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Antonio Velasco Piña escribió una obra histórico-literaria sobre el personaje

La tolerancia, premisa de San Judas Tadeo
 
Periódico La Jornada
Miércoles 28 de octubre de 2009, p. 6

La festividad religiosa más importante que se realiza en la ciudad de México y que convoca a más feligreses, luego del día de la Virgen de Guadalupe, es la del 28 de octubre, en la cual se venera a San Judas Tadeo, el apóstol de las causas perdidas.

Hoy día cientos de fieles acuden cada año a rendir devoción a San Judas Tadeo a la iglesia de San Hipólito, ubicada en Paseo de la Reforma y avenida Hidalgo, donde se encuentra una venerada imagen del santo milagroso.

El hecho ha pasado de ser un fenómeno religioso a social, por la cantidad de jóvenes, sobre todo, que sin ser practicantes religiosos cotidianos acuden ese día al templo, vestidos o con una figura de diversos tamaños del santo en brazos, a rezar y solicitar quizá un milagro, indica el escritor Antonio Velasco Piña, autor del volumen San Judas Tadeo, en el que narra de manera histórico-literaria la vida de ese personaje, cuyo nombre se ha visto empañado por el de aquel otro llamado Iscariote.

Editado por Grijalbo, el libro da cuenta de la iniciación de Tadeo, su matrimonio con Martha y su evangelización por tierras orientales.

San Judas Tadeo fue quizás el único de los apóstoles que atestiguó la vida de Jesús de principio a fin; es decir, desde que ambos eran niños, pues Jesús era su primo, tanto por la línea materna como por la paterna, dice Velasco Piña a La Jornada.

Era tal su hermandad, que un detalle poco conocido, subraya el autor, es que en la boda de Tadeo con Martha, Jesús hizo su primer milagro (convertir el agua en vino), fuera del tiempo que él mismo se había fijado para empezar a actuar públicamente.

El libro intenta revalorar, señala el escritor, “dos características que distinguen a San Judas Tadeo de los demás apóstoles: una, que mientras los otros predicaron en el área del Mediterráneo, con una actitud de condena para las demás creencias religiosas –lo que luego llevaría a las persecuciones de los cristianos–, Judas Tadeo predicó en los territorios que hoy conocemos como Irak, Irán, Afganistán, Persia y la India, sin una actitud de confrontación con el budismo, el brahamanismo o el zoroastrismo”. Tadeo, dice Velasco Piña, tenía como premisa la tolerancia y la integración religiosa; una actitud ecuménica.

Otra característica que incluso inquietaba a las autoridades religiosas de aquel tiempo y a las actuales es que luchó por lograr una igualdad entre hombre y mujer; aceptaba que la mujer podía ocupar el sitio de sacerdotisa.