Opinión
Ver día anteriorMiércoles 23 de diciembre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Octavio Rodríguez Araujo y el tabaco
A

pareció recientemente el nuevo libro de Octavio Rodríguez Araujo titulado: Tabaco. Mentiras y exageraciones, en cuya presentación participé, compartiendo la mesa con colegas y amigos a los que mucho admiro y respeto, como Jaime Avilés, José Luis Gázquez y Humberto Musacchio. Lo que más me impresionó fue la personalidad del autor, quien al explicar cómo surgió en él la idea de escribir esta obra, confesó con honestidad que fue por el hartazgo que le habían producido las medidas que prohíben a los fumadores disfrutar del tabaco, y las actitudes de algunas personas y grupos en contra de los fumadores.

Rodríguez Araujo realizó durante varios años una investigación de los principales argumentos que se esgrimen en contra del consumo de tabaco, lo que incluye temas médicos y científicos, así como algunos de los efectos sociales y políticos, en particular, la prohibición. La tarea emprendida por el autor resulta arriesgada. Sorprende que cuando se encuentra tan generalizada la idea de que el tabaco es nocivo y su consumo produce graves daños a la salud e incluso puede llevar a la muerte, decide emprender una revisión crítica de estas afirmaciones.

Fumar mata. Nos encontramos ante una verdad que nadie pone en duda. Así, al emprender su examen, el autor va completamente contra la corriente. Pero si bien es cierto que su libro puede parecer políticamente incorrecto, porque, ¿a quién se le ocurre ir en contra de esta certeza?, desde el punto de vista científico su idea es más que correcta. ¿Por qué?

El mérito de Rodríguez Araujo al enfrentarse a esta verdad consiste, primero, en atreverse a ponerla en duda, y examinar a continuación los principales argumentos que le dan sustento, en los que encuentra, como indica el propio título, una gran cantidad de mentiras y exageraciones. Este enfoque es muy importante, porque el pensamiento crítico es, a fin de cuentas, lo que permite el avance del conocimiento. Al poner al descubierto las anomalías en los argumentos se abre la posibilidad de formular nuevas preguntas y arribar, por medio de ellas, a respuestas tentativas y a nuevas verdades.

No voy a describir aquí todos los aspectos tratados en esta obra, pues prefiero recomendar a quienes sigan estas líneas la lectura del libro. Pero me voy a detener en un aspecto que es ilustrativo de la mirada del autor. Hay un apartado en el que se refiere a las principales causas de muerte en México y el mundo. Las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, y las patologías pulmonares a las que se relaciona inequívocamente con el consumo de tabaco. Otras como la diabetes también se asocian con el tabaquismo. Pero no son las únicas. Hay numerosos trabajos científicos que encuentran efectos adversos de fumar en el sida y prácticamente se le relaciona con todas las causas de muerte.

Siguiendo la lógica del autor, a mí me dio curiosidad ver qué ocurría con el tabaquismo en el caso de una de las principales causas de muerte: los accidentes automovilísticos. Pues sí, hay autores que encuentran una conexión. Me encontré con un trabajo de los italianos Malgiaracina y Palumbo, quienes en 2007 publican un estudio en el cual muestran que fumar cigarros propicia estos accidentes, pues, a su juicio, es un elemento distractor más grave que ¡hablar por teléfono celular! Rodríguez Araujo tiene razón. No cabe duda que en el combate al consumo de tabaco abundan las exageraciones revestidas con un ropaje científico.

Pero si bien el autor pone al descubierto la multitud de argumentos falaces empleados en contra del consumo de tabaco, su examen no se dirige a recomendar que se fume. El libro no es, como algunos pudieran pensar, una apología del tabaquismo. Al exhibir las anomalías en las razones que se esgrimen para justificar la prohibición, Rodríguez Araujo ensancha los caminos para reflexionar sobre las verdaderas motivaciones de los prohibicionistas. A nadie se le puede incitar a fumar, pero tampoco se puede atentar contra la libertad de quines deciden hacerlo.

No es difícil advertir que las campañas antitabaco tienen la intención de crear conductas normalizadas. Infundir miedo es uno de los medios para lograrlo. Esto ocurre no sólo en el caso del tabaquismo, pues aparece en otras esferas como la sexualidad. Tener sexo también mata. Surgen así formas de control que van más allá del cuidado de la salud. La reflexión a la que invita Octavio Rodríguez Araujo conduce así a territorios inquietantes. Tabaco. Mentiras y exageraciones es un libro publicado por la editorial Orfila.