Opinión
Ver día anteriorLunes 14 de septiembre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
TOROS
Mal fario
L

legué a las tres de la tarde al restaurante argentino que se encuentra enfrente de la Plaza México, que se hallaba vacío. Media hora después apareció una pareja que no parecía estar interesada en lo que sucediera en el coso. Al salir del comedero casi a las cuatro apareció una familia. Encaminado a la plaza sólo nubes negras y tristes presentimientos. La fiesta está salada y con penas muy negras. No hubo revuelo de novilleros, ni canciones rancheras. Los tacos y fritangas estaban fríos cuajados en manteca rancia y la cerveza como sopa imbebible. El coso como se desprende de lo anterior estaba vacío, las nubes contaminadas de melancolía torera. En el redondel novillos de Los Ébanos suavecitos, de dulce a los que los novilleros Jaime Ruiz, Sergio Cerezos y Alejandro Corona sin recursos y valor muy medido para enfrentarles. A pesar de una orejita benévolamente concedida a Jaime Ruiz.

La fiesta maldecida por una gitana de mal son, se arrastra sobre la sangre en pena de tantas manos sucias que le meten mano. Contra ese mal fario, los novilleros van con las brujas gitanas para ver si lo pueden conjurar. Son esos novilleros los desarraigados, los desplazados, los aprendices del derechazo y el martinete robotizado, del toreo no rematado que no es toreo. No aparecen, no han aparecido por la Plaza México, estatua de cemento helado, que esconde en sus tendidos el juego luciferino que es el canto popular y que este año lo apareció en la picardía y la sensualidad de las novilleras toreras.

Maleficio satánico que no hemos podido conjurar, ni toreros ni ganaderos, ni aficionados, ni empresarios, ni crónicos. Lucha a muerte con el enemigo invisible que está en lo exterior, en las intrigas, las bajas pasiones, la corrupción. Maleficio que parece escondido muy hondo, cubierto por una robotización en la que se pierde la esencia del alma. Los novillos noblotes se fueron a la peña, los novilleros a naufragar, los aficionados a deprimirse y el canto torero de los naturales y las verónicas al olvido, o sea, nada de nada.