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Cierran vialidad con colchones, sillones, refrigeradores...
 
Periódico La Jornada
Martes 3 de noviembre de 2009, p. 31

Con los muebles que se les echaron a perder tras la tromba que cayó el viernes en el Distrito Federal, alrededor de 120 vecinos afectados de Cuautepec Barrio Bajo, de la delegación Gustavo A. Madero, cerraron este lunes la avenida Tenayuca-Chalmita en demanda de que el GDF envíe los apoyos necesarios para recuperar los objetos que perdieron.

Desde las nueve de la mañana y por más de cinco horas, los habitantes bloquearon la vialidad con una barricada que formaron con colchones, sillones y hasta refrigeradores que quedaron inservibles por la inundación.

Exigieron que el jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard Casaubon, y el delegado, Víctor Hugo Lobo, acudan a la zona siniestrada y respondan por los daños materiales.

A cuatro días de la tormenta, la queja recurrente entre los damnificados es que por falta de organización de las autoridades las despensas, comida, vacunas, cloro, cobijas, y demás ayuda son acaparadas por personas que no las necesitan.

Con el agua hasta el cuello

Desde el sábado, Abel, el jefe de la familia Durán de la Paz, ha peregrinado por diversos sitios para pedir ayuda: desde los módulos donde se reparten las despensas hasta los centros de salud donde se aplican las vacunas. De tal periplo sólo logró un chorrito de cloro y cuatro paquetes de desayunos compuestos por una caja de cereal, leche y fruta.

Ubicada frente a la curva de una pendiente en el número 18 de la calle Miguel Inclán, en la colonia Forestal, su casa luce desolada con todas sus pertenencias en medio del lodo. Los daños no son perceptibles desde el exterior, pues se encuentra en un desnivel de metro y medio.

La noche del viernes, su esposa Dionisia, su hija de diez años y un vecinito quedaron atrapados con el agua hasta el cuello en la planta baja de su vivienda. Sin medir la magnitud del fenómeno, la señora intentó detener el cauce con una tabla en la puerta.

En menos de 20 minutos el agua alcanzó tal nivel que tuvieron que ser rescatados por sus vecinos por una de las ventanas. Abel aún es presa de la angustia al recordar que al regreso de su trabajo habló con su hija para saber cómo se encontraban. Llorando me dijo que estaban inundados y que no podían salir. Imagine lo que sentí, porque no podía hacer nada.

A pesar de que las calles y espacios públicos han sido liberados del lodo y los escombros que dejó el torrente, casos similares a los de la familia Durán de la Paz se repiten en las nueve colonias afectadas por el meteoro.