Opinión
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A la Mitad del Foro

Caída sin fin

E

n vuelo a Singapur, denunció Felipe Calderón la labor de zapa de los empresarios, de los dueños del dinero y el control de los grandes consorcios. Lo que en el mundo anterior al fin del pasado fue la revolución de los ricos, es conspiración fiscal en México; el 18 Brumario de Felipe de Jesús; recuerdos del porvenir de La Profesa, detrás del espejo y caída sin fin en persecución del conejo blanco que no deja de ver el reloj y se apura para llegar a la tierra de nunca jamás.

Que me perdone José Gorostiza. Cumple 70 años Muerte sin fin. Y nosotros nos precipitamos con el mesiánico arribo de la democracia sin adjetivos; la alternancia en el Poder Ejecutivo; el arribo fugaz del alto vacío que declaró inexistentes los pasados 70 años. La desmemoria es el hoyo negro de los procesos históricos. Los poetas nutren la memoria, anticipan glorias y desastres por venir. ¿Quién iba a decirnos que el reformismo salinista y el temor desatado por la caída del Muro de Berlín nos traerían el TLC, el año terrible de 94, el miedo zedillista y la transición en presente continuo? Y que Felipe Calderón reviviría a los encapuchados de Chipinque y pondría la primera piedra para erigirle una estatua a Luis Echeverría.

Vueltas a la noria, mientras el mundo entero acelera el paso y apuesta a la inversión, al endeudamiento, al Estado activista y regulador. En Singapur se reúnen los jefes de Estado y de gobierno de las naciones de la cuenca del Pacífico, el portentoso océano que Dewey y Roosevelt el viejo decidieron que era un lago americano. Todo ha cambiado. Se cumplieron 20 años de la caída del Muro de Berlín. La izquierda europea, la británica en primer término, se ocupó de pensar qué hacer después de la caída. La derecha decretó la muerte de las ideologías y anunció el fin de la historia.

Veinte años después, Lech Walesa, el líder obrero sin miedo y sin tacha, es un burgués obeso, que fracasó en la presidencia de Polonia y declara en Berlín: La verdad es que 50 por ciento de la caída del muro corresponde a Juan Pablo II, 30 por ciento a Solidaridad y a Lech Walesa, y 20 por ciento al resto del mundo. Lo que hace dos décadas temía Carlos Salinas era que los escasos capitales fueran a dar a Europa del este. Por eso se lanzó a los brazos de Bush padre. Y de Juan Pablo II, el del 50 por ciento que en México multiplicó la población de rosas guadalupanas y movió a los dueños del capital nativo a designar a su propio mandatario y no seguir aliados a los del priato tardío.

Hoy pagan la cuenta los sindicatos mexicanos. Pero Felipe Calderón denuncia a las empresas que más ganan y rara vez pagan impuestos; concamines y concanacos rechazan la acusación presidencial; los patrones de los grandes consorcios alzan la voz y aseguran que cumplen lo que la ley impone. El de Los Pinos dice que no todos, sino algunos, se benefician de regímenes especiales. Armando Paredes, del Consejo Coordinador Empresarial, asegura que el doctor Agustín Carstens le dio datos falsos al presidente Calderón. El de Hacienda niega. Y los mexicanos asistimos al inusitado espectáculo de un titular del Poder Ejecutivo cuestionado, sujeto a juicio sumario. Los jóvenes turcos callaron. Javier Lozano apresuró su aprendizaje de represor de la clase obrera y César Nava se arrojó al vacío: propuso reducir a la mitad el financiamiento público a los partidos políticos.

Nadie está obligado a lo imposible. Pero en plena guerra de su patrón contra el narco, César Nava debió anticipar el gusto de los capos ante la posibilidad de competir abiertamente con la cúpula empresarial. Ya tuvieron que despedir a un señor Max Jones, quien elogió la ejemplar capacidad de los narcos para conocer su mercado y ser competitivos. Por cierto, la propuesta del pequeño César requiere una reforma constitucional y no tienen ni los votos ni el tiempo necesarios para lograr su aprobación. Ni modo ni manera, dijo Pánfilo Natera. Los colaboradores de Felipe Calderón se esfuerzan por superar la incontinencia verbal de Fox. Volvió el diluvio a Tabasco y Laura Gurza Jaidar, directora general de Protección Civil de la Secretaría de Gobernación, desestima los daños, asegura que el gobierno de Tabasco exagera para hacerse de más recursos federales a costa de damnificados inexistentes.

Y mientras la educación superior carece de lo esencial, la senadora panista María Teresa Ortuño habla, grita, repite lugares comunes y calambures de la estulticia más vulgar, para decir que donde lloran está el muerto y hay mucha grasita para recortar el presupuesto de universidades y otras instituciones de educación superior, Alonso Lujambio, secretario de Educación, que se define panista a la manera de Manuel Gómez Morín, elogió lo dicho por la oscurantista senadora. Lástima, al avalar lo mal dicho, avaló la peor intención. En política, lo que parece es, solía repetir Jesús Reyes Heroles, el huasteco que despachó en las oficinas que fueron de José Vasconcelos. Por eso, Lujambio tiene que responder al cargo que le hizo Rafael Ochoa, secretario general del SNTE: lamento que ande en 20 mil cosas, menos luchando y cabildeando en estos momentos por el presupuesto, porque es su obligación.

Extraños vuelcos del cambio que se empeña en ver hacia atrás y en utilizar mal las artimañas y recursos del priato al que culpa de todos los males presentes. Alienta el temor al retorno del autoritarismo presidencial y tropieza con su reflejo en el ágora electrónica, en la obsesión de hacer política en los medios y gobernar por medio de espots y la imagen omnipresente de Felipe Calderón. La pobreza les sirve de telón de fondo y confunden la caridad cristiana con la política social. Los pobres estarán siempre con ustedes, dice la frase evangélica. Y pretenden que la pedestre convocatoria a la opinión pública les permita satisfacer a los grupos de poder real, sin tener que convencerlos.

Los trabajadores de Luz y Fuerza del Centro son presentados como incompetentes y corruptos. Y a renglón seguido anuncian que serán recontratados los que se presenten a cobrar su liquidación. Claro como el lodo, decía Norbert Guterman. Y como el vuelo rumbo a Singapur en el que Felipe Calderón declara que su gobierno fue presionado para decretar la extinción de Luz y Fuerza, y que él favoreció el diálogo con los líderes para acordar solución a los problemas de la empresa.

Ya en pleno vuelo, el del Ejecutivo aseguró que el paquete fiscal desató la ira de los empresarios que se opusieron a que se suprimiera la figura de consolidación fiscal; descalificaron la iniciativa y hubo una campaña contra el paquete fiscal, impulsada de manera espontánea por muchos sectores, aparentemente intencionada en el caso del sector privado organizado de México, campaña que debilitó mucho las posibilidades del paquete.

Los de las cúpulas empresariales aseguraron que no hay conflicto ni posibilidad alguna de ruptura con el señor Presidente. Y desde los corredores de Los Pinos salió la enésima corrección del interminable decir y desdecirse del poder que se contradice y se niega a si mismo. Las diferencias y las confrontaciones son expresión de la complejidad de los temas abordados, de la libertad de expresión y de la necesidad de conducir de manera razonada y cons- tructiva el dialogo nacional.

Bájense de esa nube. Ya tocamos fondo. ¡Ya la hicimos!