Opinión
Ver día anteriorMartes 27 de octubre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
El método Morelli y El Greco
M

i nota pasada sobre El Greco y su taller termina aludiendo a que el tránsito por la actual exposición en Bellas Artes permite   la aplicación del método de Giovanni Morelli (1816-1891), formulado para detectar atribuciones o diferencias entre originales, obras de taller o de seguidores y copias.

Se exhibe una Sagrada Familia debidamente señalada como copia de Raimundo de Madrazo (1908); el pintor embelleció a la Madonna y acentuó al modo impresionista la fluidez de los paños. En copia anónima (1625), procedente de El Prado, de El entierro del Conde de Orgaz, lo que se advierte es que el autor sólo captó la composición; fue un copista apresurado o inepto.

Morelli fue un médico que practicó la crítica de arte bajo dos seudónimos: Ivan Lermolieff y Johannes Schwarze, traducciones de su nombre al ruso y al alemán. Procedió como si fuera un detective de la pintura, pariente metodológico de otro médico: sir Arthur Conan Doyle, cuyo detective pesquisaba crímenes por medio de huellas e indicios y no de evidencias.

Morelli pensaba que para diferenciar autorías no había que centrarse en los aspectos más evidentes y, por tanto, mayormente factibles de imitar; antes, al contrario, contaban más los detalles secundarios en los que comúnmente no se suele prestar  atención, entre éstos destacó en primer término el diseño de las orejas: el acortamiento o alargamiento del pabellón, la curva del lóbulo superior, la dimensión del inferior, la circunvolución del cartílago interno, etcétera.

A menos que se tratara de un rasgo conspicuo, como el propio de las orejas demasiado grandes o despegadas, los Old Masters en sus retratos y temas religiosos practicaban determinado tipo de configuración, que repetían casi inconscientemente.

Hay un retrato de El Greco (a veces se piensa que es autorretrato) cuyas orejas son, por lo menos, bastante sui generis, grandes y despegadas, pues así las tenía. Este rasgo, muy evidente, según mi criterio tal vez sea el responsable de sus peculiares representaciones auriculares, observables en varias obras de su autoría y por lo común no  retomadas por copistas o seguidores.

Inclusive el Cristo que abraza la cruz (obra original) tiene una oreja atípica, que puede hacer pensar en la oreja de Van Gogh, debido a que se antoja propicia a desprenderse con facilidad (aunque el pintor holandés sólo se cortó el lóbulo).

Otras orejas especiales, por ser altas y disparadas hacia arriba, son las que ostenta la efigie de Santiago Peregrino y sobre todo las del rostro del Cristo de la Verónica.

Entre otros motivos que Morelli destaca está la disposición de los dedos de manos y pies. En El Greco son muy perceptibles (y por tanto reproducidas por muchos copistas) las largas uñas, matizadas de un color violáceo que retomó su seguidor, el autor del retrato de San Juan de Ávila a principios del siglo XVII.

Estos rasgos, según el método al que aludo, solían escapar al control voluntario del artista, aun cuando éste perteneciera a una tradición cultural específica. El Greco se desprendió en gran medida de su etapa veneciana-romana y creó su propia maniera, a partir de sí mismo, allende las convenciones imperantes. Esto se detecta en varias de las figuras que integran El Apostolado.

Es interesante cotejar la persistencia de ciertos modelos, que quizá correspondan a retratos, en fisonomías de ciertos  santos. Así, los rostros de San Andrés, San Judas Tadeo, San Simón y el inconcluso San Mateo quizás provengan del recuerdo de un mismo personaje de nariz larga, afilada y con caballete, aun cuando barba y pelo difieran.

En cambio, Santiago el menor, de rostro altamente asimétrico, está dentro de otro contexto, lo mismo que el joven San Juan Evangelista, cuyos ropajes logrados con pinceladas barridas contrastan con el modo en que el ojo recompone en trompe l’oeil el cáliz de donde emerge el reptil, alusivo a un episodio legendario.

El método de Morelli fue retomado por Bernard Berenson, responsable consabido de la asignación de centenares de piezas italianas efectuadas principalmente entre los siglos XIV y XVI, tarea que realizó mediante visitas in situ a aldeas, villas y lugares recónditos, amén de museos, palacios e iglesias de renombre. Lo hizo igualmente mediante el vastísimo registro fotográfico que logró reunir con objeto de establecer comparaciones morfológicas.

Las impresiones fotográficas vaya si sirven para detectar de primera mano sea atribuciones que desatribuciones.