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Presentan su libro Charlas de café con Josefa Ortiz de Domínguez, publicado por Grijalbo

González Gamio reivindica la importancia de La Corregidora en la Independencia

Se olvida que enfrentó a Iturbide, quien la invitó a ser dama de honor de la emperatriz, dijo la autora

Desde niña conoció la discriminación y le indignaba la injusticia que la rodeaba

Foto
Ángeles González Gamio, en la Biblioteca Mexicana de la Fundación Miguel Alemán, durante la presentación de su libro sobre Josefa Ortiz de DomínguezFoto Víctor Camacho
 
Periódico La Jornada
Sábado 31 de octubre de 2009, p. 3

A pesar de su fama como heroína de la Independencia, no se conoce a fondo ni ha sido suficientemente valorada la participación de Josefa Ortiz de Domínguez, La Corregidora, en el movimiento liberador iniciado en 1810.

Este fue uno de los motivos de Ángeles González Gamio para hacer el libro Charlas de de café con Josefa Ortiz de Domínguez, dentro de la colección conmemorativa del bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución que publica Editorial Grijalbo, presentado la noche del jueves en la Biblioteca Mexicana de la Fundación Miguel Alemán, con los comentarios de María Luisa La China Mendoza, José Rogelio Álvarez y Eduardo Matos Moctezuma, y la presencia de Miguel Alemán Velasco y Alejandro Carrillo, presidente del Patronato y director de la fundación, respectivamente.

De acuerdo con la autora, todo mundo se queda en la anécdota de los taconazos que dio para avisar que la conspiración independentista había sido descubierta, pero se olvida que el resto de su vida siguió luchando con valor, enfrentando al emperador Iturbide que la invita a ser dama de honor de la emperatriz; entonces, es un personaje importantísimo tanto para el inicio del movimiento como para la consolidación de la Independencia.

Como todos los títulos de la serie, Charlas de de café con Josefa Ortiz de Domínguez, está concebido como una entrevista apócrifa, en la que el personaje en cuestión responde a preguntas, pero con una base histórica documentada.

–¿Fue difícil entrevistar a La Corregidora?

–La verdad, no. Fue algo que fluyó. Por haber hecho antes una obra de teatro sobre ella, la conocía muy bien. Además, yo adoro la ciudad de México, donde transcurre una parte de su vida, y la casa donde vivía en Querétaro todavía existe tal como ella la habitó.

Cronista del Centro Histórico de la ciudad de México, González Gamio acompaña su encuentro con La Corregidora de una puntual descripción de la vida cotidiana en la capital del país en aquellos años.

Otro de los aspectos que aborda la también colaboradora de La Jornada es el precio que Josefa Ortiz de Domínguez pagó por su participación en el movimiento, fueron encierros terribles, estuvo incomunicada, y cuando por fin sale, sigue comprometida con la causa; fue un compromiso que mantuvo hasta el día que murió. Es verdaderamente un modelo de esos personajes que están dispuestos a defender sus principios al precio que sea.

González Gamio no duda en calificar a La Corregidora como una mujer excepcional de su tiempo, adelantadísima a su época; imagínate, era una mujer con 14 hijos que era verdaderamente revolucionaria, le causó muchos dolores de cabeza a su esposo, a quien varios le decían: controle a su mujer.

La autora de Charlas de café con Josefa Ortiz de Domínguez considera que la toma de conciencia y rebeldía de la heroína tiene que ver, por lo menos en parte, con sus orígenes: Era morisca, esto es que era hija natural de un español y una negra; su madre murió joven y ella se fue a vivir con una tía; conoció desde niña la discriminación y el racismo; vivía muy indignada con la injusticia que la rodeaba, tenía un gran enojo por la situación que vivían las clases más desposeídas, después en la tertulia literaria que en realidad era una conspiración empieza a saber de las ideas de la Ilustración y la Revolución Francesa. Todo eso fue un caldo de cultivo para que ella se rebelara.

De esta manera, Angeles González Gamio hace su aportación para mejor conocer y comprender a una mujer –se lee en la solapa del libro— a quien la historia oficial la pintó con la dignidad de una venerable anciana, pero hacia 1810 la famosa corregidora de Querétaro era un mujer que apenas rebasaba los 40 años, sumamente hermosa y con una pasión que puso al servicio de la patria.