Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 30 de agosto de 2009 Num: 756

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Bajarlía: el poeta que descendió del futuro
STELLA AVARADO

El amor cuando falla
EPAMINÓNDAS J. GONATÁS

De una acera a la de enfrente
GUILLERMO SAMPERIO

La cosa es la obra
O. HENRY

Confesiones de un humorista
O. HENRY

Tres poetas

Columnas:
Mujeres Insumisas
ANGÉLICA ABELLEYRA

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
Núm. anteriores
[email protected]

 

Enrique López Aguilar
[email protected]

Sentido de los sentidos (II Y ÚLTIMA)

Sade acierta cuando incorpora imaginación, transgresión y fantasía al reflexionar acerca del erotismo, pues introduce en el tema aquellas cualidades humanas que le han permitido pasar de la comida de subsistencia a la gastronomía (erótica y culinaria se vincularían en la medida en que ambos pueden ser un ágape de dos y, bajo dicha perspectiva, se relacionan con la práctica del misticismo), y de la imitación de la realidad al arte: Sade considera al erotismo como parte de las actividades y refinamientos culturales de un homo que ha ido agregando a sus apellidos las connotaciones de sapiens, faber, ludens y eroticus, actividades que permiten regresar de la Cultura a la Natura y de lo cocido a lo crudo: en el caso del erotismo se trata de un proceso de producción cultural que, emanado del cuerpo y sus impulsos, los reinventa y reelabora en otro nivel para regresar al cuerpo y traducirlos en una forma distinta a la que le dio origen: mejora y perfecciona el instinto originario y agrega cosas que no existirían sin la intervención cultural del ser humano, pues, de hecho, el erotismo no busca tanto la reproducción de la especie como el acendramiento y la dilatación del placer y del encuentro. De ahí que la mujer citada por Mme. de Saint-Ange considere simple la poco imaginativa actividad de su esposo y que dicha simplicidad se oponga a su propia concepción de los usos sexuales, mucho más sibarita y alambicada.

Otro sesgo sugerido por Sade es el de la obscenidad, palabra relacionada con “obscuridad” y que, proveniente del latín obscenus (‘siniestro, fatal, indecente'), lo cual autorizó el sentido posterior de que “a las palabras desvergonçadas llamaron oscenas”: la obscenidad puede ser uno de los recursos del erotismo (y de otras formas de protesta y reivindicación sociales) que tienen que ver directamente con el universo verbal y con la idea de que la fantasía erótica se asocia con el desorden, la transgresión y el escándalo. Así encarnado en la obscenidad, el erotismo se entiende como una contrarrespuesta a la represión puritana, a las actitudes conservadoras que no han dudado en castigar, reprimir y señalar a todo aquel que, en un momento dado, se haya atrevido a considerar que la vida erótica es vivible y una manera de liberación personal desde un paraíso mejor que el ultramundano.

Invocar la imaginación y la obscenidad dentro del contexto del erotismo no deja de ser una manera de pedirle a Platón que comparezca ante el tema con sus juicios sobre la preponderancia de la esencia sobre la apariencia, de la superioridad de la idea sobre la representación y del triunfo del espíritu sobre la carne, las cuales han permeado la cultura occidental mediante sus Diálogos y el cristianismo. Si imaginar es “representar, retratar, crear imágenes”, y si obscenidad es el hecho de producir palabras que siembren la oscuridad en quien las oye, todo lo cual fue condenado por el filósofo griego a través de su sistema filosófico, no deja de ser sugerente la idea de que el erotismo sea, finalmente, un creador de formas cambiantes cuyo contenido es el magma de la libido, del impulso sexual y del deseo. Desde el punto de vista de Platón y del cristianismo, eso bastaría para condenarlo, pues la forma no es sino un regodeo del cuerpo y del mundo, universos en los que el Diablo se enseñorea por ser el productor de apariencias.

Prefiero ingresar en un calvinismo contemporáneo, notoriamente vertiginoso, que fue expresado por Italo, su más notable profeta: forma es contenido y contenido es forma: encontrar una forma permite introducir en ella cualquier contenido. Si el impulso sexual es el contenido del erotismo, las formas que éste le da lo transforman en rito y juego dentro de una escenografía propicia cuya condición es la lentitud, lo cual permite que la búsqueda de conocimiento (incluido el de la acepción bíblica) incorpore a todos los sentidos, no obstante el aparente predominio del tacto, de manera que la afirmación del presente se vuelva la dichosa manera de triunfar contra el olvido y, curiosamente, contra las apariencias. Desde esta perspectiva, la idea de erotismo puede extrapolarse hacia actividades cuya intención sea lúdica y en las que no parezca tan evidente el impulso sexual. La reelaboración del mundo a través de esfuerzos no sublimantes sino recreadores, supondría poner la seminalidad en la cabeza, la boca, las manos, los ojos, los oídos… Lo cual reivindicaría a Palas Atenea como un ser creativo y erótico aunque no hubiera nacido del sexo de Zeus, sino de su pensamiento.