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Concierto de insultos hace que Ramírez Acuña levante la sesión

Lozano, vapuleado; su comparecencia, un fracaso
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Abatido, Javier Lozano escucha la cascada de críticas a su gestión vertidas por el diputado del PT Porfirio Muñoz LedoFoto José Antonio López
 
Periódico La Jornada
Viernes 23 de octubre de 2009, p. 3

La comparecencia del secretario del Trabajo, Javier Lozano, concitó el rechazo de la oposición en la Cámara de Diputados contra la extinción de Luz y Fuerza del Centro; la incapacidad de los panistas para asumir la crítica y los reclamos orillaron al presidente de la mesa directiva, Francisco Ramírez Acuña –quien llegó de última hora– a levantar la sesión sin la autorización del pleno ni la anuencia de los coordinadores parlamentarios.

Sorpresivamente, Francisco Javier Salazar (PAN), secretario del Trabajo foxista y a quién la comisión especial que investigó la tragedia en la mina Pasta de Conchos le atribuyó omisión en el caso, se encargó de conducir la sesión.

Porfirio Muñoz Ledo se lo había anticipado. Pasta de Conchos está vivo, le dijo. No, mano, le respondió el panista.

Al llegar Javier Lozano los incidentes comenzaron. Luis Enrique Mercado (PAN) empujó a Laura Itzel Castillo (PT). Gerardo Fernández Noroña se posicionó en el sitio reservado para el secretario del Trabajo y se paró frente a él, mientras reclamaba al impasible funcionario, que desvió la mirada.

Entonces, de las bancadas de PRD y PT surgió el coro de ¡fascista, fascista!, y ello alertó a los panistas. Roberto Gil (PAN) inició la estrategia de considerar ilegales los gritos al funcionario y la actitud de Fernández Noroña, y pidió que se le llamara al orden. En esas estaban cuando de las curules de los blanquiazules salieron ocho diputadas de ese partido para salvaguardar a Lozano del acoso.

Salazar accedió a la petición de Gil, y de inmediato Gerardo Fernández exigió subir a la tribuna por alusiones, pero el presidente en funciones se resistía: No estamos en debate. No procede, señor diputado. El diputado del PT porfiaba, los panistas ya se encontraban cuerpo a cuerpo con petistas y perredistas al pie de la mesa directiva y Salazar Sáenz cedía –porque así lo determina la ley– al reclamo de la oposición.

Fernández Noroña respondió a los denuestos que los panistas enardecidos le gritaban desde sus curules: “El tema es que este señor que está aquí a un lado usa al Ejército para acabar con una empresa pública nacional, para acabar con un sindicato democrático… les digo que aquí habrá un debate duro porque este hombre ¡es un cínico, es un canalla! Necesita de mujeres para defenderlo”.

Enseguida, Lozano ocupó el atril y sobrevino el coro ¡fascista, fascista! Tras su protesta de conducirse con verdad fue interrumpido en tres ocasiones por el diputado panista Alberto Pérez Cuevas, quien exigía civilidad parlamentaria o que se decretara un receso.

Y así fue. Entre los reclamos y la demanda de reparar el crimen cometido por el gobierno de Felipe Calderón contra los trabajadores electricistas, que emitían petistas y perredistas, Javier Salazar, sin argumento legislativo, decretó un receso por tiempo indefinido.

Durante media hora los coordinadores de PRI, PAN, PRD, PT, Convergencia, Partido Verde y Nueva Alianza, reunidos en la zona conocida como trasbanderas, acordaron llamar al orden a sus bancadas. Minutos después, Lozano pudo articular un discurso donde ponderó los logros del gobierno calderonista, aceptó que hay graves problemas y sólo ocupó los dos últimos párrafos de su texto para referirse al conflicto con el sindicato de electricistas y el posterior cierre de LFC:

Sé bien que esta comparecencia transcurre mientras hay una discusión amplia en la opinión pública sobre la extinción de Luz y Fuerza del Centro. Se trata de una decisión ciertamente difícil y que, sobre todo, afecta a quienes tenían un empleo y lo perdieron de un día para otro; sin embargo, no tengo la menor duda acerca de la legalidad, legitimidad, oportunidad y sobre todo de la conveniencia para la economía nacional y el interés público de la nación.

Cuando terminó, Pedro Jiménez León (Convergencia) recriminó al funcionario: El gobierno de Felipe Calderón determinó liquidar Luz y Fuerza alegando ineficiencias; si ése es el parámetro deberíamos empezar por revocar el mandato a quien hoy ocupa Los Pinos y seguir con el despido de quien despacha en la Secretaría del Trabajo y Previsión Social.

Emilio Serrano, del PRD, subió a tribuna y se dirigió a Lozano, quien lo ignoraba aparentando que escribía algunas notas. “Señor licenciado Felipe Lozano Alarcón. ¡Bueno, es lo mismo, aunque sale más barato! Quiero preguntarle, ¡pero véame, señor secretario, que le estoy hablando! –gritó mientras golpeaba el atril con el puño– ¡Le estoy hablando, señor secretario, dígnese a voltear la vista!

“No tiene conciencia de lo que está haciendo. Pone en riesgo la estabilidad social y la paz de México… no creo que pueda caminar tranquilo por las calles con tanto daño que le hace al país y a los mexicanos. Debe estar rodeado de muchos guaruras, pero la paciencia y la tolerancia tienen un límite, y estamos a punto de llegar a ese límite. No le juegue más al vivo, señor secretario. Está poniendo en riesgo la estabilidad del país, la paz social”.

Salazar cedió la palabra al priísta Carlos Flores Rico, quien confirmó la naturaleza anómala de la decisión de Felipe Calderón: Al momento del cierre, 23 mil de los puestos de trabajo en Luz y Fuerza del Centro, según el informe oficial que tenemos, tienen una antigüedad laboral menor a 10 años. Eso quiere decir que fueron contratados en el periodo del gobierno panista y que en todo caso la responsabilidad de ese personal sobrecontratado corresponde exclusivamente a la gestión empresarial del gobierno del PAN.

Lozano seguía sin atender los posicionamientos.

El tabasqueño Adán Augusto López Hernández (PRD) subió a tribuna y marcó el rumbo de la sesión, cuando le arrojó billetes de utilería a Lozano Alarcón. Paralelamente, su correligionario José  Narro Céspedes había conseguido el permiso de Salazar para que 15 trabajadores del SME, gremio que se manifestaba en gran número afuera del Palacio Legislativo, ingresaran al salón de plenos. Que lo hagan en orden y en silencio, pidió el panista. Al entrar a las galerías los trabajadores, entre ellos Martín Esparza, gritaron a coro: ¡Aquí se ve la fuerza del SME! ¡Los diputados se preguntan, ¿ésos quiénes son? Somos desempleados por culpa de Calderón!

Adán López señaló que Lozano “desconoce total, absoluta, rotundamente, lo que pasa en el país. Vive más preocupado por saber qué pasa allá en Manchuria, con el ‘coopelas o cuello’, más bien, a ver cómo hace para cumplir su palabra de la famosa demanda que iba a poner en Nueva York, y que regresó con el rabo entre las patas al día siguiente.

Usted, señor Lozano, ¡es un fascista y es un farsante! Le miente al país y tampoco puede disponer arbitrariamente de los recursos públicos para propiciar el esquirolaje. Qué bien se escucha en el discurso que usted les ofrezca clases de inglés o poner changarros a los trabajadores del SME. Que les ofrezca una sobreliquidación a los que pasen a la caja antes de 30 días. Nos sale más barato, señor Lozano, y aquí se lo dejo. ¡Cobre su liquidación y váyase!

Los billetes cayeron frente a Lozano y ello desquició a los panistas. El desorden se multiplicó. Francisco Ramírez Acuña ya se encontraba en la mesa directiva con el rostro descompuesto. Sin lograr controlar el escenario, Salazar declaró un segundo receso. Y trasbanderas, Ramírez Acuña determinó que la sesión debía terminar. Entiendan que estamos protegiendo a nuestro secretario.

Francisco Rojas (PRI) preguntó: ¿Y si se salen (los del SME)? Ramírez Acuña concedió 15 minutos, pero Esparza y sus compañeros se quedaron.

Se declaró el fin de la sesión y la comparecencia se dio por cumplida. Lozano salió por una puerta lateral resguardado por los diputados de Accón Nacional.