El legendario grupo alemán Die Toten Hosen presentó en México la noche del sábado un singular y divertido concierto en el Instituto Goethe, con el que cerró su gira latinoamericana que incluyó cuatro fechas en Argentina, actuaciones en Guatemala, Panamá, Ecuador, Colombia, Venezuela, Costa Rica y Nicaragua.

El grupo emprendió esta gira con el apoyo en algunos países del Instituto Goethe. Su respaldo en la ciudad de México fue fundamental para llevar a cabo el concierto, pues originalmente la banda se presentaría en el Salón Tijuana, que se ubica en la colonia Roma, pero hace unos días se clausuró este foro, así que las autoridades de la sede cultural alemana agilizaron las gestiones para efectuar el concierto dentro de sus instalaciones, en su amplio estacionamiento.

En medio de los menudos punketos bronceados se intercaló buena parte de la comunidad alemana en México, rubios y altos en su mayoría. Faltaron los cabazorros (esos punks que aún levantan en picos su cabello) y esa audiencia eriza de pantalones rotos, botas negras y playeras con logos e imágenes de denuncia social.

Las leves fallas en el sonido y el discreto juego de luces quedaron atrás ante la presencia del grupo, que de inmediato contagió con su emotividad, gracias a este toque ramonesco que da a varias de sus rolas.

Campino, su cantante, cumple bien la faceta de hombre frontal y se transforma en un Iggy Pop. Serpentea por el poco espacio que le permite el escenario, baja de él, desnuda el dorso, baña su cuerpo de agua y cerveza y mantiene comunicación constante con la gente; habla alemán, inglés y poco español. Incluso cantó un clásico veracruzano: La Bamba, a ritmo de cuatro tiempos, buen punk and roll esta noche; entre los covers también se escuchó el sesentero Hey Lupe, con el coro Lupita mi amor, yea, yea que gritaban a una sola voz aztecas y germanos.

También hacen otro cover al grupo argentino Los Violadores, Uno, dos, ultraviolento, que cantan en español, y con el que gritaron su apoyo a todas las personas que están contra el racismo y el fascismo.

Cómo es clásico en el punk, las rolas son rápidas y breves, así que en casi dos horas el grupo hizo un recorrido por su abultada carrera, que se inició hace 27 años.

Punketos revolucionarios

El DTH se formó en 2002 en Alemania. Desde sus inicios cobraron gran popularidad; sus giras dentro y fuera de Europa han sido constantes, al igual que su activismo político.

Al concluir el concierto, Michael Breitkopf, el guitarrista, en entrevista con La Jornada mostró su alegría porque esta gira latinoamericana fue una experiencia muy buena para nosotros. Hay lugares que no conocíamos y a los que queremos regresar: vemos que hay cosas que unen a los países, pero también tienen aspectos muy distintos, no es lo mismo Quito que Managua ni la ciudad de México; hay muchas diferencias en cultura, clima y altitud sobre el nivel del mar.

El músico, quien habla bien el español, comentó que al ser una banda punk, “una parte integral del movimiento es trabajar y apoyar a organizaciones y gente que están contra el racismo y el fascismo; trabajamos con una asociación (Pro Asyl) que da asilo en Alemania a gente que está en situaciones muy difíciles.

Apoyamos a una organización británica que trabaja en el desarrollo de países pobres; por ejemplo, se está haciendo una campaña para que el gobierno de Nicaragua aumente el presupuesto para educación a 7 por ciento del producto interno bruto (PIB). La educación es fundamental, es muy importante; en todo el mundo hay problemas con eso, con la calidad de la educación, con el dinero que los gobiernos destinan a la educación, apuntó el guitarrista con franca sonrisa, pues durante su paso por Nicaragua manifestaron su interés por que en ese país se aumente gradualmente la inversión en el sistema educativo.

En 1989, cuando cayó el Muro de Berlín, los DTH pararon su gira por Francia, para apoyar tan importante acontecimiento. A 20 años de distancia, Breiti señaló que para los países del este de Europa significó mayor libertad; ahora es la Unión Europea, es una región de paz, de democracia, se tiene que luchar por esto todos los días. En Alemania todavía hay diferencias entre este y oeste, en condiciones de vida, en formas de pensar; entonces esta libertad se tiene que defender diariamente.