Opinión
Ver día anteriorMiércoles 26 de agosto de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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¿Qué busca Israel en América Latina?
E

l ministro de Asuntos Exteriores de Israel, Avigdor Lieberman, culminó en Bogotá su gira de 10 días por cuatro países de América del Sur. La primera de su clase en más de dos décadas. Antes, Israel sólo enviaba mercenarios, traficantes de armas y expertos en seguridad. Ahora busca mercados.

En sendas conferencias de prensa, Lieberman aseguró que su país no tenía intención alguna de interferir en los problemas de Sudamérica. Pero en Brasilia, Buenos Aires y Lima advirtió sobre el peligro que representan los gobiernos de Venezuela, Bolivia y Nicaragua, destacando la necesidad de un papel israelí más activo en la región

El encuentro con Álvaro Uribe, presidente de Colombia, fue precedido de un malicioso bombardeo mediático: el supuesto apoyo financiero de las FARC durante la campaña presidencial del ecuatoriano Rafael Correa, el descubrimiento de un arsenal de misiles suecos que Venezuela habría entregado a la guerrilla colombiana, y el congelamiento de las relaciones entre Bogotá y Caracas.

Y antes de eso, la visita a Israel del vicepresidente Francisco Santos (que casualmente tuvo lugar pocos días después de la realizada por el ex presidente de Perú, Alejandro Toledo), y la destrucción en febrero de un circuito de narcotráfico y lavado de dinero sospechoso de enviar fondos al partido Hezbollah de Líbano.

Santos se reunió con el presidente Shimon Peres y sus ministros, y manifestó que las relaciones políticas, tecnológicas, comerciales y militares de Israel y Colombia están en constante evolución. “Así estén separados por 10 mil kilómetros de distancia –declaró– tienen como enemigo común al terrorismo y por eso, además de suministros, comparten información de inteligencia.”

Después de Brasil, Israel es el principal socio comercial de Colombia en Oriente Medio. Las exportaciones ascienden a 445 millones de dólares al año. Colombia vende carbón y un pequeño porcentaje de productos agrícolas y textiles, y las importaciones desde Israel (telecomunicaciones, sistemas agrícolas, productos químicos y tecnología en salud) ascienden a 165 millones.

Según se dijo, la visita de Lieberman tenía como finalidad afianzar los acuerdos económicos, el de protección de inversiones en particular, y el apoyo al tratado de libre comercio que Bogotá no ha conseguido hasta hoy con Estados Unidos. Sin embargo, el objetivo número uno y excluyente de su agenda parecía responder a prioridades de su política exterior: ¡cuidado con Irán! De paso, el negocio de la muerte.

Haciendo el trabajo sucio de Estados Unidos en la región, las empresas israelíes del terror llegaron a Colombia de un modo silencioso y efectivo (ver Semblanza de un contratista occidental, La Jornada, 6/2/08). Luego, Aministía Internacional denunció que en 1997 la compañía colombiana Defense System Colombia (DSC, filial de la británica DS Ltd) compraba a través de la empresa de seguridad israelí Silver Shadow material militar para la 14 brigada del ejército, con un “… historial atroz de violaciones de los derechos humanos”.

En 2008, la visita a Israel de Juan Manuel Santos (ex ministro de Defensa y primo del anterior) representó un salto de calidad en los planes guerreristas de Uribe. Colombia compró a Israel 24 aviones cazabombarderos F-21 Lion (o Kfir, en hebreo: cachorro de león, copia mejorada del francés Mirage, con motores de la estadunidense General Electric) y Santos contrató al general (R) Israel Ziv, miembro de Counter Terrorism International y de la Task Force on Future Terrorism (ver Israel en Colombia, La Jornada, 6/2/08 y 12-19/3/08).

Hace un mes, en Cartagena, uno de los Kfir se salió de la pista y se incendió. La fuerza aérea quedó boquiabierta, pues el piloto era israelí. Moshe Cytter, representante en Bogotá de la firma Israel Aerospace Industries Ltd y la Israel Aircraft Industries (IAI, inscrita en la Cámara de Comercio), atribuyó el accidente a factores humanos, y no a la tecnología que el propio gobierno de Israel ya no usa por obsoleta.

Según el periodista Nelson Fredy Padilla (El Espectador), Cytter y la IAI no habrían cumplido ninguno de los requisitos exigidos, a pesar de haber sido recomendado con certificación por el cónsul de Colombia en Tel Aviv.

En la gira, Avigdor Lieberman estuvo acompañado de la imaginativa señora Doris Shavit, directora general para América Latina y el Caribe del Ministerio de Relaciones Exteriores. En entrevista con El Tiempo, Shavit aseguró que el dinero recolectado por las mezquitas colombianas era utilizado en la financiación de organizaciones terroristas de Medio Oriente (ver Israel y la paranoia antiraní, La Jornada, 12/8/09)

Ajustándose al espíritu Obama, el propio embajador de Washington en Colombia, William Brownfield, dudó del infundio. En enero pasado, Brownfield visitó la mezquita de Omar Ibn al Khattab de Maicao, en la Guajira colombiana. Los fieles lo cubrieron de elogios y cumplidos.