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La inocencia de las bestias, de Verónica Bujeiro, se presenta en el Centro Cultural Helénico

Exploran en puesta teatral la necesidad humana de buscar afecto en los animales
 
Periódico La Jornada
Jueves 3 de septiembre de 2009, p. 5

La necesidad de dar o recibir afecto puede tomar diversos caminos. En la obra La inocencia de las bestias, la dramaturga Verónica Bujeiro se propone hacer una metáfora de aquellas personas que tratan a sus mascotas como niños y de aquellos padres o madres que tratan a sus hijos como animales.

Tal idea surgió en la autora luego de ver un documental sobre las mascotas en Tokio y los dueños que cuidan de ellas como si fueran niños, hasta el grado de no sólo preocuparse por su alimentación y aspecto físico, sino de tener una especie de guarderías donde los monitoreaban y de gastar en todo ello grandes cantidades de dinero.

“Eso dio pie para pensar por qué esas personas no quieren tener hijos. Algunos argumentaban que era porque no podían mantenerlos; no obstante, con lo que gastan en sus mascotas aquí en el país se podría alimentar a muchos.

“Quise explorar los límites entre lo animal y lo humano de manera metafórica y nuestras relaciones con las mascotas; por qué se convierten en nuestros hijos.

La cuestión es por qué nuestra necesidad de afecto no la buscamos en otra persona, por qué la cubrimos con un perro, un gato, comentó la dramaturga.

Dos personajes ambivalentes

En La inocencia de las bestias aparecen unos gemelos, Gelio y Helio, de apellido Díaz. Ambos luchan por dominar el instinto animal que suele imponerse a su parte humana. En ese conflicto descubren la importancia de estar juntos y al mismo tiempo se dan cuenta de que no es suficiente; necesitan de un tercero para darle afecto.

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Emilio Savinni y Llever Aíza protagonizan La inocencia de las bestiasFoto María Meléndrez Parada

Ambos se encuentran a la espera, con esperanza, incertidumbre y angustia de cómo será la nueva mascota o bestiecilla, a la cual proporcionar su cariño sin repetir fracasos.

La intención es presentar a dos personajes ambivalentes, es decir, “que lo mismo se transforman en su propio padre o madre, de quienes fueron víctimas; o en un matrimonio, ‘en varoncita o en mujercito’. Otras veces parecen niños o adultos, o bestias, en ocasiones hombres. De pronto uno es el perro y el otro el padre, uno es un gato y el otro uno de los gemelos”.

Para Claudia Romero Herrera, directora de la puesta en escena, se trabajó mucho en la relación y corporalidad de los personajes, que va de lo humano a lo bestial y toda esa maraña de posibilidades que encarnan.

Para ello se realizó, abundó Romero Herrera, un exhaustivo trabajo de análisis y de improvisación actoral, cuya gestualidad se sintetizó en micromovimientos, en el cual se contó con la orientación de Harif Ovalle.

Con la actuación de Emilio Savinni y Llever Aíza, acompañados por Gerardo Alonso, escenografía de Víctor Padilla, iluminación de Jorge Ramírez, la temporada de La inocencia de las bestias se realiza en el foro La Gruta del Centro Cultural Helénico (avenida Revolución 1500, colonia Guadalupe Inn). Las funciones se efectúan los viernes a las 20:30 horas.