Opinión
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Balance de la Jornada

Cruz Azul y los árbitros contra Monterrey y los De Nigris

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El Toluca perdió gas durante la liguilla y sus mejores jugadores equivocaron las oportunidades que tuvieron; en la imagen, Israel López se lamenta por una fallaFoto Reuters
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onterrey, de la mano de los De Nigris, y Cruz Azul, de la del arbitraje, se instalaron en la final del torneo Apertura 2009. Ambos equipos tienen la suerte del campeón, por lo que el duelo luce nivelado, en un cotejo inédito del futbol mexicano en esta fase.

Más allá de la polémica arbitral, es loable lo realizado por Enrique Meza. Como lo definieron sus propios pupilos, parece un sabio del banquillo. En unos meses levantó a un cuadro hundido en el sótano de la clasificación general. Estos Cementeros ni siquiera tenían sangre en las venas, pero El Ojitos reforzó la portería y, valga la redundancia, tuvo ojo clínico para elegir al guerrero goleador Emanuel Villa.

Será la segunda final consecutiva de Meza y podrá demostrar que aprendió la lección que le dieron los Pumas al nulificar totalmente a su Pachuca, que se veía imparable. Y parece que sí lo hizo, ya que esta Máquina sabe pasear el balón por toda la cancha y mostrar destellos de buen juego colectivo, pero también sabe sacar el resultado a pesar de todo. Y para muestra está ese feo partido en cancha del Morelia, donde obtuvo un empate sin goles que lo enfiló a la final.

Cruz Azul ha mostrado recursos futbolísticos para superar a equipos aguerridos como Puebla y Morelia, pero su camiseta, por decirlo así, ha pesado en las decisiones arbitrales.

Ante los Camoteros tuvieron tres favores de los silbantes: el gol de Melvin Brown fue precedido de una mano de Gerardo Torrado y el clavado de Jaime Lozano les devolvió la vida a 3-4 que fue definitivo para la igualada final; en el duelo de regreso, César Villaluz anotó en fuera de lugar.

Y frente al Morelia, que sigue sin ser monarca a pesar de su aparato televisivo, la mano de Joel Huiqui fue más grande que el estadio Azul, lo que hubiera repercutido en penal y expulsión que habrían marcado el rumbo del partido. Fue un robo impresionante, definió Miguel Sabah, a quien se le esfumó el miedo amarillo cuando salió del conjunto celeste.

Sin embargo, en favor de los Cementeros hay que recordar que perdieron la final ante Toluca por una flagrante falta de José Cruzalta sobre Villaluz.

El equipo de Tomás Boy merecía más, pero sus delanteros tuvieron la pólvora mojada cuando más la necesitaban... y se toparon con esa mano de Huiqui, que muchos critican pero que todos harían en una circunstancia similar.

Monterrey parece un equipo predestinado. Ante América tuvo más suerte que futbol y luego se vio favorecido frente a un Toluca que no pudo detener su caída y en forma extraña perdió el empaque y el buen futbol que había mostrado. José Manuel de la Torre pasó más tiempo protestando a los árbitros que en recomponer a su equipo. Ha sido exitoso en poco tiempo y tal vez lo abrumó la fama.

Los Rayados, en algo que parece su principal fuerza, han jugado motivados por el deceso de Antonio de Nigris y ganado con goles de su hermano Aldo.

La final es interesante. Jesús Corona tiene experiencia y es un guardameta más completo, pero Jonathan Orozco está inspirado. Quizá la línea defensiva de Rayados es más sólida, además se espera el regreso del lesionado Felipe Baloy, y en el mediocampo la batalla será férrea. Las dos ofensivas son de poder, comandadas por Villa y Humberto Suazo... más el aporte de Aldo de Nigris.

Los azules están en su tercera final en los recientes cuatro torneos. Será su trisubcampeonato casi consecutivo o un título muy anhelado –y necesitado–, luego de una sequía desde el Invierno 1997. La Pandilla podría dar una alegría a la considerada mejor afición de México, que no festeja desde el torneo Clausura 2003.

La FIFA realizó el sorteo para 2010. García Márquez reseñó en El otoño del patriarca a niños que tenían la orden de sacar las bolas heladas para elegir los números premiados con anterioridad.

En este caso se mandó al Tri con Sudáfrica y ya se sabe que siempre se busca favorecer al país anfitrión. Francia y Uruguay aparecen como rivales de respeto para un equipo donde su principal arma es el veterano Cuauhtémoc Blanco, que en los meses anteriores a la competencia trotará en la liga de ascenso.