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El Imparcial*

Centenaria

La futura humanidad será de cíclopes

E

l hombre perfecto del porvenir no tendrá más que un solo ojo. Será un cíclope como los de la mitología griega, y ese ojo estará situado en el centro de la frente. Si no fuera porque la nariz oculta una parte considerable de la vista por el lado derecho al ojo izquierdo, es probable que la tendencia del ojo único ó ciclópeo fuera mayor de lo que es en la actualidad. Tales son las sorprendentes aseveraciones del profesor George M. Gould, de Itaca, que lleva muchos años dedicado al estudio de la vista.

“Por lo que hace á la desventaja de tener el puente nasal muy elevado –dice el doctor,– es de notar que en los tipos orientales ese puente es más alto que en las razas teutonas, que son ahora las que van á la cabeza de la civilización.

“En las estatuas de los escultores clásicos, griegos y romanos, es recta la línea de la cresta nasal que une el extremo de la nariz con la frente.

“Los ojos en su evolución desde los tipos más bajos de la vida, han dado más que hacer a la raza humana que ningún otro órgano ó función, en su lucha para adaptarse al cambio de condiciones y medio de vida. Ahora hay 438,000 fibras nerviosas en el nervio óptico humano y de tres á cuatro millones de células cónicas retinales al nacer. Cuando nace el niño tiene los ojos incompletos, puesto que el adulto posee doble número de dichas células. La cantidad de varillas retinales se ha calculado en 130 millones, y por efecto de éstas complicaciones, los ojos han encontrado dificultad en desarrollarse, retardando con ello el desarrollo perfecto del mecanismo del cuerpo.

Los ojos de los tipos primitivos de la vida, miraban uno para cada lado, en líneas de visión divergentes. El hombre, pasando por una escala de tipos evolucionarios, se va aproximando al paralelismo, ó lo que es igual, los dos ojos se van acostumbrando en dos direcciones muy paralelas, cuyos campos visuales se confunden parcialmente. Esto ha producido cambios en los huesos del cráneo y en el cerebro. Un animal es tanto más cobarde y más aficionado á andar formando rebaños, cuanto más divergentes tiene los ojos. Cuando el hombre primitivo empezó á andar derecho, sus ojos tuvieron que modificar sus funciones y estructura, y esto produjo cambios en la forma de la cara y de la cabeza.

*Se publicó de 1882 a 1883 y de 1897 a 1914