y conceptual, y su impresionante capacidad de síntesis de los lenguajes con temporáneos expresados en una obra de carácter muy personal en la que contrapone los dilemas de la tradición y la modernidad, o, por decirlo de otra manera, las ambivalencias y contradicciones de lo global y lo local. En la serie de pinturas Zegache, Demián juega con las formas decorativas barrocas que extrae de los retablos y pinturas del templo, y las incorpora de una manera sutil, poética y atrevida a sus complejas composiciones pictóricas.


Zegache XII

El juego de las superposiciones de imágenes ha sido una constante formal en su lenguaje desde sus inicios. No por casualidad llamó Palimpsesto a una de sus primeras series presentada en 1994 en la Casa Universitaria del Libro. Señala el propio autor: “En estas pinturas opté por usar una serie de viejos estarcidos, que son los registros que utilizaron los restauradores de la pintura mural del templo, es decir, calcas de los originales del muro, los yuxtapuse con dibujos míos y nuevos recursos formales, como la incorporación de otros elementos ornamentales y técnicos como la hoja de oro y el uso de pinturas sintéticas y esténciles.” El resultado es un fascinante calidoscopio de imágenes entreveradas que se revelan y se esconden entre las numerosas capas pictóricas que, como se ha dicho, a manera de palimpsesto componen el lienzo. En el brillante ensayo que escribió el curador español Pablo Rico para la publicación que acompaña la muestra (editado por el Taller Gráfica Actual Oaxaca), señala que las pinturas-palimpsesto de Demián Flores “tienen que ver con lo sagrado: revelan una intención sobrenatural de pintar sobre lo ya pintado, de insistir esencialmente –Insisto, luego existo–, creando imágenes complejas, cargadas de profundos significados al tiempo descriptivos y propiciatorios, es decir, realistas y simbólicos. Así pintaban en el origen de los tiempos”. Y, efectivamente, cuando uno está frente a estos lienzos, se percibe una delirante fusión de lo arcaico y lo postmoderno, lo sagrado y lo profano, a través de una iconografía –suerte de melting pot– que reúne sutilmente metáforas alusivas a diferentes tiempos, contextos y realidades.


Molinillo

“El proyecto es tematizado a partir del mestizaje cultural como signo de nuestra contemporaneidad, explorando los traslados geográficos, las travesías históricas y las simbiosis que ha tenido Oaxaca, llámese Zegache, Juchitán, o los 570 municipios que conforman el estado”, agrega Flores. Desde esta perspectiva, Demián desarrolla una serie de piezas a manera de ready mades, a partir de la alteración de objetos de uso cotidiano entre los campesinos, como son la hoz, el machete, el cuchillo, la resortera y el hacha, o de uso doméstico, como el cucharón, la escoba y el molinillo, o inclusive armas de defensa personal como pistolas y chakos, a los que incorpora copias de los fragmentos de tallas de madera dorada que se han desprendido de los altares del templo, creando así artefactos fantásticos por su carácter a un tiempo irónico y absurdo. Demián Flores “el juchilango” (de “juchiteco y “chilango”) es un artista auténticamente híbrido que consigue fusionar algo que me parece extremadamente difícil: sus profundos cuestionamientos antropológicos, históricos, filosóficos y estéticos, con una vena de humor que refleja su espíritu lúdico aunado a una fina ironía y sentido crítico que incitan al espectador a la reflexión.